Todos estos muebles est��n desapareciendo de tu casa (y no es una buena noticia)

Es como una escena de una comedia de las de tel��fonos blancos: alguien acerca un bonito globo terr��queo de cuero y madera, lo abre y saca una botella de a?ejo escoc��s del interior. En las pel��culas de los sesenta tipo El guateque, o incluso en las tramas espa?olas del desarrollismo con pretensiones propagand��sticas, eran imprescindibles; y lo cierto es que dan distinci��n y elevan de forma inmediata hasta el m��s terrenal de los botellones, pero los muebles bar se est��n extinguiendo por culpa del leitmotiv de este art��culo: la falta de espacio, que nos lleva a otra gran lacra, menos vida social en nuestros salones. Seguimos bebiendo en casa, pero el alcohol se guarda en un estante de la cocina y, sobre todo, ya no tenemos tanto. Antes, cualquier casa tirando a abstemia acumulaba varios licores de hierbas, whisky, ron, vodka, mucho vino, una botella de Marie Brizard, otra de Licor 43, una de Baileys, brandis y co?acs, verm��s, anises, y variedades locales m��s ex��ticas (rataf��a, licor caf��, pachar��n, limoncello, fernet��). Hoy las peque?as bodegas privadas tienen b��sicamente vino, cerveza, ginebra y para de contar.
La pieza de la imagen es una edici��n limitada de Patricia Urquiola, con dise?o gr��fico de Federico Pepe, Le Dictateur, creada para Editions Milano e inspirada en las vidrieras de Gerhard Richter en la catedral de Colonia (Alemania).Editions Milano

De aquellas excavadas en las paredes para mantener frescos los alimentos cuando no hab��a maderas, a los trabajados muebles con estanter��as y puertas de cristal hemos llegado�� a la nada. Cada vez hay menos gente en las casas; no lo decimos nosotros, seg��n el INE m��s de la mitad (55,8% de los hogares en Espa?a) son de una o dos personas. Y, claro, tenemos menos vajilla y cristaler��a que guardar. Aquellos ampl��simos menajes que se constru��an con a?os, regalos de boda y herencias familiares han dado paso a los platos imprescindibles para la vida cotidiana. No tenemos salseras, varias cuberter��as ni copas de cuatro tipos distintos, entre otras cosas, porque tampoco solemos hacer comidas formales con muchos invitados. La vajilla que tenemos se encaja en los muebles modulares de la cocina y, cuando recibimos a gente, contamos los vasos y los tenedores rezando por tener suficientes, cuando no incorporamos un set de pl��stico de emergencia.
En la imagen, la alacena que hizo que el interiorista Guille Garc��a-Hoz se quedara con su casa actual, pues iba en el pack: "En su momento, los carpinteros la fabricaron in situ y no se pod��a sacar. Me encant��. Simplemente la limpiamos, la decapamos un poco, ?y listo!".Guille Garc��a-Hoz

Este tipo de escritorio lleno de cajoncitos y compartimentos resulta ��til si eres el personaje de una novela epistolar de Choderlos de Laclos, pero en la vida moderna, ?qui��n escribe cartas a mano? ?Qui��n guarda billetes y notitas, sobres de distintos tama?os, capuchones y tinta? En nuestras casas no lo usamos porque no cabe el ordenador y, cuando nos dedicamos a eso tan antiguo de "despachar correspondencia" (abrir facturas y sobres de propaganda), lo hacemos sobre la mesa de la cocina o en la que comemos. En el trabajo, los secreteres ��del franc��s, secr��taire, secretaria�� se han visto sustituidos por mesas amplias, funcionales y mucho menos rom��nticas.
En la imagen, una pieza de caoba de los a?os setenta, que se puede comprar en Pamono; fue dise?ada por Hans Eichenberger y proviene de la Kollektion R?thlisberger Schweiz, del R?thlisberger Furniture Company en Suiza.Pamono

Cuando pocas casas ten��an cuarto de ba?o con agua corriente, este tipo de mueble era un imprescindible junto al aguamanil. Los primeros que se conocen se remontan a la civilizaci��n egipcia, pero fue la nobleza francesa de mediados del siglo XVIII y Madame Pompadour quienes elevaron la toilette a categor��a de ritual y el tocador a s��mbolo de lujo. A partir del siglo XIX, cuando los avances m��dicos aconsejaron una higiene m��s profunda, el centro del universo de la belleza femenina en los hogares se traslad�� al lavabo.
Pese a que en los tiempos actuales vivimos en un furor por el maquillaje directamente relacionado con los tutoriales de YouTube, los tocadores ocupan un espacio que en muchos apartamentos solo puede usarse a costa de otros muebles con un uso no tan limitado. Las cuentas de metros cuadrados no salen y se est��n extinguiendo.
En la imagen, un escult��rico tocador de cobre pulido y acero recubierto de lat��n, de Bohinc Studio.Bohinc Studio

