El largo adi¨®s de la guerra fr¨ªa en Asia
El aparente deshielo entre las dos Coreas ha alentado la expectativa de que se abra un di¨¢logo similar entre China y Taiw¨¢n, pero las tensiones siguen activas
?Podemos comparar las dos Coreas y los dos lados del estrecho de Taiw¨¢n? La Guerra Fr¨ªa que termin¨® en Europa en 1989 con la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn persisti¨® en Asia m¨¢s all¨¢ de la extinci¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica (1991) con esos dos focos de tensi¨®n cuyo final parece incierto a¨²n. El giro copernicano experimentado en la pen¨ªnsula coreana en las ¨²ltimas semanas concita la esperanza entre quienes conf¨ªan en que la nueva espiral negociadora conduzca primero al compromiso de desnuclearizaci¨®n y despu¨¦s a la unificaci¨®n. No parece f¨¢cil ni que est¨¦ cerca. Frente a la bravuconer¨ªa y alarmas reiteradas consustanciales al affaire de la pen¨ªnsula, las cosas en el estrecho de Taiw¨¢n parecen discurrir de forma m¨¢s calmada, pero tambi¨¦n los sobresaltos podr¨ªan llegar m¨¢s pronto que tarde.
Tanto en la pen¨ªnsula coreana como en el estrecho de Taiw¨¢n cabe apreciar el enfrentamiento civil e ideol¨®gico como causas iniciales de una separaci¨®n que se alarga por varias d¨¦cadas. En ambos casos tambi¨¦n, la presencia de Estados Unidos y China les atribuye un rol decisivo en la gesti¨®n de ambos contenciosos aunque el estatus efectivo de Taiw¨¢n difiere notablemente de las dem¨¢s partes. Mientras las dos Coreas son internacionalmente reconocidas y Estados miembros de la ONU, la Rep¨²blica de China, m¨¢s conocida como Taiw¨¢n, es un Estado de hecho apenas reconocido por una veintena de Estados (tras la reciente desafecci¨®n de Rep¨²blica Dominicana).
Aunque durante d¨¦cadas el derrotado Kuomintang mantuvo la ficci¨®n de ser continuador de la Rep¨²blica de China proclamada en 1911, Pek¨ªn considera que esta fue liquidada en 1949, por lo que solo la Rep¨²blica Popular China es el ¨²nico Gobierno leg¨ªtimo. Por esa raz¨®n, China nunca tratar¨¢ a Taiw¨¢n como un igual, lo considera una mera provincia y procura su ostracismo internacional.
El deshielo en la pen¨ªnsula coreana tras la cumbre celebrada en abril entre los l¨ªderes de las dos Coreas, Kim Jong-un y Moon Jae-in, alent¨® la expectativa de que un di¨¢logo similar se pudiera celebrar entre la China continental y Taiw¨¢n. El acuerdo de paz e incluso un calendario para la unificaci¨®n estuvo cerca durante el mandato del kuomindanista Ma Ying-jeou (2008-2016), pero esa trayectoria se frustr¨® tras la victoria en 2016 del soberanista Partido Democr¨¢tico Progresista (o Minjindang). Tras el encuentro Moon-Kim, la presidenta taiwanesa, Tsai Ing-wen, sugiri¨® la posibilidad de mantener una reuni¨®n con Xi Jinping, en condiciones de igualdad. Fue posible en noviembre de 2015 en Singapur, entre Ma y Xi, pero ahora una proposici¨®n as¨ª suena a brindis al sol. Aquella cumbre, ciertamente hist¨®rica, vino a sellar la fase de mayor entendimiento entre ambas partes, pero no tuvo continuidad.
La relaci¨®n es desigual. China se sit¨²a en un plano superior y supedita el di¨¢logo a la aceptaci¨®n previa del principio de ¡°una sola China¡±
La relaci¨®n a trav¨¦s del estrecho es completamente desigual. China se sit¨²a en un plano superior y supedita cualquier di¨¢logo a la aceptaci¨®n previa del principio de ¡°una sola China¡±. Y reconocerlo supondr¨ªa para el Minjindang un suicidio pol¨ªtico. En ese bucle no hay evoluci¨®n posible. Es por ello que China intenta influir en la pol¨ªtica taiwanesa para destronar a los soberanistas, a quienes acusa de trabajar por la independencia, como recientemente reconoci¨® el propio primer ministro, Lai Ching-te.
