La esperanza tunecina
T¨²nez mantiene todav¨ªa abierta su transici¨®n democr¨¢tica ocho a?os despu¨¦s de la ¡®revoluci¨®n del jazm¨ªn¡¯ que empez¨® en diciembre de 2010
Extra?o e interesante pa¨ªs. Crucial, a pesar de su tama?o limitado. All¨ª arrancaron las revueltas ¨¢rabes de 2011 y all¨ª se mantiene viva todav¨ªa la esperanza gracias a sus libertades, su democracia parlamentaria y su Estado de derecho como un aut¨¦ntico islote en un oc¨¦ano de dictaduras, opresi¨®n y arbitrariedad.
Todo es excepcional en la transici¨®n tunecina a la democracia, iniciada el 14 de enero de 2011, tras el derrocamiento y huida del dictador Ben Ali, empujado por la imparable rebeli¨®n juvenil que estall¨® un 17 de diciembre de hace ocho a?os, tras la muerte de Mohamed Buazizi, un vendedor de fruta de una localidad del T¨²nez interior, Sidi Bouazid, que se prendi¨® fuego con gasolina despu¨¦s de que la polic¨ªa le incautara la mercanc¨ªa.
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Fue el arranque y el modelo de las primaveras ¨¢rabes en aquel a?o sin parang¨®n en que cayeron tres dictadores uno detr¨¢s de otro ¡ªBen Ali, Mubarak y Gadafi¡ª y ahora es el ¨²nico pa¨ªs donde la revoluci¨®n no ha retrocedido ni ha sido vencida por la contrarrevoluci¨®n ¡ªcomo en Egipto¡ª ni ha quedado destruido por la guerra civil ¡ªcomo en Libia, Yemen y Siria.
Nadie puede garantizar, sin embargo, que la excepcionalidad democr¨¢tica tunecina est¨¦ perfectamente consolidada ni que su transici¨®n democr¨¢tica se pueda dar por culminada. Ante todo, porque han sido escasos los efectos de la democracia en la vida cotidiana de los tunecinos. "No ha habido transici¨®n econ¨®mica, ni democracia econ¨®mica", suelen decir los sindicalistas tunecinos. No basta con disfrutar de la libertad de expresi¨®n, el derecho de voto o la proliferaci¨®n de opciones pol¨ªticas. Extender un estado de bienestar que es ya de por s¨ª muy d¨¦bil, crear puestos de trabajo, reducir las desigualdades y mejorar la educaci¨®n y los servicios de salud son condiciones indispensables para el asentamiento de la democracia.
A esta construcci¨®n le faltan adem¨¢s dos piezas institucionales. De una parte, la polarizaci¨®n pol¨ªtica entre islamistas y laicos y la fragmentaci¨®n partidista ¡ªespecialmente dentro del campo laico¡ª han impedido hasta ahora la coronaci¨®n del edificio constitucional con la elecci¨®n de la corte suprema que haga de ¨¢rbitro en los litigios que afectan a la interpretaci¨®n de la carta magna. De la otra, tampoco se ha completado el reconocimiento de los derechos individuales consagrados por la Constituci¨®n a la mitad femenina de la poblaci¨®n en lo que afecta a la herencia, una cuesti¨®n en la que una m¨¢s que discutible tradici¨®n cor¨¢nica atribuye a los hombres el derecho a heredar el doble de lo que tienen derecho a heredar las mujeres.
Ambas cuestiones son cruciales para los tunecinos pero tambi¨¦n para el conjunto del mundo ¨¢rabe y musulm¨¢n. Que un pa¨ªs de mayor¨ªa isl¨¢mica pueda terminar felizmente su edificio constitucional, democr¨¢tico, laico y liberal, establece un precedente y es un est¨ªmulo para que otros pa¨ªses de la misma geograf¨ªa y cultura lo intenten de nuevo, despu¨¦s de la frustrante experiencia de 2011, al igual como la igualdad tunecina en el derecho de herencia estimular¨¢ a que todas las mujeres de la geograf¨ªa isl¨¢mica, ahora despose¨ªdas, lo reclamen y obtengan tambi¨¦n alg¨²n d¨ªa.
