Urge poner fin a la decepci¨®n europea
La Uni¨®n necesita un impulso de futuro, que peligra por el ascenso de los nacional populismos que amenazan con desbordarnos
El escritor brit¨¢nico Lewis Carroll, autor de Alicia en el pa¨ªs de las maravillas, nos recuerda que ¡°es una memoria pobre la que solo funciona hacia atr¨¢s¡±. La crisis en diferido, siempre postergada, del proyecto europeo, la casa maravillosa en su concepci¨®n pero nunca acabada, ser¨ªa hoy una fiel fotograf¨ªa de esta memoria de la Uni¨®n Europea que tiende a cronificar su malestar. Necesita un impulso de futuro, que peligra por el ascenso de los nacionalpopulismos.
?C¨®mo es posible que uno de los tres grandes bloques mundiales, con el 7% de la poblaci¨®n, y en riqueza econ¨®mica, el 25% del PIB mundial; con una notable capacidad tecnol¨®gica, y que gasta el 50% del presupuesto planetario en bienestar social, tenga tan dudosa capacidad de cautivar a la ciudadan¨ªa europea?
En el mundo perplejo que vivimos, con problemas globales imposibles de afrontar con respuestas nacionales, es imprescindible volver al cobijo de una Europa protectora, que empieza a entender que debe buscar su propio paraguas de seguridad. La fe en la dependencia de EE?UU es una memoria pobre que no debemos profesar. S¨ª una Europa s¨ªmbolo de libertades, de sociedades abiertas de individuos, no de pueblos, de tolerancia que proyectar hacia el futuro, con pol¨ªticas concretas, sostenibles, y que den respuestas precisas a su poblaci¨®n.
Mejora de su nivel de vida, estrechamiento de las divergencias econ¨®micas entre los pa¨ªses del norte, el este ¡ªdecepcionado porque no alcanza la prosperidad de los fundadores de la UE¡ª y el sur. Un relato positivo que cautive a los ciudadanos y contrarreste el cuento del miedo del alud populista, crecepelo m¨¢gico de respuestas simples a problemas muy complejos.
Las elecciones, a finales del pr¨®ximo mayo, al Parlamento Europeo suponen una oportunidad. Los j¨®venes europeos, que votan poco, pueden ser decisivos. No debemos permitir, como ha ocurrido en Reino Unido con el Brexit, que la generaci¨®n de m¨¢s edad condene el futuro de sus j¨®venes. Estos debieran atender la famosa llamada que John F. Kennedy realiz¨® en su discurso inaugural: ¡°No pregunt¨¦is lo que EE UU (Europa en este caso) puede hacer por vosotros, sino lo que vosotros pod¨¦is hacer por EE?UU¡±. Recomiendo echar un vistazoal programa creado por la Comisi¨®n Europea ?Qu¨¦ hace Europa por m¨ª? Impresiona la cantidad, calidad y diversidad de acciones en marcha para mejorar nuestras vidas. Son variadas las razones: pol¨ªticas, econ¨®micas, jur¨ªdicas y de comunicaci¨®n por las que Europa nos decepciona. Una de las m¨¢s importantes es el olvido de la ciudadan¨ªa en el proceso de la integraci¨®n.
El soci¨®logo alem¨¢n Ulrich Beck nos recordaba que en el transcurso de la uni¨®n pol¨ªtica se ha ignorado durante demasiado tiempo la cuesti¨®n capital: la de la sociedad europea ¡ªy se ha echado con ello la cuenta sin contar con el due?o, el ciudadano¡ª. No os olvid¨¦is de la sociedad. No hagamos un viaje de huida hacia el futuro del siglo XIX. Urge poner fin a la decepci¨®n europea.
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