Perd¨®nanos, Maril¨®
Pablo Iglesias pide disculpas a la presentadora Maril¨® Montero, dos a?os despu¨¦s de escribir en Telegram que la "azotar¨ªa hasta que sangrase"
?Paren rotativas y portales digitales! Otro machista pidiendo perd¨®n por su machismo: lo nunca visto hasta hace bien poco, queridos millennials. ?ltimamente, est¨¢ pidiendo excusas gente que no las ped¨ªa nunca. Y en sede parlamentaria, nada menos. Este jueves volvi¨® a obrarse el milagro y Pablo Iglesias de Todas Las Confluencias se acus¨® a s¨ª mismo de grosero, sexista y tonto del m¨®vil ¨Ctonto es el que dice tonter¨ªas, dec¨ªa Forrest Gump¨C por haber escrito en julio de 2016 en un chat privado de Telegram compartido con Juan Carlos Monedero que ¡°azotar¨ªa hasta que sangrase¡± a Maril¨® Montero, a la saz¨®n presentadora estrella de La Ma?ana de Televisi¨®n Espa?ola. ¡°Es una broma machista e imperdonable. No comparto algunas tonter¨ªas que dije en el pasado. Siento much¨ªsima verg¨¹enza y, ah¨ª, lo ¨²nico que puede hacer uno es pedir disculpas¡±, se autolapid¨®, contrito, el l¨ªder, ante una estupefacta comisi¨®n del Senado. Le falt¨® azotarse cien veces y entonar el por su culpa, por su culpa, por su gran culpa. Tiern¨ªsimo.
No negar¨¦ cierto regocijo al contemplar la escena. No es el primero ni el ¨²ltimo poderoso que pide perd¨®n p¨²blicamente por referirse a las mujeres como objetos sexuales. Difieren poco en el trance. Da gusto verlos tan arrepentidos y tan avergonzados de s¨ª mismos y con tant¨ªsimo prop¨®sito de enmienda. Pero tampoco nos volvamos locos. El machismo no entiende de siglas ni quintas. El Telegram donde Iglesias escribi¨® el haiku era de un grupo de parlamentarios de Podemos. Es cosa sabida, y si no ya se la cuento yo que para eso me pagan, que muchos se?ores, y se?oras, tenemos el dedo f¨¢cil con el m¨®vil si nos sentimos en confianza. No ser¨¦ yo quien arroje la primera piedra contra un pecador de esa naturaleza. Tambi¨¦n es de dominio p¨²blico, y si no ya les ilustro, que muchos grupos de WhatsApp de varones, no s¨¦, amigotes del curro, colegas de copas, miembros de una cuadrilla, se?or¨ªas de un grupo parlamentario, se convierten en un festival de memes y bravatas sexuales, sobre todo los viernes por la tarde, cuando los miembros se quitan el casco, o el mono, o la corbata, y se ve que, con la inminencia del fin de semana, se les relajan las neuronas adem¨¢s de la libido y la fanfarroner¨ªa. Iglesias y Monedero no son ninguna excepci¨®n a la regla. Dos machotes choc¨¢ndose los pectorales virtualmente a ver qui¨¦n la tiene m¨¢s larga y m¨¢s r¨¢pida. La inteligencia y la tecla, digo. Las se?oras tambi¨¦n nos relajamos, y nos pasamos cien pueblos, por cierto. Pero a¨²n est¨¢n por pillar a alguna proceresa de un partido con el feminismo como bandera escribiendo a otra que se lo comer¨ªa todo hasta que sangrase a un adversario de filas. Puede que, entonces, se le riera la gracia, de acuerdo. Entonces, escribir¨¦ al respecto.
Dicho todo esto, bienvenidas sean las excusas de Iglesias. La vida consiste muchas veces en comerse las propias palabras con la mayor elegancia posible. Y ah¨ª puede estar el quid de su bajada de defensas. Desde 2016, fecha del farol sexista, Iglesias se ha emparejado de forma estable, ha vivido el embarazo, el parto, la convalecencia y la crianza de dos hijos con su compa?era, Irene Montero y, no s¨¦, adem¨¢s de recapacitar y calcular que le ven¨ªa bien pedir excusas p¨²blicas en este preciso momento, igual se ha dado cuenta de que no est¨¢ bonito hablar en esos t¨¦rminos de una cong¨¦nere de su se?ora. La otra Montero, Maril¨®, la ofendida, guarda por ahora silencio. Acudi¨® en su d¨ªa al Instituto de la Mujer a denunciar el hecho y a pedir amparo y, bien es cierto, sus cong¨¦neres y colegas periodistas no le hicimos el mismo caso que si la ofendida hubiera sido otra m¨¢s 'feminista' y menos pol¨¦mica. Desde aqu¨ª, mis propias excusas por el pecado de omisi¨®n de socorro. No consta si, antes de ayer, con luz y estenotipistas por medio, Iglesias le habr¨¢ pedido disculpas personales. Ella es la ¨²nica que tiene la libertad de perdonar o no al pecador del Telegram.
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