La igualdad entre hombres y mujeres ante la herencia es uno de los conflictos abiertos que polariza la sociedad
El ritmo de la transici¨®n tunecina entrar¨¢ en 2019 en un punto de v¨¦rtigo, en el que todo se jugar¨¢ a cara o cruz. Habr¨¢ elecciones presidenciales por segunda vez desde la ca¨ªda del dictador y tambi¨¦n generales. Se preparan fuertes movilizaciones sociales. La calle sigue siendo de los j¨®venes, pero quienes est¨¢n en el poder todav¨ªa son los viejos: hay por tanto una transici¨®n generacional que pugna por fraguar con este ciclo electoral. Al actual presidente Beji Caid Essebsi, de 92 a?os, le tienta el ensue?o de repetir. Rachid Ganouchi, de 77 a?os, l¨ªder y fundador del muy influyente partido islamista En-Nahda, que ya ha estado en el poder y ha sabido abandonarlo pac¨ªficamente, tambi¨¦n cuenta con admiradores que quisieran verle como presidente.
Desde la revoluci¨®n, han salido de T¨²nez hacia el exilio econ¨®mico y profesional m¨¢s de 100.000 j¨®venes. Este drenaje de la excelencia tiene su contrapartida en otro drenaje, este muy peligroso, como es el de la delincuencia y el terrorismo, en el que T¨²nez tambi¨¦n ha destacado. Las autoridades reconocen que 800 j¨®venes tunecinos han regresado ya de Siria, donde han estado combatiendo al lado del Estado Isl¨¢mico. Otra excepci¨®n tunecina, bien extra?a siendo el pa¨ªs pol¨ªticamente m¨¢s avanzado de la regi¨®n, es que haya sido el lugar de donde ha salido una mayor proporci¨®n de combatientes terroristas, entre 3.000 y 6.000 seg¨²n distintas evaluaciones.
El mayor riesgo para T¨²nez es geopol¨ªtico. Su geograf¨ªa y su entorno le conducen a integrarse en las l¨ªneas de fractura y de conflicto ¨¢rabes e isl¨¢micas, sometidas actualmente a una guerra fr¨ªa entre un islam autoritario y trumpista, que representan Arabia Saud¨ª, Emiratos y Egipto, y el islam iliberal pero democr¨¢tico de Erdogan y los Hermanos Musulmanes, aliados ahora con Rusia e Ir¨¢n. Las protestas populares suscitadas por la visita reciente a T¨²nez del pr¨ªncipe sospechoso de asesinato Mohamed bin Salman, las ¨²nicas en todo el mundo ¨¢rabe, expresaron muy bien la excepcionalidad de la libertad y la sinton¨ªa de la calle tunecina contra el autoritarismo saud¨ª.
La geopol¨ªtica ¨¢rabe e isl¨¢mica gravita sobre la pol¨ªtica tunecina con mayor fuerza que la atracci¨®n de la UE
Para amortiguar el riesgo de verse engullido en el conflicto intraisl¨¢mico, T¨²nez necesita de la Uni¨®n Europea. Los tunecinos, nueva excepci¨®n, han hecho una transici¨®n sin pista de aterrizaje. Su destino natural hubiera sido una geograf¨ªa pol¨ªtica ¨¢rabe en la que hubieran triunfado las revoluciones democr¨¢ticas, pero ha ocurrido exactamente lo contrario, y ahora el peligro que acecha es que sea engullido por la contrarrevoluci¨®n en cualquiera de sus formas.
T¨²nez se halla m¨¢s cerca del n¨²cleo duro de la Uni¨®n Europea que algunos de sus pa¨ªses miembros y, por supuesto, que muchos de los vecinos continentales con expectativas de incorporaci¨®n. Y eso es as¨ª no tan solo por su sistema pol¨ªtico, sino sobre todo por la vocaci¨®n europe¨ªsta de sus dirigentes y de su poblaci¨®n, incluyendo incluso buena parte del islamismo democr¨¢tico.
Esta pasada semana la senadora italiana, exministra de Exteriores y excomisaria europea Emma Bonino, ha encabezado una delegaci¨®n del ECFR (European Council on Foreign Relations) que se ha entrevistado con todo el espectro de fuerzas pol¨ªticas, sociales y sindicales, con el objetivo de promover mejores pol¨ªticas europeas en relaci¨®n a este vecino del sur del Mediterr¨¢neo en un momento tan delicado de su transici¨®n. Justo cuando la Uni¨®n Europea ha dejado de representar un atractivo para muchos, tal como ejemplifica el Brexit o el cambio de actitud de Turqu¨ªa, los tunecinos siguen buscando en Europa la pista de aterrizaje que su entorno geopol¨ªtico no les da. Europa est¨¢ muy pendiente de s¨ª misma y acaso de Rusia, pero algo m¨¢s de su atenci¨®n debiera dedicarse al sur del Mediterr¨¢neo donde tambi¨¦n se juega su futuro y cuenta adem¨¢s con su mejor aliado dentro del mundo ¨¢rabe e isl¨¢mico.
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