La Inglaterra de Mr. Bean se impone a la de James Bond
El sabotaje de Gatwick con drones pone de nuevo en entredicho la seguridad brit¨¢nica
Solemos re¨ªrnos tanto de nosotros (y con raz¨®n) que asombra hacerlo de otros a los que adem¨¢s admiramos, pero los episodios que va sumando Reino Unido de esta era empiezan a inclinar la balanza hacia Mr. Bean en detrimento de James Bond en una hipot¨¦tica batalla de iconos pop. El pa¨ªs de 007 nos acostumbr¨® a nombres en clave, a agentes invencibles y a un espionaje alerta y eficaz ante cualquier amenaza, pero en lo ¨²nico que el cap¨ªtulo de los drones sobrevolando Gatwick se parece a ese universo es en que los ciudadanos apelados a colaborar con la polic¨ªa deben, si ven a alg¨²n sospechoso, llamar al 101 y citar: Operaci¨®n Trebor.
Dos brit¨¢nicos ¡ªun hombre de 47 a?os y una mujer de 54, ambos de West Sussex¡ª fueron detenidos ayer como sospechosos del caos registrado en el aeropuerto de Gatwick, el segundo mayor del pa¨ªs, con cerca de 1.000 vuelos y 140.000 pasajeros afectados. Tras causar cientos de millones de libras en da?os y poner en alerta a la polic¨ªa y el Ej¨¦rcito del pa¨ªs, empieza la reflexi¨®n. Los detenidos no son terroristas ni su operaci¨®n, al parecer, ten¨ªa un objetivo terrorista.
Los artilugios de moda en el Ej¨¦rcito de EE?UU, Estado Isl¨¢mico y c¨¢rteles, capaces de inspeccionar el territorio enemigo y bombardearlo, pero tambi¨¦n de violar la intimidad de los ciudadanos y hasta de desafiar la seguridad en las c¨¢rceles, han puesto en jaque a un pa¨ªs que, en plena lucha por recuperar la soberan¨ªa que cedi¨® a la Uni¨®n Europea, se ve impotente ante unos simples drones.
El espionaje brit¨¢nico qued¨® ya seriamente en entredicho en marzo pasado, cuando el exagente ruso Sergu¨¦i Skripal y su hija Yulia fueron envenenados en su propio territorio con un gas nervioso llamado Novichok en una exhibici¨®n de poder¨ªo mucho m¨¢s inquietante que la que hubieran logrado a tiros.
El episodio de los drones, a¨²n abierto, pone en cuesti¨®n la improvisaci¨®n ante la amenaza que pueden suponer estos artilugios en zonas sensibles cuando ya existe la tecnolog¨ªa capaz de anularlos y las regulaciones apropiadas para limitarlos y obligar a registrarlos como las que existen en Alemania o Australia. Pero en la era del Brexit James Bond parece haberse ido a dormir. A los mandos queda Mr. Bean.
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