Cuando las palabras m¨¦dicas las carga el diablo
Casi todos los ep¨®nimos m¨¦dicos son neutros e inocuos, pero existen determinados nombres de enfermedades con historias dram¨¢ticas y escandalosas detr¨¢s
En el ¨¢mbito sanitario, son abundantes los nombres propios usados para designar a c¨¦lulas, enfermedades, tratamientos, partes del cuerpo humano, t¨¦cnicas quir¨²rgicas, signos y multitud de otros elementos. Son lo que denominamos ep¨®nimos m¨¦dicos y constituyen una parte imprescindible del lenguaje y de la cultura hist¨®rica de la medicina. De hecho, existen diccionarios de ep¨®nimos m¨¦dicos, algunos de los cuales registran m¨¢s de 8.000 t¨¦rminos diferentes. La mayor¨ªa de ellos son universales, es decir, independientemente del idioma y el pa¨ªs, se utilizan los mismos ep¨®nimos m¨¦dicos para definir a los mismos elementos. As¨ª, por ejemplo, la enfermedad de Alzheimer significar¨¢ esencialmente lo mismo para los profesionales sanitarios independientemente del rinc¨®n del mundo en el que se encuentren.
Detr¨¢s de cada ep¨®nimo m¨¦dico suele haber una historia, a menudo ignorada u oculta por el paso del tiempo. En casi todos los casos, los nombres suelen referirse al primer descubridor, inventor o persona que describi¨® con detalle algo, normalmente, public¨¢ndolo en una revista m¨¦dica. Con menos frecuencia, se usa el nombre de varias personas que contribuyeron a tales fines. Como ejemplos tenemos a la enfermedad de Kawasaki, las c¨¦lulas de Purkinje, el s¨ªndrome de Wolff-Parkinson-White, el linfoma de Hodgkin... Los ep¨®nimos suelen ser gestos para honrar y recordar a aquellas personas que contribuyeron al avance de la medicina.
En raras ocasiones, sin embargo, el ep¨®nimo m¨¦dico procede del paciente en el que se describi¨® por primera vez una determinada enfermedad. Es el caso de la enfermedad de Lou Gehrig (tambi¨¦n llamada esclerosis lateral amiotr¨®fica) o la enfermedad de Hartnup. Es inevitable asociar estos casos al famoso chiste en el que un paciente entra en la consulta del m¨¦dico, le pregunta qu¨¦ tiene y el facultativo le responde: "Me temo que tiene usted la enfermedad de S¨¢nchez". ¡ª"?Y eso es grave doctor?" ¡ª"Todav¨ªa no lo sabemos Sr. S¨¢nchez". Desgraciadamente, no suelen ser buenas noticias que pongan tu nombre a una enfermedad en el mundo real.
En casos todav¨ªa m¨¢s raros, los ep¨®nimos proceden de personajes de ficci¨®n, ya sean literarios (como el s¨ªndrome de Havisham, por el personaje literario de Dickens) o, incluso, de videojuegos (como el gen erizo Sonic). A veces, el ep¨®nimo procede de un lugar de referencia, como es el caso de la enfermedad de Lyme o el virus del ?bola, o de una sociedad, como la enfermedad de los legionarios (tambi¨¦n llamada legionela).
Existen diccionarios de ep¨®nimos m¨¦dicos que registran m¨¢s de 8.000 t¨¦rminos diferentes
Pr¨¢cticamente todos los ep¨®nimos m¨¦dicos son neutros e inocuos, meros nombres propios que describen elementos en medicina de forma as¨¦ptica. Sin embargo, existen determinados ep¨®nimos con historias dram¨¢ticas y escandalosas detr¨¢s. Palabras m¨¦dicas cargadas por el diablo, hasta tal punto que se decide su eliminaci¨®n activa del lenguaje de la medicina.
El caso m¨¢s reciente y pol¨¦mico fue la propuesta de eliminaci¨®n del ep¨®nimo "c¨¦lulas de Clara" para sustituirlo por "c¨¦lulas Club" o ¡°c¨¦lulas exocrinas bronquiolares". ?La raz¨®n??Max Clara fue, desde luego, el leg¨ªtimo descubridor de dichas c¨¦lulas presentes en los bronquiolos que producen prote¨ªnas que forman parte de un l¨ªquido llamado surfactante pulmonar para lubricar y proteger a los pulmones. Sin embargo, Clara realiz¨® este avance m¨¦dico gracias a las muestras tomadas a v¨ªctimas ejecutadas por el Tercer Reich en la prisi¨®n de Dresde. Clara era un anatomista alem¨¢n, adem¨¢s de un nazi activo y declarado. Sus investigaciones se nutr¨ªan de las atrocidades cometidas por el partido nazi. No s¨®lo solicitaba la recepci¨®n de los cad¨¢veres, sino que exig¨ªa que no fueran entregados a sus familiares para que pudiera disponer de ellos sin limitaciones.