La evoluci¨®n de China hacia una econom¨ªa de mercado, caracter¨ªstica de la pol¨ªtica de reforma y apertura, facilit¨® un cambio de tendencia en las relaciones a trav¨¦s del estrecho. Los bombardeos continentales sobre las islas de Kinmen y Matsu, habituales durante el mao¨ªsmo, fueron sustituidos por pol¨ªticas de captaci¨®n de inversiones de las grandes empresas taiwanesas. Su milagro como tigre asi¨¢tico inspir¨® en buena medida las pol¨ªticas de Deng Xiaoping. Tras el ingreso en la Organizaci¨®n Mundial del Comercio en 2001 y el entendimiento entre el Partido Comunista de China y el Kuomintang en 2005 se desat¨® una fiebre de intercambios. China es hoy el primer socio comercial de Taiw¨¢n y le provee de un super¨¢vit por valor de 27.000 millones (datos de 2015).
Pero la transformaci¨®n econ¨®mica de China en las ¨²ltimas d¨¦cadas se hizo a expensas de un blindaje ideol¨®gico que se acent¨²a. Tras los fastos del bicentenario del nacimiento de Marx (1818-1883) en el Gran Palacio del Pueblo, quienes en Taiw¨¢n alertan sobre el ¡°peligro comunista¡± tendr¨¢n argumentos para resucitar la contradicci¨®n ideol¨®gica de un pasado que parec¨ªa condenado a mejor vida. Taip¨¦i, por el contrario, exhibe su vibrante democracia como un ejemplo para Asia y para el mundo, descalificando el parecer de quienes la consideran incompatible con el orbe de inspiraci¨®n confuciana.
China y Estados Unidos cooperan en la pen¨ªnsula coreana. Cierto que las ambig¨¹edades chinas no se han disipado del todo, pero cabe reconocer que Pek¨ªn, por decisi¨®n propia o por presi¨®n, se acerc¨® a las tesis occidentales hasta el punto de deteriorar su relaci¨®n privilegiada con Pyongyang. Xi Jinping debi¨® maniobrar abruptamente para no verse fuera de juego en el nuevo rumbo de di¨¢logo liderado por Se¨²l.
Seg¨²n un militar taiwan¨¦s retirado, China prepara una guerra parcial, limitada y no nuclear en la que EE UU tendr¨¢ dif¨ªcil intervenir
Sin embargo, en el estrecho las divergencias entre ambas potencias van a m¨¢s. En el ¨²ltimo a?o, el presidente norteamericano, Donald Trump, ha propiciado una intensificaci¨®n de los v¨ªnculos con Taiw¨¢n en todos los planos, lo que en Pek¨ªn se interpreta como un aliento interesado a las veleidades independentistas. As¨ª, parad¨®jicamente, mientras las Coreas parecen estar m¨¢s cerca de la paz, en el estrecho las partes parecen acercarse m¨¢s a la guerra. Kung Chia-cheng, un vicealmirante taiwan¨¦s retirado, est¨¢ convencido de que China prepara una guerra parcial, limitada y no nuclear en la que Estados Unidos tendr¨¢ dif¨ªcil intervenir y que ser¨¢ complejo de resistir para Taiw¨¢n. Y cuando la Casa Blanca dio el visto bueno a que los buques de la Armada estadounidense puedan hacer escalas y repostajes en los puertos taiwaneses, Li Kexin, un ministro consejero de la Embajada china en Estados Unidos, advirti¨® que el d¨ªa en que lleguen a Kaohsiung esos buques ser¨¢ el d¨ªa en que el Ej¨¦rcito chino unifique a Taiw¨¢n por la fuerza.
No existe relaci¨®n de causa-efecto inmediata entre la situaci¨®n en Corea y el estrecho de Taiw¨¢n. Como tampoco la anhelada distensi¨®n sobrevenida del pr¨®ximo encuentro Kim-Trump puede llevar a la unificaci¨®n de la pen¨ªnsula de forma autom¨¢tica, al menos bajo la bandera de conveniencia de Estados Unidos. Un hipot¨¦tico ¡°intercambio de cromos¡± tampoco parece factible, ni para Pek¨ªn ni para la Casa Blanca. Los factores estrat¨¦gicos, en un contexto de rivalidad creciente, desaconsejan tales arreglos, si en alg¨²n momento fueran posibles.
El l¨ªder chino Xi Jinping dijo en 2013 que este asunto no podr¨ªa ir pasando de generaci¨®n en generaci¨®n. El car¨¢cter central de la cuesti¨®n de Taiw¨¢n para Pek¨ªn y el revisionismo de la pol¨ªtica taiwanesa de Estados Unidos puede convertir a Taip¨¦i en el coraz¨®n de unas disputas de tal potencial que la temida guerra comercial podr¨ªa ser poco m¨¢s que un juego de ni?os.
Xulio R¨ªos es director del Observatorio de la Pol¨ªtica China.
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