Es m¨¢s complicado
La soluci¨®n de la mayor¨ªa de los problemas exigen sacrificios enormes, pero los pol¨ªticos prefieren ofrecer la Luna y aparentar que todo se resuelve con un decreto ley, un tuit o una pose para los informativos
Una de las peores calamidades tra¨ªdas por el nacionalpopulismo que, de una u otra forma, se abre paso en todas partes es la imposici¨®n de la idea de que los problemas, hasta los m¨¢s complejos, tienen f¨¢cil soluci¨®n. Para los charlatanes al mando, basta voluntad pol¨ªtica, audacia suficiente y una peque?a dosis de un indefinido di¨¢logo para hacer frente a desaf¨ªos como la emigraci¨®n, el cambio clim¨¢tico, el envejecimiento de la poblaci¨®n, la desigualdad econ¨®mica o la equiparaci¨®n de g¨¦neros.
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La realidad es bien diferente. La mayor¨ªa de esos retos exigen planificaci¨®n a largo plazo, trabajo sistem¨¢tico y proyectos pactados en dif¨ªciles negociaciones que obligan a renuncias dolorosas. Pero los pol¨ªticos de hoy prefieren ofrecer la Luna y aparentar que todo se resuelve sencillamente con un decreto ley, un tuit o una bonita pose para los informativos. Todo a corto plazo. Todo con rapidez. Es m¨¢s c¨®modo eso que explicar a los ciudadanos que la soluci¨®n de la mayor¨ªa de los problemas actuales exigen sacrificios enormes, que muchos de ellos solo pueden resolverse parcialmente y que algunos simplemente no tienen soluci¨®n.
Se entiende la desesperaci¨®n de muchas personas que sufrieron extraordinariamente por la crisis de 2008 y que todav¨ªa no logran recuperarse. Se comprende la incertidumbre y la angustia por el futuro, que son factores que definen nuestra ¨¦poca. Se comparte incluso la indignaci¨®n de tanta gente que sali¨® a las calles en los ¨²ltimos a?os en busca de respuestas y de atenci¨®n. Pero muchas de las soluciones que obtuvieron y obtienen de los nuevos pol¨ªticos ¡ªy de otros viejos pol¨ªticos que se acomodaron a los tiempos¡ª tienen m¨¢s el prop¨®sito de regalarles el o¨ªdo y ganar votos que de encontrar sinceramente un arreglo. Se avecina una mayor frustraci¨®n.
El pasado 21 de noviembre, Donald Trump emiti¨® un comunicado sobre la pol¨ªtica exterior de su Gobierno a prop¨®sito del asesinado de Jamal Khashoggi y sus repercusiones en las relaciones con Arabia Saud¨ª, Ir¨¢n y todo Oriente Pr¨®ximo. Asunto complejo donde lo haya, pero el comunicado terminaba as¨ª: ¡°Es muy simple, se llama Am¨¦rica Primero¡±.
Trump, que unos d¨ªas antes hab¨ªa manifestado en un acto p¨²blico que le gusta definirse como ¡°un nacionalista¡±, ha conseguido convencer a muchos de sus compatriotas de que basta con poner los intereses nacionales por delante de los dem¨¢s para resolver temas del calibre del d¨¦ficit comercial con China, la globalizaci¨®n de los mercados de trabajo o la responsabilidad de la Administraci¨®n norteamericana en la seguridad mundial.
Fronteras y emigraci¨®n, un tema que compromete el futuro, ha sido tratado de forma muy superficial
Fronteras y emigraci¨®n es uno de los asuntos que m¨¢s compromete nuestro futuro y que de forma m¨¢s superficial ha sido tratado. Sigamos con el ejemplo de EE?UU, donde Trump decidi¨® que la ¨²nica forma de impedir la inmigraci¨®n ilegal era construir un muro y militarizar la frontera. El muro no ser¨¢ construido jam¨¢s y los militares que est¨¢n en la frontera se quejan a sus jefes por su inactividad y est¨¢n reclamando cuanto antes el regreso a una misi¨®n digna. Un fracaso, puro exhibicionismo. Frente a ello, el Partido Dem¨®crata expone protestas y nada m¨¢s. No hay un solo plan riguroso y veros¨ªmil sobre la mesa. Se queja de ello en una columna en The New York Times Sonia Nazario, autora del libro Enrique¡¯s Journey y experta en la materia: ¡°A los conservadores no les gusta mi llamamiento a tratar de forma humanitaria a los buscadores de asilo. La izquierda odia que les diga que les debemos dar poder y fondos a los responsables fronterizos para que detengan y deporten al 100% de aquellos que, tras un proceso justo, pierdan su demanda de asilo. Los republicanos necesitan un plan compasivo; los dem¨®cratas necesitan un plan¡±.
