Carta de amor de Patricia Urquiola a Achille Castiglioni
Con la gran exposici¨®n dedicada al maestro italiano en la Triennale de Mil¨¢n, la creadora espa?ola ha construido una declaraci¨®n de deuda y gratitud al gran dise?ador milan¨¦s
¡°Achille Castiglioni no fue solo un gran dise?ador. Su pensamiento mira m¨¢s lejos. Sus proyectos superan el tiempo. Sus palabras son huellas para seguirlo siempre, hoy, ma?ana, hasta el infinito. Un buen proyecto nace no de la ambici¨®n de dejar una marca, sino de la voluntad de saborear un intercambio, aunque sea peque?o, con el desconocido que utilizar¨¢ ese objeto. Estas palabras que Castiglioni repet¨ªa en el Polit¨¦cnico han resonado continuamente en mi cabeza¡±. Patricia Urquiola abre la muestra dedicada a su maestro mostrando sus cartas: su desbordante pasi¨®n que ella convierte en ingenio.
Se entra en este universo Castiglioni, abierto hasta el 20 de enero, pasando por debajo de las l¨¢mparas Arco, esa pieza tan imitada que Achille Castiglioni y su hermano gemelo Pier Giacomo firmaron para la empresa Flos en 1962. Las l¨¢mparas son aqu¨ª arquitectura: la sucesi¨®n de arcos forma una b¨®veda, el camino para llegar a la puerta donde est¨¢ impresa la imagen del edificio de Porta Nuova donde ten¨ªan el estudio con los dos hermanos. Tambi¨¦n est¨¢n ellos: asomados a la ventana. Tras traspasar esa primera fachada, en el interior, el singular banco de jard¨ªn Allunaggio -que todav¨ªa produce Zanotta- contempla la vida del dise?ador, sus ideas, sus hermanos y su padre. Al fondo, un Castiglione obsesionado mirando las bombillas de una de sus l¨¢mparas, impreso sobre bandas de pl¨¢stico deja pasar al ¨²ltimo pre¨¢mbulo cuando el visitante rompe esa imagen. Tras la cortina espera la butaca Sanluca, una ergonom¨ªa que parece m¨¢s dibujada que construida. El espectador no llega all¨ª para mirar el asiento, llega para observar sentado en ¨¦l.
Tras esta presentaci¨®n, Urquiola se convierte en Castiglioni para: Avanti! hacer que hable el maestro en una emocionante instalaci¨®n interactiva en la que todas las l¨¢mparas de Castiglioni se han convertido en su pieza m¨¢s famosa: la l¨¢mpara Parentesi, un faro suspendido sobre un hilo met¨¢lico tensado por un peso. La l¨¢mpara resume el ideario de un dise?ador m¨¢s amante de las ferreter¨ªas que de las mesas con paralex. Urquiola ha explicado con gestos qui¨¦n fue un maestro que ideaba l¨¢mparas ¡°como animales de compa?¨ªa y sombreros como moldes de bizcocho¡±. En el piso superior, mostrando exhaustivamente toda su obra - de cubiertos y copas a instalaciones- la arquitecta espa?ola termina, de nuevo, convertida en el propio Castiglioni cuando invita al espectador a sentarse en el taburete Mezzadro ¨Checho con el asiento de un tractor- y lo hace vibrar al tiempo que mueve por la pared la imagen de un campo con el heno reci¨¦n recogido en pacas.
Intuici¨®n, juego, libertad, humor y rigor. Urquiola ha recuperado, en colaboraci¨®n con Federica Sala, ese mundo Castiglioni en el que cabe la innovaci¨®n, el humor, el vac¨ªo, el humo, el reflejo, el progreso, los trucos, las sombras, los mosquitos, la ¨¦tica y la gratitud. La muestra termina con una colecci¨®n de martillos: todos los que Castiglioni guardaba en su estudio. Aqu¨ª todo se toca, con todo se juega, caben los mosquitos, las sombras y los errores. Castiglioni se hubiera emocionado con esta muestra. Y, como cuando se emocionaba, se hubiera puesto a llorar ¡°di felicit¨¢¡±.
Babelia
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