?Qui��n tiene <em>hall</em>? O, en realidad, ?qui��n tiene un recibidor lo bastante amplio como para dedicar un preciado espacio a un parag��ero? No es que no usemos paraguas, pero hemos optado por la poco refinada postura de dejarlos a secar en el plato de ducha cuando llegamos tras un d��a de lluvia. Y, por a?adidura, los paraguas ya no son los que eran: si antes eran un complemento que segu��a las tendencias de Par��s o Londres, ahora son funcionales sombrillas plegables, casi de usar y tirar (o perder). L��gico que le dediquemos el mismo espacio expositivo que al destornillador de la ferreter��a de abajo. </br><strong>Tombal (1990) es el nombre del parag��ero reversible que se convierte en cenicero de la imagen. Es un icono del dise?o de Miguel Mil�� que ha sido <a href="https://mobles114.com/mobiliario/paragueros/tombal.html" rel="nofollow" target="_blank">recientemente recuperado por Mobles 114</a> (solo han actualizado los materiales: ahora, de acero inoxidable y gres vitrificado)</strong>. "Todo lo que necesita un objeto para convertirse en cl��sico", dice -pues a��n sigue en activo- el tambi��n autor de la m��tica l��mpara Cesta, "es una buena idea y una sencilla ejecuci��n". As��, facilito.

?Qui��n tiene hall? O, en realidad, ?qui��n tiene un recibidor lo bastante amplio como para dedicar un preciado espacio a un parag��ero? No es que no usemos paraguas, pero hemos optado por la poco refinada postura de dejarlos a secar en el plato de ducha cuando llegamos tras un d��a de lluvia. Y, por a?adidura, los paraguas ya no son los que eran: si antes eran un complemento que segu��a las tendencias de Par��s o Londres, ahora son funcionales sombrillas plegables, casi de usar y tirar (o perder). L��gico que le dediquemos el mismo espacio expositivo que al destornillador de la ferreter��a de abajo.
Tombal (1990) es el nombre del parag��ero reversible que se convierte en cenicero de la imagen. Es un icono del dise?o de Miguel Mil�� que ha sido recientemente recuperado por Mobles 114 (solo han actualizado los materiales: ahora, de acero inoxidable y gres vitrificado). "Todo lo que necesita un objeto para convertirse en cl��sico", dice -pues a��n sigue en activo- el tambi��n autor de la m��tica l��mpara Cesta, "es una buena idea y una sencilla ejecuci��n". As��, facilito.MOBLES 114

S��mbolo burgu��s por excelencia, su presencia en las casas obedec��a a una ��poca en la que medir el tiempo era una novedad y algo que deb��a reverenciarse y venerarse. De pasar de saber las horas por las campanadas de las iglesias a tener un reloj en casa mediaba un abismo que precisaba ser revestido en madera y convertido en un mueble con solera y presencia. Los relojes de pie, e incluso los de cuco que cuelgan de la pared, son hoy una cosa tan antigua como un sacudidor de colchones. Los m��viles nos dicen la hora, son nuestra alarma, nuestro despertador, nuestro cron��metro y el recordatorio constante de que llegamos tarde.
Muji se ha encargado de modernizar el reloj de cuco que tiene mucha m��s clase que el m��vil (y adem��s no se puede perder entre los cojines del sof��). Aparte de su dise?o, que no pierde la esencia de Hansel y Gretel pese a la radical sencillez de l��neas propia de la marca, introduce otra innovaci��n sobre la versi��n tradicional del cuco: tiene un sensor de luz para evitar que suene por la noche; y se puede programar para que cante cada media hora o cada hora.MUJI

La imagen evoca de forma autom��tica sensaciones de confort, reposo y tranquilidad: alguien reclinado en una mecedora, medio adormilado o reflexionando en silencio en un porche o un sal��n ba?ado por la luz de la tarde. Corte a una estampa de la vida moderna, en la que tras una jornada de ajetreo, trabajo y mil tareas urgentes por cumplir, nos dejamos caer en el sof�� a las nueve de la noche para hacer scroll en el m��vil con el cerebro en modo bater��a baja durante dos horas. Seguro que los que reposaban en mecedoras tampoco ten��an pensamientos mucho m��s elevados que los nuestros, pero la imagen que daban era mucho m��s est��tica.
La ic��nica mecedora de Ray y Charles Eames, de nombre RAR (Rocking Armchair Rod Base), que se puede comprar en Vitra, es quiz�� uno de sus dise?os que mejor encarna el objetivo que buscaban estos dos creadores: "Conseguir lo mejor de lo mejor para el mayor n��mero de personas posible".vitra