Poner, pues, el apellido "Clara" a estas c¨¦lulas pod¨ªa interpretarse como un gesto de honra. As¨ª que los editores de diferentes e importantes revistas m¨¦dicas especializadas en neumolog¨ªa decidieron establecer una pol¨ªtica para eliminar dicho ep¨®nimo a partir del a?o 2013. La fuerza de la costumbre a¨²n promueve que se siga utilizando en m¨²ltiples ¨¢mbitos, pero su uso est¨¢ siendo cada vez menor hasta que, quiz¨¢s, con el tiempo su uso sea pr¨¢cticamente marginal.
El ep¨®nimo asociado a Max Clara no es, ni mucho menos, un caso aislado. Los nazis fueron tan prol¨ªficos en asesinar gente como en realizar crueles estudios sobre seres humanos que horrorizar¨ªan a cualquier comit¨¦ ¨¦tico del mundo. Durante la ¨¦poca del nazismo, sin las restricciones de la ¨¦tica y con los grandes recursos que el partido nazi otorgaba a las investigaciones m¨¦dicas, se realizaron, al mismo tiempo, y parad¨®jicamente, grandes avances para la medicina y gigantescos retrocesos para la humanidad. Como resultado, a¨²n hoy existen m¨²ltiples ep¨®nimos m¨¦dicos de nazis declarados o afines al nazismo.
Max Clara fue el leg¨ªtimo descubridor de las c¨¦lulas Clara, pero realiz¨® este avance m¨¦dico gracias a las muestras tomadas a v¨ªctimas ejecutadas por el Tercer Reich en la prisi¨®n de Dresde
El s¨ªndrome de Asperger, por ejemplo, se debe al nombre de Hans Asperger, m¨¦dico leal al r¨¦gimen nazi. Legitim¨® p¨²blicamente las pol¨ªticas de "higiene" racial del nazismo, incluyendo las esterilizaciones forzadas. Adem¨¢s, cooper¨® activamente en el programa de "eutanasia" de ni?os (el eufemismo utilizado para el asesinato organizado de discapacitados f¨ªsicos y ps¨ªquicos). Tambi¨¦n tenemos el s¨ªndrome de Reiter, cuyo nombre procede del m¨¦dico alem¨¢n, miembro del partido nazi, Hans Reiter. Fue un miembro de alto rango del partido, adem¨¢s del l¨ªder de crueles experimentos en prisioneros, como aquellos realizados en el campo de concentraci¨®n de Buchenwald. Entre los m¨²ltiples experimentos que Reiter aprob¨®, hab¨ªa uno que consist¨ªa en probar una vacuna. Para ello, infect¨® deliberadamente a prisioneros de este campo con las bacterias rickettsia. Alrededor de 250 prisioneros murieron como consecuencia de dicha prueba.
Muchos m¨¢s m¨¦dicos asociados al nazismo se encuentran presentes como ep¨®nimos, como son los casos de la granulomatosis de Wegener, la enfermedad de Seitelberger o la enfermedad de Hallervorden¨CSpatz. Este ¨²ltimo, Hallervorden, admiti¨® que investig¨® a casi 700 cerebros de v¨ªctimas de la "eutanasia" y que estuvo presente en la matanza de m¨¢s de 60 ni?os y adolescentes en la Instituci¨®n Psiqui¨¢trica de Brandeburgo en 1940.
Muchos de estos horrores del nazismo se descubrieron con a?os y d¨¦cadas de retraso. Adem¨¢s, este conocimiento no lleg¨® a gran parte de la gente, lo que permiti¨® que los ep¨®nimos de estos m¨¦dicos se popularizaran sin restricciones. Aun as¨ª, se han realizado m¨²ltiples campa?as en diversas partes del mundo para que estas palabras m¨¦dicas cargadas por el diablo dejen de usarse y se sustituyan por otros t¨¦rminos m¨¢s adecuados.
Aunque ser¨ªa inconcebible hoy en d¨ªa honrar a Mengele con un ep¨®nimo m¨¦dico por cualquiera de sus descubrimientos, lo cierto es que se siguen usando nombres de m¨¦dicos nazis implicados en actividades horrendas cotidianamente en el lenguaje m¨¦dico por la sencilla raz¨®n de que sus actividades no llegaron a ser tan conocidas como las del ¨¢ngel de la muerte de Auschwitz. Ya es hora de eliminar los ep¨®nimos que honran sus descubrimientos de los libros de medicina y que sus nombres se restrinjan a los libros de historia para retratarlos por sus inhumanas acciones. Pues, como m¨¦dicos, destrozaron los principios ¨¦ticos m¨¢s b¨¢sicos de la medicina.
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