?Otro Estatut?

El pr¨®ximo 12 de diciembre se celebrar¨¢ en el Congreso un pleno sobre Catalu?a. A la vista de las pasiones que el tema suscita, y de la baja calidad de los debates parlamentarios ¨²ltimamente, quiz¨¢ sea recomendable instalar en el sal¨®n de plenos, junto a la mesa de los estenotipistas, un anem¨®metro que indique a la presidenta cuando la borrasca de acritud supere l¨ªmites que aconsejen suspender la sesi¨®n. Pero termino de escribir esta frase y ya me arrepiento: no llamemos al mal tiempo y confiemos en la capacidad de nuestros representantes de discutir con tino y mesura.

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Rivera se opone a votar un nuevo Estatut para Catalu?a

S¨¢nchez propone votar un nuevo Estatuto para resolver la crisis en Catalu?a

Porque discutir es seguro que se discutir¨¢. Ha trascendido que el presidente del Gobierno quiere ofrecer un nuevo Estatuto a la comunidad catalana. Al menos, esa es la expectativa creada por los medios. Albert Rivera ya ha anunciado que esa oferta es un error; dado que su partido lidera la oposici¨®n en Catalu?a, y Ciudadanos es indispensable en cualquier operaci¨®n estatutaria, la suya no es una objeci¨®n a echar en saco roto. En realidad, se trata de acertar con eso que los italianos llaman tempistica. Y es que hasta el propio Pasqual Maragall termin¨® admitiendo que fue un error forzar el Estatut de 2006 sin haber procedido a la reforma constitucional previa, reconociendo impl¨ªcitamente que no estaban desprovistos de raz¨®n quienes vieron en el texto tacha de inconstitucionalidad.

Lo mismo cabe decir hoy: promover otro Estatuto sin haber procedido antes a la reforma constitucional es una invitaci¨®n no a repetir nuestro pasado, sino al m¨¢s penoso trance de repetir nuestro presente. Porque otro aspecto complica m¨¢s el brete ahora. En 2006, la apuesta por el nuevo Estatut se hizo por y para el catalanismo, cuya hegemon¨ªa se disfrazaba de consenso. Hoy sabemos que ese consenso no es tal y debe ser renegociado en el seno de la sociedad catalana. Ayudar¨ªa a visualizarlo si Ciudadanos hiciera su propia oferta estatutaria: un nuevo Estatuto que incluyese, por ejemplo, igual y sim¨¦trico rango para catal¨¢n y espa?ol, la implantaci¨®n de una escuela biling¨¹e o el traslado de la Diada del 11 de septiembre a Sant Jordi. La oferta no tendr¨ªa recorrido, pero s¨ª la bondad de patentizar las muy distintas preferencias que tiene hoy el catal¨¢n que apoya a In¨¦s Arrimadas del catal¨¢n que apoya a Quim Torra.

Es decir, si el Estatut de 2006 ya fue divisivo y acab¨® mal, ninguna raz¨®n hay para pensar que un nuevo Estatut, y m¨¢s a¨²n uno de inspiraci¨®n nacionalista, no vaya a acabar peor. Alg¨²n d¨ªa Catalu?a volver¨¢ a votar una norma de autogobierno moderna y eficaz, pero no podr¨¢ ser antes de que la propia sociedad catalana haya hecho las paces con su pluralismo interno. Lo mejor que puede hacer Madrid es ayudar a promover ese di¨¢logo entre catalanes. No tomemos, antes de tiempo, la misma curva donde el coche se accident¨®.