Divisi¨®n en Brasil
Bolsonaro confirma su car¨¢cter disgregador en su primer discurso
La toma de posesi¨®n de Jair Bolsonaro como nuevo presidente de Brasil ha servido para escenificar la preocupante divisi¨®n que vive el pa¨ªs sudamericano y que el mandatario ha sabido explotar durante la campa?a electoral que le ha convertido en el primer jefe de Estado de ideolog¨ªa ultraderechista desde el fin de la dictadura militar en 1985.
A pesar de haber pedido a los congresistas unidad para afrontar los importantes retos que Brasil tiene por delante, Bolsonaro enarbol¨® ante sus simpatizantes, tras recibir la banda presidencial, una ense?a nacional vociferando que esta ¡°nunca ser¨¢ roja¡±. Hac¨ªa referencia as¨ª al Partido de los Trabajadores (PT), la formaci¨®n progresista que ha gobernado el pa¨ªs entre 2003 y 2016 protagonizando el mayor periodo de crecimiento social de la historia de Brasil, al tiempo que hac¨ªa una utilizaci¨®n impropia y partidista de un s¨ªmbolo que pertenece y une a todos los brasile?os.
Este tono marcadamente polarizador y de enfrentamiento contrasta con el car¨¢cter inclusivo de sus predecesores en ceremonias similares. Brasil es un pa¨ªs inmenso y plural en todos los sentidos y tratar de dejar apartados desde el principio a aquellos sectores que no comparten la misma visi¨®n quiz¨¢ pueda servir para mantener las simpat¨ªas de los adeptos, pero no responde al papel que debe desempe?ar el presidente de todos los ciudadanos.
Bolsonaro sigue dirigi¨¦ndose ¨²nicamente a sus electores y, a juzgar por sus palabras, no parece tener inter¨¦s alguno en ampliar el foco. Por ejemplo, no hizo referencia alguna a la desigualdad, una de las asignaturas que, a pesar del inmenso esfuerzo realizado en las ¨²ltimas d¨¦cadas, sigue teniendo pendiente el pa¨ªs. Otro grave problema que no fue considerado es el del racismo latente que puede volver a resurgir impulsado por el discurso nacionalista blanco y urbano que utiliza el nuevo inquilino del Palacio de Planalto. Por el contrario, la reiteraci¨®n de la promesa de flexibilizar la venta de armas es un preocupante s¨ªntoma que augura crear m¨¢s problemas de los que promete solucionar.
Brasil es una democracia donde existen, entre otras, la libertad de culto y, por tanto, el nuevo presidente es muy libre de introducir en sus palabras las referencias religiosas que considere oportunas, pero es necesario que recuerde que legalmente ante quien debe responder de su acci¨®n pol¨ªtica es el electorado y en ¨²ltima instancia el Congreso. Ning¨²n gobernante en una democracia est¨¢ eximido de dar explicaciones sobre su gesti¨®n ni est¨¢ por encima de las instituciones. El mandato popular no es un cheque en blanco sino una responsabilidad que precisa ser ejercida cuidadosamente.
Aunque su equipo presente las declaraciones ¡ªv¨ªa Twitter¡ª de mutua simpat¨ªa con Donald Trump como una buena se?al diplom¨¢tica, en realidad no significan nada. El presidente de EE?UU ha dado sobradas muestras de su capacidad para cambiar repentinamente de opini¨®n sobre amistades y enemistades en lo que concierne a las relaciones internacionales. Y Bolsonaro no tiene por qu¨¦ ser una excepci¨®n. Har¨ªa bien por tanto el nuevo presidente de Brasil en tratar de generar las mismas simpat¨ªas entre aquellos de sus conciudadanos a los que no acaba de convencer.
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