Un pol¨ªtico capaz
Ciudadanos y partidos deber¨ªamos preguntarnos si alguien titulado es v¨¢lido para representarnos
Finalmente, Cristina Cifuentes ha sido procesada por un m¨¢ster (presuntamente) fraudulento. Pero no est¨¢ sola en ello: se le une Enrique ?lvarez Conde, antiguo director del Instituto de Derecho P¨²blico de la Universidad Rey Juan Carlos. Es decir: la colaboraci¨®n de la instituci¨®n educativa fue, aparentemente, necesaria para urdir una trama. Una que, si leemos adecuadamente, nos da pistas sobre un problema estructural de la universidad espa?ola. Y de nuestra relaci¨®n con ella como sociedad.
Aunque es probable que esto cambie a partir de ahora, en Espa?a hemos tendido a valorar la tenencia de un t¨ªtulo universitario por s¨ª mismo, y no por su adecuaci¨®n para un perfil espec¨ªfico, ni por la calidad cr¨ªtica o contenido de los estudios. Trasladado a nuestros l¨ªderes pol¨ªticos, que al fin y al cabo tienden a ser un reflejo de sus votantes en cualquier lugar del mundo, eso significa que la acumulaci¨®n de l¨ªneas de curr¨ªculum cuenta dentro y fuera de los partidos por el mero hecho de estar ah¨ª.
Pero la pol¨ªtica es una profesi¨®n que consume tiempo, que no deja espacio para largas carreras acad¨¦micas. Algunos departamentos de ciertas universidades, p¨²blicas o privadas, est¨¢n dispuestas a resolver este dilema. Es lo que, presuntamente, suced¨ªa con el instituto que dirig¨ªa ?lvarez Conde. Estas unidades acad¨¦micas no basaban su supervivencia en la excelencia de su investigaci¨®n, ni en su inserci¨®n en las comunidades internacionales del saber. No: se manten¨ªan gracias a la producci¨®n en serie de t¨ªtulos poco sustanciosos, accesibles, y, si era necesario, con esfuerzos extra (e irregulares) para conseguir los aprobados necesarios para ciertas personas.
Porque a esto cabe a?adir la relaci¨®n que existe entre estas unidades y las propias administraciones. Por supuesto que la educaci¨®n p¨²blica necesita, merece incluso, generosa financiaci¨®n. Pero cuando esta no se otorga por criterios acad¨¦micos claros, transparentes, homologados con el resto del mundo, la decisi¨®n se transforma en una de afinidades, de intereses. En ¨²ltimas: de intercambio de favores. Pol¨ªticos con poco tiempo, muchas ganas de obtener un t¨ªtulo y escasos escr¨²pulos se acercan a departamentos mediocres que basan su estrategia en serlo y en estar cerca de quien conviene. Pero todo ello se enmarca en un sistema universitario que, sobre todo en el nivel de posgrado, presenta programas de calidad y exigencia desiguales. Sin este contexto, sin esta tendencia a titular por titular, el intercambio vicioso ser¨ªa m¨¢s improbable.
El caso de Cristina Cifuentes y ?lvarez Conde sirve por tanto como ejemplo paradigm¨¢tico para buscar soluciones estructurales que favorezcan la independencia y la excelencia de la universidad p¨²blica. Adem¨¢s, ciudadanos y partidos deber¨ªamos valorar m¨¢s la apertura de la representaci¨®n a perfiles m¨¢s variados, pregunt¨¢ndonos a partir de ahora si un pol¨ªtico titulado equivale a un pol¨ªtico capaz.
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