V¨ªa institucional

A lo largo de la jornada de este viernes se confirmar¨¢ si la reuni¨®n que celebra el Gobierno central en Barcelona puede alcanzar los objetivos pol¨ªticos para los que se hab¨ªa convocado o se limitar¨¢ a acarrear consecuencias de orden p¨²blico que nadie deber¨ªa desear. El presidente S¨¢nchez decidi¨® trasladar a Barcelona una reuni¨®n del Ejecutivo como deferencia hacia la Generalitat, en tanto que esta ha pasado en pocas semanas del silencio a la hostilidad, para luego tratar de apagar el incendio que ella misma ha provocado. A este prop¨®sito responde el hecho de que aceptara en el ¨²ltimo momento celebrar la reuni¨®n entre los jefes de los Ejecutivos central y aut¨®nomo, con el estrambote de un encuentro entre dos ministros y dos consejeros sin otro fin que evitar que quedaran cerradas todas las v¨ªas de contacto institucional. Mantenerlas abiertas tendr¨¢ un coste para S¨¢nchez y su Gobierno, acosado por una oposici¨®n que comparte con el independentismo la estrategia de radicalizar las respectivas posiciones. El comunicado final acordado por S¨¢nchez refleja ese escenario: no incurre en la inconstitucionalidad que le reprocha continuamente la oposici¨®n, pero contenta a unos independentistas que exigen suficientes dosis de imprecisi¨®n, con lo que muy previsiblemente dar¨¢ origen a un nuevo boquete en la confianza del Partido Popular y Ciudadanos.

Las incertidumbres en torno a un Consejo de Ministros son de la entera responsabilidad del independentismo, y responden tanto a la ausencia de una estrategia compartida por sus diversas corrientes como a las crecientes dificultades para compatibilizar la gesti¨®n de las instituciones con la ley de la calle que algunas de ellas irresponsablemente alientan. La posibilidad de que los contactos pol¨ªticos de ayer y de hoy acaben como un nuevo acto fallido obedece a la misma raz¨®n que est¨¢ detr¨¢s de todos desde que el president Torra ha buscado ocultar la incapacidad de gesti¨®n tras el maximalismo: el independentismo desea fingir que dialoga y al mismo tiempo impedir cualquier di¨¢logo. Porque si el di¨¢logo es posible, entonces su estrategia se revela como lo que es: imponer por v¨ªas de hecho a una mayor¨ªa el programa que solo defiende una minor¨ªa, sustituyendo la legitimidad democr¨¢tica por manipulaci¨®n propagand¨ªstica.

Durante los ¨²ltimos d¨ªas los dirigentes independentistas han hecho un llamamiento a los encapuchados que est¨¢n amenazando con boicotear la reuni¨®n del Consejo de Ministros para que no act¨²en con violencia. Con esto piensan haber cumplido con su deber, reconfort¨¢ndose en una representaci¨®n de s¨ª mismos como l¨ªderes responsables y del programa de la independencia como pac¨ªfico. La realidad es diferente, puesto que el mensaje que han transmitido es que la violencia no conviene, no que se vaya a enfrentar a una inequ¨ªvoca condena. Porque si este hubiera sido el mensaje, la Generalitat no habr¨ªa mantenido el ins¨®lito discurso de que hoy defender¨¢ tanto la libertad de expresi¨®n del Ejecutivo central como la de los encapuchados que amenazan con boicotear el Consejo de Ministros que se celebra en Barcelona, disfrazando como equidistancia lo que no puede ser m¨¢s que una confesi¨®n de ignorancia, porque un Gobierno reunido en Consejo no expresa opiniones que merecen ser amparadas, sino decisiones que deben ser cumplidas.