Un suced¨¢neo

Cuatro l¨ªderes independentistas han decidido iniciar una huelga de hambre indefinida. Con este gesto, quieren hacer p¨²blica su protesta contra el hecho de que permanezcan sin resolver sus recursos de amparo que el Tribunal Constitucional acept¨® a tr¨¢mite, lo que les ha impedido recurrir ante la justicia europea. La decisi¨®n tiene lugar apenas semanas antes de que se inicie la vista oral del juicio que se sigue contra ellos y el resto de sus compa?eros en el Tribunal Supremo. Esta circunstancia hace dif¨ªcil comprender las razones de fondo para elegir ahora la huelga de hambre como medio para dar publicidad a sus reivindicaciones, cuando publicidad es lo que no falta en la fase del proceso que est¨¢ por abrirse.?

Deplorar en t¨¦rminos humanos una decisi¨®n de la que les costar¨¢ desdecirse porque coloca fatalmente en un mismo plano el cr¨¦dito pol¨ªtico y el orgullo personal no puede ser un obst¨¢culo para que se analicen sus consecuencias sobre un conflicto que reclama v¨ªas racionales de soluci¨®n, no m¨¢s sobrecarga emocional. Poner su vida en peligro no exonera a estos l¨ªderes de la grave responsabilidad que est¨¢n contrayendo frente a sus compa?eros de ERC que no han secundado la protesta, as¨ª como frente a los ciudadanos de Catalu?a y del resto de Espa?a que desean encontrar una salida. Los huelguistas no pueden llamarse a enga?o: la unidad que en su caso llegar¨¢n a concitar en torno a este gesto no es la del independentismo, sino la de los ciudadanos que, sea cual sea su posici¨®n pol¨ªtica, no ignoran el valor de la vida humana ni el de la dignidad de las instituciones. Nada se desvela a los cuatro l¨ªderes en huelga record¨¢ndoles que la jurisprudencia espa?ola impide que un recluso llegue a las ¨²ltimas consecuencias de una decisi¨®n como la que han tomado. Pero tampoco dirigi¨¦ndoles una de las m¨¢s graves acusaciones que cabe contra un l¨ªder: reclamar la atenci¨®n de los ciudadanos hacia la situaci¨®n personal en la que sus acciones les colocaron en lugar de contribuir a la soluci¨®n de las consecuencias generales provocadas. La huelga de hambre de los cuatro l¨ªderes independentistas no es, as¨ª, el resultado de un admirable sacrificio en el altar de su naci¨®n, sino de una intolerable exigencia para que los ciudadanos de Catalu?a antepongan en su ¨¢nimo los intereses de cuatro de ellos a cualquier otro problema. Incluidos los que empujaron a las calles a colectivos sociales perjudicados por una crisis cuyos efectos s¨®lo podr¨¢n paliarse mediante la negociaci¨®n.

La huelga de hambre iniciada por los cuatro l¨ªderes independentistas no interpela en primera instancia a los tribunales ¡ªtanto espa?ol como, en su caso, europeo¡ª que juzgar¨¢n los delitos por los que est¨¢n procesados, sino a las fuerzas pol¨ªticas que comparten con ellos el programa de la secesi¨®n. Son estas fuerzas las que deben decidir si aceptan que su causa se defienda cerrando cualquier v¨ªa de soluci¨®n negociada a los problemas de Catalu?a, que no son s¨®lo los que padecen los huelguistas. Esta protesta extempor¨¢nea y extrema reclama sustituir con el suced¨¢neo de una unidad emocional la unidad pol¨ªtica que el independentismo no encuentra. Lo peor de ese suced¨¢neo es que no se limita a cerrar preventivamente las salidas posibles, sino que exige renunciar temerariamente a toda alternativa.