Los troles de la pol¨ªtica
Ya no importan los datos ni los hechos. Lo que importa es producir frases estridentes capaces de convertirse en titulares y tener un largo recorrido en las redes sociales
Los troles eran unos seres peque?os, sucios y peludos que, seg¨²n la mitolog¨ªa escandinava, surg¨ªan de la oscuridad de los bosques para raptar a ni?os y cometer todo tipo de tropel¨ªas con las que perturbar la vida de la comunidad. En el argot de Internet, un trol es un internauta que interviene en los debates para, habitualmente desde el anonimato, provocar a los adversarios de forma grosera y desestabilizar la conversaci¨®n.
Poco a poco, esta forma de actuar ha ido invadiendo la conversaci¨®n p¨²blica. La hemos visto destrozar el h¨¢bitat de las redes sociales y de los medios de comunicaci¨®n y ahora amenaza con contagiar tambi¨¦n la forma de hacer pol¨ªtica. Los que distorsionan el debate en las redes sociales ya no son an¨®nimos, como tampoco lo son los pol¨ªticos que recurren al insulto, el exabrupto, la exageraci¨®n o la hip¨¦rbole con el ¨²nico prop¨®sito de llamar la atenci¨®n y colonizar el espacio p¨²blico. Mientras se habla de sus excesos no se habla de otra cosa. Ni el Parlamento se libra de su incordiante protagonismo.
Estos pol¨ªticos act¨²an como troles de la democracia y puede ocurrir lo mismo que cuando los medios de comunicaci¨®n abrieron las noticias a comentarios. Su prop¨®sito era fomentar la participaci¨®n de los lectores y facilitar una conversaci¨®n que enriqueciera los contenidos. Sucedi¨® todo lo contrario. En cuanto se abri¨® la puerta, entraron los troles con sus improperios y lo que provocaron fue la huida de los lectores interesados en un debate constructivo.
Ahora vemos emerger un tipo de pol¨ªticos que desprecian la verdad y no tienen inconveniente en distorsionar la realidad hasta hacerla irreconocible. Ya no importan los datos ni los hechos. Lo que importa es producir frases estridentes contra el adversario capaces de convertirse en titulares y tener un largo recorrido en las redes sociales. Cada d¨ªa fabrican c¨¢psulas medi¨¢ticas capaces de impactar en las audiencias aprovechando la querencia de los medios y las redes por los antagonismos y el enfrentamiento. Para ellos, el Parlamento ya no es esa C¨¢mara en la que confrontar ideas y propuestas, sino el escenario desde el cual lanzar con m¨¢s fuerza las c¨¢psulas de su argumentario. Si esta forma de actuar se extiende, es f¨¢cil prever el efecto: la desafecci¨®n y el desistimiento de la ciudadan¨ªa interesada en un buen debate p¨²blico. La mejor forma de hacer antipol¨ªtica.
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