Cuando la mayor��a de trabajos de oficina exig��an ir vestido con traje, el gal��n ten��a todo su sentido: dejar preparado el atuendo del d��a siguiente sin que el traje se arrugase o alguna prenda desapareciese en el ��ltimo momento. Hoy siguen quedando trabajos que exigen ir vestido de forma cl��sica y personas que agradecen dejar la ropa preparada la tarde anterior, lo que no hay es sitio en los dormitorios para poner un gal��n de noche. Como consecuencia, las prendas languidecen sobre una c��moda o colgadas de forma precaria en el pomo de la puerta del armario.
Este gal��n de noche de los a?os sesenta es de M��nchner Werkst?tten y est�� hecho de metal, con remates de lat��n y la percha de cuero.pamono

Su sola visi��n nos remite a una doncella uniformada entrando en el comedor con el segundo plato servido en vajilla de plata o al carro de postres de los buenos y cl��sicos restaurantes. Pero, ay, en la vida real, ?qu�� sentido tiene tener un carrito auxiliar si con un poco de suerte se hacen todas las comidas en la cocina o en taburetes del sal��n que dan a la mal entendida cocina americana? Antes, las comidas eran de varios platos y las familias e invitados obligaban a que el carrito para traer viandas fuese casi un imprescindible; hoy ya pocos reciben en casa y comemos solos frente al ordenador o cenamos algo r��pido que no requiere un despliegue de instrumentos. Las camareras han quedado relegadas a las despensas (quien las tenga), a acumular verduras y frutas a la vista o, en el mejor de los casos, botellas de vino.
A��n as��, cuando se trata de una camarera como esta de Gio Tirotto para Mingardo, ?qui��n se resiste a su encanto? Se ha adaptado a los nuevos tiempos y est�� pensada para ser el mejor auxiliar para hacerse un buen gin-tonic.mingardo

Remite a divas de div��n prob��ndose <em>d��shabill��s</em> tras ellos, pero fuera de nuestro imaginario los biombos est��n esfum��ndose a marchas aceleradas, como las cabinas telef��nicas o las tiendas de cigarros electr��nicos. Eran una forma bonita y elegante de separar y compartimentar espacios, incluso de ganar algo de intimidad cuando algunas actividades �Ccomo el ba?o, las deposiciones o el vestuario�C las hac��an los reyes y nobles en presencia de secretarios o visitantes con los que despachaban los asuntos del d��a. Hoy, seguimos necesitando dividir espacios pero no tenemos ni un metro que perder, as�� que utilizamos estanter��as Expedit de Ikea para intentar diferenciar la zona de sal��n de la de comedor y de paso guardar libros y otras cosas. </br><strong>Una alternativa es este dise?o de Stephanie Forsythe y Todd MacAllen para Molo, elaborado en papel <em>kraft</em> con laterales magn��ticos, y que permite separar espacios de manera ef��mera, pues puede recogerse hasta ocupar apenas una l��mina contra la pared y extenderse hasta 4,5 metros</strong>. <a href="https://batavia.es/es/biombo-softblock-kraft-natural-1745.html" rel="nofollow" target="_blank">Se puede comprar en Batavia</a>.

Remite a divas de div��n prob��ndose d��shabill��s tras ellos, pero fuera de nuestro imaginario los biombos est��n esfum��ndose a marchas aceleradas, como las cabinas telef��nicas o las tiendas de cigarros electr��nicos. Eran una forma bonita y elegante de separar y compartimentar espacios, incluso de ganar algo de intimidad cuando algunas actividades �Ccomo el ba?o, las deposiciones o el vestuario�C las hac��an los reyes y nobles en presencia de secretarios o visitantes con los que despachaban los asuntos del d��a. Hoy, seguimos necesitando dividir espacios pero no tenemos ni un metro que perder, as�� que utilizamos estanter��as Expedit de Ikea para intentar diferenciar la zona de sal��n de la de comedor y de paso guardar libros y otras cosas.
Una alternativa es este dise?o de Stephanie Forsythe y Todd MacAllen para Molo, elaborado en papel kraft con laterales magn��ticos, y que permite separar espacios de manera ef��mera, pues puede recogerse hasta ocupar apenas una l��mina contra la pared y extenderse hasta 4,5 metros. Se puede comprar en Batavia.molo

Invento franc��s de enorme ��xito en Espa?a, su instalaci��n fue obligatoria durante a?os en los pisos de nueva construcci��n. La falta de espacio �Cy la popularizaci��n de las contaminantes toallitas h��medas�C lo han convertido en una reliquia de otro tiempo. Es tan incomprendido como objeto-in��til-quita-espacio-con-el-que-chocar como deseado por los que no lo tienen. Y se ha convertido en una de esas cosas que generan bandos de ac��rrimos defensores e implacables atacantes.
En la imagen, un ba?o dise?ado por Fiora, con la distribuci��n t��picamente francesa, en la que el v��ter y el bid�� Csi este ��ltimo existe�C se encuentran en otra estancia, separados de la ducha.fiora