Ll¨¢menlo feminicidio
La mujer es una v¨ªctima potencial por el hecho de ser mujer, pero si adem¨¢s es pobre, no blanca, de ambientes marginales, entonces vivir¨¢ una segunda muerte: la de la impunidad y el olvido
Hace unos d¨ªas le¨ª en The New York Times que Samuel Little, un hombre de 78 a?os condenado a una triple cadena perpetua por el asesinato de tres mujeres en Los ?ngeles durante los a?os ochenta, ha comenzado a confesar otros cr¨ªmenes cometidos durante casi 50 a?os. Suman 90. Todas sus v¨ªctimas fueron mujeres: drogadictas, prostitutas, mujeres sin techo, mujeres vulnerables que recog¨ªa en la calle, en bares y clubes y que acababan estranguladas en la parte trasera de su coche. La mayor¨ªa de ellas mujeres negras e hispanas. ?C¨®mo es que la polic¨ªa o el FBI nunca relacionaron otros cr¨ªmenes similares con los tres por los que Little estaba cumpliendo condena? Lo que parece incompetencia (que igual tambi¨¦n lo es) responde en realidad a la l¨®gica del sistema: las agencias de seguridad destinan menos fondos a investigar desapariciones y cr¨ªmenes de mujeres vulnerables como las v¨ªctimas de Little. Leo m¨¢s art¨ªculos de la prensa estadounidense sobre el tema. La mayor¨ªa remite a otros asesinos que, como ¨¦l, buscan a las m¨¢s vulnerables, a aquellas que posiblemente nadie va a reclamar si desaparecen. Gary Leon Ridgway compite, aunque se queda rezagado, con la brutalidad de Little: en 2003 fue condenado por estrangular a 48 mujeres.
Ni el art¨ªculo del NYT ni los otros analizan estos casos desde el concepto de feminicidio, definido muy ampliamente como el asesinato de mujeres a manos de hombres por el hecho de ser mujeres, con el fin de abusar de ellas sexualmente o demostrar su poder. En su lugar usan el t¨¦rmino ¡°asesino en serie¡± y a sus v¨ªctimas las llaman ¡°personas¡±, a pesar de que el 100% son mujeres. Seg¨²n datos del FBI, desde 1985 el 70% de las v¨ªctimas de asesinos en serie son mujeres y hay unos 33.000 homicidios ¡ªposiblemente la mayor¨ªa feminicidios¡ª sin resolver. Detr¨¢s de estos cr¨ªmenes hay un psic¨®pata con su propio odio o motivaci¨®n siniestra, pero que lleva al paroxismo los preceptos de la cultura de la violaci¨®n: la pr¨¢ctica normalizada del abuso del cuerpo femenino, una cultura que concibe a la mujer como un ser inferior que existe para dar servicio y placer al hombre, en este caso el placer de matar. Detr¨¢s de la impunidad en la que quedan muchos de estos cr¨ªmenes hay, adem¨¢s, una cuesti¨®n racial y de clase, una jerarquizaci¨®n de las v¨ªctimas. No todas las vidas valen lo mismo, no todas las muertes se lamentan igual. Los medios de comunicaci¨®n prestan m¨¢s atenci¨®n a un caso de desaparici¨®n u homicidio si la v¨ªctima es joven, de clase media/alta y blanca, la polic¨ªa y el FBI se vuelcan en la investigaci¨®n, las comunidades se movilizan. Y en realidad las mujeres blancas son el grupo demogr¨¢fico de v¨ªctimas de violencia menos numeroso. Seg¨²n el UCR (Uniform Crime Report), la tasa de victimizaci¨®n de mujeres negras es tres veces mayor que la de blancas. La mujer es una v¨ªctima potencial por el hecho de ser mujer, pero si adem¨¢s es pobre, no blanca, de ambientes marginales, entonces vivir¨¢ una segunda muerte: la de la impunidad y el olvido. En Espa?a no tenemos casos tan sonados de asesinos en serie, pero s¨ª un grave problema de feminicidios ¨ªntimos (asesinadas por sus parejas) y de otros tipos (asesinadas por otros familiares, violaciones por desconocidos con resultado de muerte, etc¨¦tera). Feminicidio.net da una cifra de 92 casos s¨®lo en 2018. Me pregunto, despu¨¦s de esta reflexi¨®n, si en Espa?a tambi¨¦n discriminamos entre cu¨¢les de estas muertes son lamentables y cu¨¢les no.
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