Mr. S¨¢nchez y el Sr. S¨¢nchez
Reducir la agenda internacional a mero oportunismo ser¨ªa de una miop¨ªa absurda
La visita de Xi Jinping llega en un momento oportuno, con Borrell en el disparadero. Con todo, el presidente del Gobierno lleva tiempo apostando por una agenda internacional poderosa. Viene de Cuba, viaje con un fuerte valor simb¨®lico, y de la batalla de Gibraltar en Bruselas, donde se ha anotado un ¨¦xito por m¨¢s que la derecha trate de ensombrecer la soluci¨®n en los m¨¢rgenes de la posverdad. En pocos d¨ªas, estar¨¢ en la foto del G-20 en Buenos Aires. Con el patio dom¨¦stico sobresaltado por el bloqueo presupuestario y el filibusterismo parlamentario asfixiante, la pol¨ªtica internacional es una apuesta oxigenadora. Ah¨ª los galones van de suyo, y adem¨¢s S¨¢nchez parece m¨¢s desenvuelto, tal vez por su dominio del ingl¨¦s, que sus predecesores, y en particular Rajoy. De modo que el presidente por ahora prefiere dejar de lado al Sr. S¨¢nchez y ejercer de Mr. S¨¢nchez.
En definitiva, Pedro S¨¢nchez est¨¢ muy familiarizado con la dualidad. Es parte de su idiosincrasia. M¨¢s all¨¢ de la teor¨ªa de su n?2 para distinguir al presidente S¨¢nchez de simplemente Pedro, separando al prepresidente del presidente, siempre se ha destacado su capacidad proteica, muy apropiada para los tiempos l¨ªquidos de la posmodernidad. S¨¢nchez podr¨¢ decir, como Borges, ¡°yo que tantos hombres he sido¡¡±; y de momento ha aparcado un tanto a su yo dispuesto a encauzar el conflicto catal¨¢n, donde ahora se aplica la receta del efecto bals¨¢mico del tiempo, y a sacar la aprobaci¨®n de las cuentas firmadas solemnemente con Podemos para desarrollar un programa social. S¨¢nchez no quiere conflictos con Europa, y mucho menos presupuestarios. As¨ª que ha optado por gobernar con decretos y volcarse en la agenda internacional. Y desde luego, aunque Espa?a no se vaya a sumar a la Nueva Ruta de la Seda, va a aprovechar la primera visita del Gran Drag¨®n m¨¢s de una d¨¦cada despu¨¦s con la prosopopeya ad hoc.
Para Espa?a era apremiante recuperar posiciones porque ha devenido en actor de reparto en Europa, aun siendo la cuarta econom¨ªa de la UE, y en el tablero global. No hay que reprochar a S¨¢nchez que vuelque energ¨ªa ah¨ª, aunque a la vez le sirva de refugio. Por supuesto necesita manejar los tiempos. Su socio, Pablo Iglesias, al ver decaer su sociedad presupuestaria de intereses mutuos, ha convocado ya a los suyos para acuartelarlos con tambores preelectorales. Y ciertamente el Gobierno, sin cuentas para refrescar iniciativas, est¨¢ maltrecho. Lo que se conoci¨® como?governo bonito, equiparando su alineaci¨®n lustrosa a la canarinha siempre llena de estilistas, est¨¢ bastante descacharrado tras dos hundidos y cuatro tocados: Pedro Duque y Nadia Calvi?o, pero sobre todo Dolores Delgado y m¨¢s a¨²n Borrell, con un bald¨®n que puede hacer encallar otra vez su brillant¨ªsima proyecci¨®n pol¨ªtica. Ahora toca esperar noticias electorales sobre el granero andaluz, el debilitamiento de Casado, la irrupci¨®n de VOX, que surte de munici¨®n moral para el discurso, y las alianzas.
Reducir la agenda internacional a mero oportunismo ser¨ªa, sin embargo, de una miop¨ªa absurda. En julio, al comparecer en el Congreso con su programa de gobierno, el presidente ya vaticin¨® una pol¨ªtica exterior m¨¢s comprometida: "Espa?a puede y debe desempe?ar un papel m¨¢s activo en la esfera internacional¡±. Eso inclu¨ªa, adem¨¢s de la Asamblea General de la ONU, la cumbre Iberoamericana en Guatemala y la reuni¨®n del G-20 en Buenos Aires, sumarse a "todos los debates de la OTAN", restablecer una relaci¨®n viva con Iberoam¨¦rica y ?frica, y en particular Marruecos, un "pa¨ªs vecino y amigo que va a ocupar un lugar destacado en esos contactos bilaterales". Tras el Marianismo, casi al¨¦rgico a las fronteras m¨¢s all¨¢ de las agendas bilaterales, supone una apuesta fuerte. Mr. S¨¢nchez se ha impuesto al Sr. S¨¢nchez. ?l no ignora, como ense?¨® otro presidente chino a Felipe, que no importa gato blanco o gato negro si caza ratones. Ya habr¨¢ urnas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.