?Nueva era Espa?a-China?
Tras 10 a?os, la alianza estrat¨¦gica entre Madrid y Pek¨ªn debe mejorar por el cambio de estatus de ambos pa¨ªses en el mundo
La m¨¢s reciente crisis en Espa?a se sald¨® con un afianzamiento singular de las relaciones con China. Lo certifican los datos en el orden econ¨®mico, con cifras hist¨®ricas, pero igualmente en otros ¨¢mbitos sensibles como la tenencia de deuda. En los ¨²ltimos a?os aument¨® sustancialmente el intercambio comercial, la inversi¨®n china, el turismo chino, las relaciones culturales y educativas en su conjunto, incluyendo la presencia de estudiantes chinos en Espa?a, etc¨¦tera. ?Tendr¨¢n alguna consecuencia cualitativa estos nuevos datos?
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China y Espa?a comparten desde 2005 una alianza estrat¨¦gica integral. En su d¨ªa, este marco era reflejo de cierta excelencia del statu quo en las relaciones bilaterales. Hoy, probablemente, se antoja esquivo, en parte porque la figura, en su d¨ªa expresi¨®n de excepcionalidad, hoy no lo es tanto ya que son muchos los pa¨ªses acogidos a dicha f¨®rmula. Pero tambi¨¦n porque la situaci¨®n de ambas partes, m¨¢s de una d¨¦cada despu¨¦s de su establecimiento, se modific¨® en aspectos importantes. No es solo que la relevancia econ¨®mica de Espa?a haya mermado mientras China ascendi¨® a la condici¨®n de segunda potencia econ¨®mica del mundo. La influencia de Espa?a en el contexto europeo y latinoamericano constitu¨ªa un valor a?adido de inter¨¦s para China. Hoy, sin embargo, cabe reconocer que la credibilidad hispana se ha deteriorado en ambos escenarios y Pek¨ªn opta por prescribir una especie de ¡°acupuntura diplom¨¢tica¡± que, aplicada capital a capital, beneficia a otros competidores. En el escenario europeo, hoy dispone de m¨¢s valedores y en el latinoamericano, los ecos de la hipot¨¦tica triangulaci¨®n se han evaporado. Residualmente, China puede ver con buenos ojos la mediaci¨®n del expresidente Rodr¨ªguez Zapatero en Venezuela, un pa¨ªs donde ha invertido mucho en los ¨²ltimos a?os.
En t¨¦rminos generales, en todos los ¨ªndices y aspectos de las relaciones bilaterales, Espa?a y China pueden aspirar a una profundizaci¨®n y mejora. La potencialidad sigue definiendo las posibilidades mutuas. Es este un dictamen que ambas partes confirman, al igual que la persistencia, pese a alg¨²n contratiempo ya solventado, de la confianza pol¨ªtica, labrada en buena medida con una rec¨ªproca y cuidada actitud hacia los asuntos sensibles para ambas partes. La cuesti¨®n central ahora no es ya consolidar y equilibrar lo avanzado sino definir el alcance de la agenda que ha de guiar la relaci¨®n en los a?os futuros a sabiendas de que el impulso reciente evoca igualmente l¨ªmites asociados a cierta sensaci¨®n de final de ciclo. Que sobre la base de lo logrado la relaci¨®n aspire a reinventarse ser¨ªa una f¨¦rtil manera de transformar la crisis en una oportunidad para alentar aquel salto cualitativo que tire partido de la mejora del ¨²ltimo lustro.
La cuesti¨®n central no es consolidar y equilibrar lo avanzado sino definir el alcance de la agenda que ha de guiar la relaci¨®n en los a?os futuros
El papel de Espa?a en la Iniciativa de la Franja y la Ruta, lanzada por China en 2013, pudiera representar un eje sustancial a mayores capaz de elevar el nivel del relacionamiento bilateral. En la ¨²ltima pol¨ªtica de Espa?a hacia Asia, recientemente aprobada, se recomienda dotarse de una estrategia espec¨ªfica en tal sentido. El proyecto de la Franja y la Ruta podr¨ªa actuar as¨ª como bandera de enganche principal para suplementar la relaci¨®n Espa?a-China. Hoy disponemos en tal sentido de activos como el tren Yiwu-Madrid, que a¨²n requiere ajustes importantes en su funcionamiento. Algunos est¨¢n en marcha. Tambi¨¦n los puertos espa?oles han pasado a comprender las posibilidades que pudiera brindar la Ruta Mar¨ªtima de la Seda. Incluso el corredor mediterr¨¢neo tiene aqu¨ª una opci¨®n a considerar para convertirse en paradigma de la coordinaci¨®n bilateral de estrategias de desarrollo. La opci¨®n de un Alto Comisionado, o figura similar, para la Franja y la Ruta pudiera representar m¨¢s que un gesto para trazar otras posibilidades de cooperaci¨®n menos presentes en la agenda bilateral.
Espa?a tiene el tiempo acotado. A medida que otros actores mejor posicionados de nuestro entorno ganen proyecci¨®n, la buena sinton¨ªa pol¨ªtica de la que siempre se presume ir¨¢ perdiendo valor y nuestra condici¨®n perif¨¦rica se acentuar¨¢. Es verdad que China y Espa?a abrigan simpat¨ªas que trascienden las diferencias. Y estas ¨²ltimas seguir¨¢n siendo inocultables, por ejemplo, en materia de derechos humanos, sistema pol¨ªtico, etc¨¦tera. Lo cual no obsta para que se suscriban principios de otro orden que parten aguas en el actual momento internacional como la defensa del multilateralismo o el librecomercio. Sobre la base del reconocimiento de este contexto cabr¨ªa desear una mejora sustantiva del entramado institucional que anude al alza el r¨¢pido desarrollo de la cooperaci¨®n econ¨®mica y comercial. Por su parte, la expansi¨®n de la alianza estrat¨¦gica debe ensayar la incorporaci¨®n de otros elementos potenciadores de la sociedad civil y apostar por la creaci¨®n de instrumentos ad hoc y documentos gu¨ªa que definan el tono de nuestras iniciativas, sin esperar a que la parte china tire del carro como tantas veces ha sucedido.
Xulio R¨ªos es director del Observatorio de la Pol¨ªtica China. Acaba de publicar La China de Xi Jinping (Editorial Popular).
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