Otro asunto de los que exigen planificaci¨®n y prudencia. El pasado mes de octubre, un grupo conservador, Alliance Defending Freedom, present¨® una denuncia en apoyo de una chica que dice haber sido atacada en el ba?o de su colegio por un compa?ero nacido hombre pero que ahora se identifica como ¡°sexo fluido¡± y que, de acuerdo con una ley aprobada en 2016, tiene derecho a entrar en el ba?o del g¨¦nero con el que se considere m¨¢s identificado.
No se trata de un episodio que ocurra con frecuencia, pero basta un caso aislado para justificar ante algunos la pretensi¨®n del presidente Trump de determinar por ley la existencia ¨²nica de dos sexos: hombre y mujer. La primera inclinaci¨®n de cualquier persona defensora de la libertad y los derechos humanos ante una iniciativa as¨ª es la de que no se puede obligar a nadie por ley a ser de un sexo en el que no se reconoce ni se puede condenar a la marginaci¨®n a decenas de miles de transexuales. Pero es mucho m¨¢s complicado responder a la pregunta de si el Estado tiene alg¨²n papel que jugar en la definici¨®n de los sexos y de si deben existir l¨ªmites en esa definici¨®n. En ¨²ltima instancia, no por razones morales, sino porque existen m¨²ltiples actividades regidas por el Estado, desde las prisiones a los hospitales, que est¨¢n organizadas en funci¨®n del sexo de sus usuarios.
Nuestras sociedades est¨¢n asediadas por la injusticia y la desigualdad entre clases, razas, credos y sexos
Continuando en EE?UU, ?qui¨¦n es capaz de defender hoy la segregaci¨®n racial en la escuela? Por supuesto, nadie. Pero es innegable que el rendimiento escolar de los negros es inferior al de los blancos, y resulta demasiado sencillo atribuir ese d¨¦ficit ¨²nicamente a las desventajas econ¨®micas. Un colegio caro y progresista de Manhattan, Little Red School House, empez¨® el a?o pasado un proyecto arriesgado que agrupaba durante algunas horas y ciertos eventos de la semana a los estudiantes en funci¨®n de su origen cultural y racial. La escuela defiende que lo hizo con el prop¨®sito de estimular mediante el contacto personal a grupos culturales que normalmente van por detr¨¢s acad¨¦micamente. El proyecto dur¨® solo un a?o porque, como era de esperar, encontr¨® inmediata resistencia de parte de pol¨ªticos y autoridades escolares que lo consideraban un retroceso inaceptable.
De nuevo, no es un tema tan simple como aparenta. Beverly Daniel Tatum, una escritora afroamericana que en 1997 public¨® un pol¨¦mico libro titulado Why Are All the Black Kids Sitting Together in the Cafeteria, ha manifestado que muchos chicos negros identifican el buen comportamiento escolar como una caracter¨ªstica de los blancos, y se resisten o temen la sanci¨®n social de su entorno por imitar ese comportamiento; es decir, no estudian para no parecer blancos.
Lo cierto es que ni los responsables de Little Red School House ni Beverly Daniel Tatum est¨¢n defendiendo el regreso a la segregaci¨®n en la escuela porque, incluso aunque se demostrase m¨¢s eficaz desde el punto de vista educativo, es uno de esos asuntos de principios sobre los que no puede haber discusi¨®n, como la libertad de pensamiento o la igualdad ante la ley. Lo que trataban de hacer es demostrar que no basta con impedir la segregaci¨®n para resolver el grav¨ªsimo problema de que la comunidad afroamericana se est¨¢ quedando rezagada, y que no bastan solo bonitas declaraciones para hacerla avanzar.
Como no bastan para resolver ninguno de los verdaderos problemas actuales. Es relativamente sencillo identificar qu¨¦ es lo que no funciona en nuestras sociedades. Todos sabemos que nos asedia la injusticia y la desigualdad entre clases, razas, credos y sexos. Cualquiera de nosotros afronta dificultades cotidianas que comparte con miles de personas en su entorno y millones m¨¢s en todo el mundo. Y todos tienen el leg¨ªtimo derecho a reclamar una soluci¨®n cuanto antes. Nadie tiene por qu¨¦ resignarse a que su vida sea peor que la de sus padres. Pero ese derecho est¨¢ acompa?ado de la responsabilidad de implicarse en la b¨²squeda de la mejor soluci¨®n compartida, entendiendo que es tarea de todos y que no ser¨¢ f¨¢cil. Es m¨¢s complicado de lo que nos dicen.
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