Sin fronteras
La suspensi¨®n ¡®de facto¡¯ del acuerdo de Schengen representa un grave paso atr¨¢s en la integraci¨®n europea
La historia de Europa se puede narrar a trav¨¦s de sus fronteras, que durante siglos simbolizaron las cicatrices y las divisiones del continente. El Palacio de las L¨¢grimas, en Berl¨ªn, era el lugar donde se desped¨ªan las familias del Este de sus familiares que regresaban al Oeste. Desde la ca¨ªda del Muro representa solo un recuerdo de un mundo roto al que Europa no deber¨ªa regresar. Lo mismo ocurre con muchas otras fronteras entre Estados, que desde que entr¨® en vigor el Tratado de Schengen en 1995 se fueron esfumando poco a poco de la memoria de los ciudadanos. Por eso resulta tan grave para el proyecto europeo que seis Estados, entre ellos Alemania y Francia, hayan decidido prolongar los controles, por lo menos hasta mayo de 2019.
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Las consecuencias econ¨®micas, aunque existen sobre todo para el transporte de mercanc¨ªas, son importantes, pero lo esencial es que suspender de facto Schengen representa un paso atr¨¢s en uno de los mayores avances que ha vivido Europa en su historia: la abolici¨®n de controles fronterizos entre 22 de los 28 Estados de la Uni¨®n, m¨¢s cuatro pa¨ªses no miembros que decidieron sumarse al acuerdo. Junto al euro, la posibilidad de recorrer Europa superando fronteras invisibles se ha convertido en uno de los efectos m¨¢s tangibles de la Uni¨®n para los ciudadanos. Adem¨¢s, dado que lleva casi un cuarto de siglo en vigor, resultar¨ªa muy dif¨ªcil explicar un retroceso de este calibre a los j¨®venes, a la generaci¨®n Erasmus que se ha nutrido como ninguna otra de la libertad de movimientos. Sin embargo, se trata de una posibilidad real, que tanto los Estados como la Comisi¨®n deber¨ªan combatir con beligerancia.
Schengen empez¨® a resquebrajarse en 2015, con la crisis de los refugiados y los ataques terroristas contra Par¨ªs, y no se ha recuperado. Lo m¨¢s grave es que se trata de una crisis de confianza entre los miembros, que se traduce en el restablecimiento de controles donde no los hubo durante casi dos d¨¦cadas ¡ªpor ejemplo, en la frontera entre Espa?a y Francia en Ir¨²n, donde hoy son rechazados decenas de inmigrantes¡ª. Una cosa es suspender el tratado de manera cautelar cuando se produce un atentado o est¨¢ previsto un acontecimiento masivo que requiera unos ciertos controles y otra, muy diferente, anularlo durante meses e incluso a?os.
No existe ninguna raz¨®n econ¨®mica, ni policial, que justifique este paso atr¨¢s porque la apertura de fronteras no ha hecho m¨¢s insegura a Europa. Todo lo contrario: numerosas operaciones antiterroristas han demostrado que las polic¨ªas europeas cooperan de manera estrecha y eficaz ante las amenazas globales. Schengen ha hecho m¨¢s libres a los ciudadanos europeos y m¨¢s conscientes de las ventajas de la Uni¨®n. Dar marcha atr¨¢s no deber¨ªa ser una opci¨®n.
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