Una soluci¨®n sencilla al problema de la falta de sue?o de los adolescentes
La mitad de los j¨®venes de Estados Unidos sufre problemas para dormir. Un estudio descubre que la almohada y la cama tienen m¨¢s influencia de lo que se supon¨ªa
Un sue?o saludable es la base de un cerebro saludable. Este es el mensaje que lanzan los neurocient¨ªficos. Sin embargo, padres, m¨¦dicos y educadores se esfuerzan por descubrir qu¨¦ hacer para mejorar el sue?o. Algunos han pedido que se retrase la hora a la que empiezan los colegios o que se limite el tiempo delante de la pantalla antes de irse a la cama con el fin de lograr que mejore el rendimiento acad¨¦mico, la salud y hasta la econom¨ªa.
A pesar de ello, seg¨²n c¨¢lculos recientes, parece que alrededor de la mitad de los adolescentes de Estados Unidos sufren de falta de sue?o. Estas cifras son alarmantes, ya que el sue?o es especialmente importante en la adolescencia, durante la cual se producen cambios significativos en el cerebro que afectan al aprendizaje, el autocontrol y los sistemas emocionales. Adem¨¢s, el d¨¦ficit de sue?o es a¨²n mayor entre los j¨®venes econ¨®micamente desfavorecidos que entre sus coet¨¢neos m¨¢s acomodados.
Los estudios realizados en el laboratorio de neurociencias del desarrollo en el que trabajo ofrecen una soluci¨®n en apariencia simple al problema. Basta con proporcionar a los adolescentes una buena almohada. Para conseguir que una cama sea c¨®moda no hace falta tecnolog¨ªa, ni costosas intervenciones, ni mucho tiempo. Por lo tanto, puede ser particularmente beneficioso para mejorar el sue?o entre los j¨®venes con menos recursos.
La regularidad es m¨¢s importante que la cantidad
Nuestras investigaciones han demostrado que diferencias en la calidad y la duraci¨®n del sue?o que pueden parecer peque?as influyen en la manera en que el cerebro procesa la informaci¨®n.
El sue?o act¨²a como un pegamento que ayuda al cerebro a codificar la informaci¨®n reci¨¦n adquirida y a convertirla en conocimiento duradero. Asimismo, aumenta la concentraci¨®n en el colegio ya que ayuda a mitigar el comportamiento hiperactivo, las reacciones demasiado emocionales y la inquietud. En consecuencia, si no tuviesen faltan de sue?o, los alumnos que acostumbran a ser expulsados de clase por su conducta revoltosa tendr¨ªan m¨¢s posibilidades de permanecer en el aula. A su vez, m¨¢s tiempo en el aula significa m¨¢s aprendizaje.
En principio, mis compa?eros y yo part¨ªamos de la hip¨®tesis de que, a la larga, el n¨²mero de horas de sue?o es lo m¨¢s importante para un desarrollo cerebral sano. En cambio, cuando la pusimos a prueba con un estudio, descubrimos algo sorprendente. En contra de lo esperado, los adolescentes cuyo sue?o a lo largo de la semana lectiva era irregular, con variaciones de dos horas y media de una noche a la siguiente, al cabo de un a?o presentaban un menor desarrollo de las conexiones cerebrales de la sustancia blanca que los que dorm¨ªan un n¨²mero de horas m¨¢s regular.
Las conexiones de la sustancia blanca ayudan a procesar la informaci¨®n con rapidez y eficacia al poner en contacto diferentes regiones del cerebro, de manera parecida a la conexi¨®n que establece una autopista entre dos ciudades. La adolescencia es un periodo importante para pavimentar las autopistas del cerebro, y nuestro estudio indica que el sue?o puede ser vital para esta construcci¨®n.
Cuanto mejor es la cama, mejor es el sue?o
?Cu¨¢les son, entonces, los ingredientes del sue?o que m¨¢s contribuyen a un desarrollo sano del cerebro? Mi laboratorio dise?¨® un estudio para investigarlo.
Elegimos a 55 estudiantes de secundaria de entre 14 y 18 a?os procedentes de distintos entornos socioecon¨®micos de todo Los ?ngeles y los equipamos con act¨ªgrafos, unos monitores parecidos a un reloj de pulsera que registran la calidad del sue?o. La calidad de este es mayor cuanto menor sea el n¨²mero de despertares por noche. Por despertares entendemos los momentos de la noche en los que se altera el ritmo del sue?o y la persona se despierta brevemente o entra en una fase de sue?o m¨¢s ligero, tanto si es consciente de ello como si no. En nuestro estudio, los adolescentes ten¨ªan una media de cinco despertares por noche cuya duraci¨®n iba de menos de un minuto a m¨¢s de una hora.
