Tiene su gracia
La vida da muchos motivos para llorar pero las razones para re¨ªr las estamos empezando a elegir nosotras
El viernes por la ma?ana, convaleciente a¨²n de unas jornadas en las que se sobrepasaron todos los l¨ªmites del buen gusto y la pura humanidad en los comentarios p¨²blicos sobre la muerte de Laura Luelmo, me encontr¨¦ en la columna Codazos, de Jorge M. Reverte, con una frase que me llen¨® de esperanza: ¡°Algo hay que hacer, supongo que sobre todo en la educaci¨®n. Pero tambi¨¦n en los bares, donde los viriles codazos c¨®mplices con los chistes sobre mujeres deber¨ªan ser sustituidos por codazos igual de viriles en la boca de los emisores de las gracietas¡±. S¨¦, porque lo he le¨ªdo, que Reverte es especialmente sensible a los anhelos de igualdad, pero en estos d¨ªas rebosantes de furia y crueldad, que contrastan con el exquisito comunicado de la familia que ped¨ªa mesura y respeto apelando a la dignidad de su hija, se echaban en falta voces masculinas que velaran de una forma respetuosa un duelo. En la ¨¦poca de la incontinencia verbal no hay silencio ni para los muertos.
Por lo que se puede ver a diario, d¨¢ndose un pase¨ªllo por las redes, no hay ning¨²n peligro en hacer un chistecillo sobre mujeres, se?or Campofr¨ªo. Sale bastante m¨¢s barato de lo que reza el anuncio, de hecho la marca se aprovecha de un h¨¢bito muy trillado; en cuanto a las gracietas sobre la desgracia espec¨ªficamente femenina, siguen siendo un cl¨¢sico que algunos se resisten a perder, como si con la p¨¦rdida de ese g¨¦nero se les fuera por el sumidero parte de su masculinidad. Nadie te llevar¨¢ ante un tribunal si exhibes tu ingenio a costa de ni?as muertas. Al parecer, eso se llama humor negro; eso s¨ª, te encontrar¨¢s ante el juez si la emprendes con Dios o con la patria. El viejo cat¨¢logo del humor espa?ol sigue intacto. Ar¨¦valo se nos presenta ahora con patillas hipster. Lo ¨²nico que puede ocurrir es que se te enfaden algunas mujeres, pero, a fin de cuentas, ?no se trata de transgredir y provocar? Pues ap¨²ntate un ¨¦xito, muchacho, est¨¢s en la onda, porque el periodismo lleva camino de quedarse en el chasis de la provocaci¨®n.
?Hemos perdido el humor? ?Estamos de verdad tan enfermos de humor? Menuda estupidez. Al contrario, somos unos resistentes. A pesar de la suciedad del ambiente pol¨ªtico y del tono soez que empa?a el discurso p¨²blico yo veo que la gente aguanta el tipo y hace por divertirse hasta en las comidas familiares y de trabajo de estos entra?ables d¨ªas. Puede suceder, desde luego, que decida no re¨ªr los chistes que hacen sangre, porque la vida le va estableciendo a cada uno sus propios l¨ªmites, relacionados con la compasi¨®n, la piedad o la empat¨ªa (esa palabra que, aunque empiece a estar mal vista no entiendo por qu¨¦, posee un significado psicol¨®gico muy concreto que la hace necesaria). Somos unas resistentes, nosotras en concreto, perm¨ªtaseme el plural: nuestras penalidades, inseguridades y miedos han sido bien rese?ados en esos chistes de bar de los que habla Reverte. Tal vez el cambio notable que ha habido en los ¨²ltimos tiempos es que estamos perdiendo, no el sentido del humor, sino la tendencia a contemporizar con aquello que no nos hace gracia. S¨ª, hemos re¨ªdo muchas bromas que no nos hac¨ªan ni puta gracia por no quedar como estrechas o puritanas. La vida da muchos motivos para llorar, pero las razones para re¨ªr las estamos empezando a elegir nosotras. Esa es la diferencia. Solo los tipos que deciden caminar a nuestro lado son capaces de entender esto, que tiene su gracia.
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