F¨²tbol pa¨ªs
La idea de que en el nombre del f¨²tbol puede hacerse cualquier cosa tiene, aqu¨ª, car¨¢cter de convicci¨®n: de derecho
Hinchas de River apedrearon el bus en que el equipo de Boca llegaba al estadio para jugar la final de la Copa Libertadores. Los jugadores resultaron heridos. La final se suspendi¨®. Ni siquiera fueron los primeros incidentes del a?o, pero la indignaci¨®n se puso en marcha se?alando la connivencia entre barras bravas y polic¨ªa, entre f¨²tbol y pol¨ªtica. Es una indignaci¨®n hip¨®crita. La idea de que en el nombre del f¨²tbol puede hacerse cualquier cosa tiene, aqu¨ª, car¨¢cter de convicci¨®n: de derecho. En lo visible ¡ªesa final¡ª y en lo que no se ve: hace meses, una ley votada gentilmente por oficialistas y opositores cedi¨® a un club de la B, Atlanta, un predio que pertenece al Gobierno de la ciudad ubicado en Villa Crespo, barrio tranquilo en el coraz¨®n de Buenos Aires. El club obtuvo derechos de explotaci¨®n por 40 a?os y, a su vez, lo alquil¨® a dos privados que construyen all¨ª el estadio cubierto m¨¢s grande de Latinoam¨¦rica, para 16.000 personas, destinado a espect¨¢culos musicales y otros. Los vecinos ven llegar lo inevitable: la gentrificaci¨®n, el caos, el fin de la vida que conocen. El jefe de Gobierno dice que no es problema suyo sino ¡°asunto entre privados¡±. El vicepresidente del club dice que: ¡°Las cosas son as¨ª: cada uno defiende lo suyo¡±. Los vecinos, arrojados a la intemperie por sus gobernantes, pelean con armas inocuas: hicieron una petici¨®n en Change.org para que, al menos, el estadio se destine solo a cuestiones deportivas. En un pa¨ªs donde las indignaciones no fueran bisuter¨ªa barata esa petici¨®n se har¨ªa viral. En el pa¨ªs que se indigna aparatosamente por el f¨²tbol que supo conseguir, pero sigue orgulloso de que esa ¡°pasi¨®n¡± todo lo justifique ¡ªaun la muerte y el avasallamiento¡ª, no lo es y no lo ser¨¢ nunca.
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