En contra de lo esperado, los adolescentes cuyo sue?o a lo largo de la semana lectiva era irregular, con variaciones de dos horas y media de una noche a la siguiente, al cabo de un a?o presentaban un menor desarrollo de las conexiones cerebrales de la sustancia blanca que los que dorm¨ªan un n¨²mero de horas m¨¢s regular
Al cabo de dos semanas, los j¨®venes vinieron a nuestro laboratorio para que les hici¨¦semos un esc¨¢ner del cerebro. Lo que nos interesaba era medir las conexiones entre las v¨ªas cerebrales que intervienen en el autocontrol, las emociones y el procesamiento de la recompensa, que son las mismas que desempe?an un papel importante en la reducci¨®n de la impulsividad y el mantenimiento de la concentraci¨®n en clase. Como era de esperar, los adolescentes con un sue?o de mejor calidad ten¨ªan una mejor "conectividad cerebral". Es decir, las conexiones entre las regiones claves del cerebro eran m¨¢s fuertes.?
Pero el hallazgo m¨¢s importante y sorprendente lo realizamos cuando indagamos m¨¢s a fondo a fin de averiguar las causas de que algunos adolescentes tuviesen un sue?o mejor que otros. Seg¨²n nuestro estudio, estas no resid¨ªan ni en la presencia de menos aparatos tecnol¨®gicos en el dormitorio, ni en una mayor oscuridad, ni en menos cantidad de ruido, ni en una posici¨®n socioecon¨®mica m¨¢s alta.
Los adolescentes que ten¨ªan un sue?o de mejor calidad ?relacionado con una mejor conectividad cerebral? eran los que se declaraban m¨¢s satisfechos con su cama y su almohada. El efecto, por tanto, traspasaba las fronteras socioecon¨®micas. Por su parte, los participantes en nuestro estudio con una baja conectividad cerebral y un sue?o de mala calidad mostraban una impulsividad mayor que los que ten¨ªan una conectividad y una calidad del sue?o altas, lo cual ilustra los efectos reales de estas sobre la conducta.
?Existe, entonces, la almohada perfecta? Vimos que no a todo el mundo le gusta lo mismo. A algunas personas una almohada plana las relaja y las hace caer en un sue?o profundo. Otras solo lo logran con una bien abultada. Por otra parte, aunque nuestros descubrimientos fueron m¨¢s conclusivos en lo que a comodidad de la almohada se refiere, la cama en general tambi¨¦n era importante.
Medidas para acabar con la brecha de rendimiento
En cualquier ¨¢mbito que se pueda medir, los j¨®venes que han crecido en la pobreza obtienen peores resultados. En comparaci¨®n con sus compa?eros de edad con m¨¢s recursos econ¨®micos, su rendimiento acad¨¦mico y cognitivo, su bienestar psicosocial y su salud f¨ªsica son inferiores. Estas brechas han sido objeto de intensos debates y estudios, pero siguen extendidas y se resisten a desaparecer.
La disponibilidad y la calidad de los bienes de primera necesidad, como la alimentaci¨®n, la salud, el afecto de los padres y un hogar, ayudan a explicar la discrepancia en algunos resultados entre adolescentes de altos y bajos ingresos. Sin embargo, los investigadores han concedido una atenci¨®n ¨ªnfima al sue?o, que constituye un bien de primera necesidad igualmente importante y puede ofrecer una soluci¨®n para la brecha de rendimiento no explotada hasta ahora.
Reducir esta brecha es el objetivo de muchos programas p¨²blicos. Una manera de conseguirlo es establecer metas realistas y accesibles para las iniciativas que mejoren el funcionamiento diario. El sue?o puede ser una de ellas, ya que es relativamente f¨¢cil de cuantificar y controlar; hay h¨¢bitos cotidianos que influyen en ¨¦l y que se pueden cambiar, como la atenci¨®n de los padres y las rutinas a la hora de irse a dormir; y est¨¢ relacionado directamente con el ¨¦xito acad¨¦mico y social y la buena salud.
En una ¨¦poca al l¨ªmite de la histeria por los efectos de la tecnolog¨ªa en el sue?o y el desarrollo del cerebro, se presta poca atenci¨®n a los elementos fundamentales para la calidad del sue?o de los adolescentes. Asegurarse de que disponen de una buena cama puede ayudar a mejorar el sue?o de todos ellos, sobre todo entre las familias m¨¢s pobres. Adem¨¢s, es mucho m¨¢s f¨¢cil convencer a los padres y a los j¨®venes de que inviertan en una almohada que discutir por el permiso para utilizar el m¨®vil.
Adriana Galv¨¢n es catedr¨¢tica de Psicolog¨ªa de la Universidad de California en Los ?ngeles.
Cl¨¢usula de Divulgaci¨®n.?Adriana Galv¨¢n recibe financiaci¨®n de las fundaciones William T. Grant y Nacional para la Ciencia, as¨ª como del Instituto Nacional de la Salud Mental.
Este art¨ªculo se republica de The Conversation con una licencia Creative Commons. Lea el art¨ªculo original.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.