El r¨¦gimen del f¨²tbol-machismo vigente
No se puede seguir tratando el f¨²tbol femenino como una especie de subf¨²tbol. El Mundial de 2019, a celebrar en Francia, va a ser una revoluci¨®n de la mirada
A?O DE 1912, en el campo del Fluminense, en R¨ªo de Janeiro. Un jugador, Carlos Alberto, ha tenido que maquillarse con polvo de arroz para blanquear su piel. En sus comienzos, en Brasil y en otros pa¨ªses, el f¨²tbol era una importaci¨®n brit¨¢nica para se?oritos y no estaban bien vistos en los grandes equipos ni los pobres ni los negros. De hecho, no se ve¨ªan. Por eso se maquill¨® Carlos Alberto. Todo parece ir bien para ¨¦l hasta que el sudor le devuelve su tono de piel y en las gradas estallan las risotadas y se corea el grito de: ¡°P¨® de arroz!¡±. En una iron¨ªa hist¨®rica, ese es el apodo popular con que es conocida hoy la afici¨®n del Flu: los del Polvo de Arroz.
A?o de 2018, en el Grand Palais de Par¨ªs, la futbolista noruega Ada Hegerberg, delantera del Olympique de Lyon, recibe el primer Bal¨®n de Oro que se entrega a una mujer. Te guste o no el f¨²tbol, cualquiera puede entender que se trata de un momento de valor simb¨®lico, en el que el trofeo de Ada es un acta de igualdad. Ella misma lo expresa en su mensaje. No habla de su triunfo, sino que se dirige a las otras j¨®venes: ¡°Por favor, creed en vosotras¡±. Pero no, tiene que irrumpir la desinteligencia en forma de machismo gracioso. Justo en ese instante, la pregunta que se le ocurre al animador es: ¡°Est-ce que tu sais twerker?¡±. Si sabe bailar perreo o perrear. Desde luego, a Luka Modric, Bal¨®n de Oro masculino, nadie le pregunta en el mismo ritual si le va el sandungueo.
En ninguna de estas historias hay humor, sino esa forma de imbecilidad consistente en situarse por encima del otro para ponerlo en rid¨ªculo.
Son mucho mejores las bromas de la historia al girar contra la injusticia. La gran revoluci¨®n del f¨²tbol, a finales de los a?os veinte, arranc¨® cuando se hicieron con la bola los jugadores afrobrasile?os. El primer gran crack de la historia fue Fausto dos Santos, conocido como Maravilha Negra, de cuna m¨¢s que humilde. Su juego deslumbr¨® en Brasil y a quienes pudieron verlo en Am¨¦rica y Europa. Aunque tuvo un final dram¨¢tico. En aquellos tiempos, un criollo, por muy crack que fuese, jugaba por la comida y poco m¨¢s. Muri¨® en el anonimato de un hospital para tuberculosos. Lo cuenta Joel Rufino dos Santos en Historia politica do futebol brasileiro. Una monja enfermera inform¨® al director que hab¨ªa muerto el interno 301.
¡ª?Sabe usted qui¨¦n era?
¡ªEra¡ Era la Maravilla Negra.
Est¨¢ en marcha otra revoluci¨®n en el f¨²tbol, uno de esos giros en que la bola toma la forma de la esfera terrestre. Un movimiento inclusivo, que produce otra ¨¦poca. Algo que tiene que ver con la historia de Ada Hegerberg, pero que lleva a?os gest¨¢ndose en campos invisibles para lo que podr¨ªamos denominar el r¨¦gimen futbol¨ªstico vigente. En la Producci¨®n Interior Bruta informativa, el f¨²tbol ocupa un lugar de absoluto dominio. En comparaci¨®n, la cultura es como una aldea abandonada en la Espa?a vac¨ªa. Ese r¨¦gimen futbol¨ªstico vigente tiene un sesgo totalitario. El f¨²tbol-f¨²tbol se asimila al f¨²tbol masculino. El femenino solo es noticia, como ha ocurrido con el Campeonato Mundial de sub-17, cuando se produce una victoria susceptible de presentarse como gesta nacional. Y aun as¨ª ocupa un sublugar.
Ese r¨¦gimen futbol¨ªstico vigente es insostenible. No se puede seguir tratando el f¨²tbol femenino como una especie de subf¨²tbol. Parad¨®jicamente, ya son mayor¨ªa en el mundo las ni?as y muchachas que lo juegan. Creo que el Mundial de 2019, a celebrar en Francia, esta vez con las televisiones despiertas, va a cambiar la mirada de mucha gente. Y ser¨¢ la oportunidad de reivindicar a mitos como Abby Wambach, una fascinante luchadora fuera y dentro del campo. Habr¨¢ quien piense que hay otras desigualdades m¨¢s hirientes que solucionar, que ya tenemos bastante fanatismo en la cabeza y en la punta de los pies. Y ojal¨¢ la mujer y el hombre se emancipasen juntos de la idolatr¨ªa de los estadios y de la locura violenta de los hooligans.
El f¨²tbol tiene un efecto contradictorio, es a la vez espita y tara, goce y delirio. Influye sobre el estado mental de la sociedad, pero tambi¨¦n es un espejo. Cuando el f¨²tbol femenino salga del env¨¦s del espejo, cuando se sacuda el r¨¦gimen futbol¨ªstico vigente, algo importante cambiar¨¢ en el estado mental. Tambi¨¦n en los estadios.?
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