Identificaci¨®n nacional
Hay una tendencia a considerar que el sentimiento de quienes se sienten espa?oles no es sino una forma de nacionalismo
En recientes estudios sobre el nacionalismo, concretamente sobre el nacionalismo espa?ol, apunta con fuerza la tendencia a considerar como una misma realidad nacionalismo y sentimiento nacional, es decir, a considerar que el sentimiento de quienes con m¨¢s o menos precisi¨®n se sienten espa?oles no es sino una forma de nacionalismo. Nacionalismo que no se percibe como tal por estar amparado y diluido en un Estado de larga duraci¨®n, por lo que tender¨ªa a vivirse poco menos que como ¡°natural¡± o ¡°de sentido com¨²n¡±. Pero, dicen algunos estudiosos, aunque sea como ¡°nacionalismo banal¡±, ese sentirse espa?oles (o vascos o catalanes) es tambi¨¦n y en el fondo nacionalismo. Pr¨¢cticamente toda la poblaci¨®n ser¨ªa nacionalista de alguna naci¨®n, concluyen.
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Esta idea confunde dos realidades muy diversas y, sobre todo, convierte en inexplicable la existencia y perduraci¨®n de Espa?a como comunidad pol¨ªtica. Por un lado, no tiene en cuenta que el nacionalismo incluye necesariamente un elemento dogm¨¢tico o doctrinal caracter¨ªstico, el de la exclusividad. Las naciones de los nacionalistas son por definici¨®n excluyentes de cualquier otra, de manera que una persona y un territorio s¨®lo pueden corresponderse con una naci¨®n. Esta exclusividad se traduce en la noci¨®n de soberan¨ªa, entendida a la manera antigua de Bodino: la naci¨®n aspira a ser soberana, a constituirse como la ¨²ltima y ¨²nica fuente de poder constituyente para una sociedad concreta. En t¨¦rminos m¨¢s concretos, una persona no puede ser a la vez nacionalista espa?ola y nacionalista vasca.
Bueno, pues resulta que muchas personas, dos de cada tres en el Pa¨ªs Vasco (tomo los datos del Euskobar¨®metro de oto?o 2018) se sienten a la vez vascas y espa?olas, aunque sea con intensidad diversa de ambas identidades (igual en la mayor¨ªa). Y esta identificaci¨®n nacional subjetiva se produce tanto entre los sujetos nacionalistas como en los no nacionalistas: el 65,3% de los votantes del PNV se sienten de ambas identidades, s¨®lo el 30,2% se siente exclusivamente vasco. Les ahorro parecidas encuestas de otras naciones, nacionalidades y regiones espa?olas. Y, ?qu¨¦ significa esto? Pues si no me equivoco mucho, significa precisamente que por ser la de naci¨®n una realidad social construida o imaginada sobre la base de sentimientos e ideas, no una realidad objetiva derivada de datos naturales, las personas somos perfectamente capaces de sentirnos miembros de m¨¢s de una naci¨®n, de identificarnos como miembros de m¨¢s de una comunidad simb¨®lica de pertenencia y afectos. La idea de soberan¨ªa exclusiva no nos atenaza con su dualismo inexorable porque los sentimientos nacionales no son pura ideolog¨ªa (como s¨ª lo es el nacionalismo) sino una construcci¨®n personal l¨¢bil y barroca que cada uno construye a su gusto, o al gusto de sus recuerdos e infancias. S¨®lo cuando a las personas se les fuerza en situaciones de polarizaci¨®n empiezan a construir su sentimiento nacional como exclusivo o antag¨®nico, en situaciones normales pueden hacer perfectamente lo que los nacionalismos no pueden: poseer varias naciones. ?Y all¨¢ cuidados con la soberan¨ªa y el poder constituyente, uno no vive cotidianamente en un cielo dogm¨¢tico!
Mientras no se polaricen, los espa?oles convivimos con nuestras variadas pertenencias sin necesidad de recluirnos en nuestras ¨ªnsulas
La sociedad que habita en ese ¨¢mbito territorial que denominamos Espa?a se siente mayoritariamente como parte integrante de una comunidad pol¨ªtica y cultural muy vieja, pero tambi¨¦n de otras m¨¢s peque?as comunidades, tanto culturales como pol¨ªticas, igual de viejas y m¨¢s pr¨®ximas a su ¨¢mbito de experiencia (no s¨®lo naciones, sino tambi¨¦n ciudades y pueblos). Y no encuentra ninguna contradicci¨®n en ello porque en general no es nacionalista, sino s¨®lo nacional. Y de varias cosas a la vez. Es m¨¢s, todos los estudios sobre la cuesti¨®n han destacado desde antiguo la elevad¨ªsima fuerza que tiene el sentimiento de identificaci¨®n subestatal en el caso de los espa?oles, algo llamativamente caracter¨ªstico en Europa. No es algo en absoluto exclusivo de las consideradas como naciones propiamente dichas (Euskal Herria o Catalu?a), sino que aparece con igual o superior pujanza para Extremadura o Le¨®n. El espa?ol es caracter¨ªsticamente muy territorial en sus identificaciones sentimentales, e incluso a veces construye su idea de Espa?a no directamente sino a trav¨¦s o por medio de su tierra pr¨®xima.
Si todos esos abigarrados, mezclados y superpuestos sentimientos nacionales fueran de verdad nacionalismo en sentido estricto, Espa?a habr¨ªa dejado de existir hace mucho. Porque ser¨ªan incompatibles, cada uno reclamando angustiado su plaza exclusiva en ese lugar llamado soberan¨ªa y dando codazos eslovenos al otro. Y no es as¨ª, lo demuestra la historia. Mientras no se polaricen por la pasi¨®n est¨²pida de los dogm¨¢ticos, los espa?oles convivimos con nuestras variadas pertenencias sin necesidad de recluirnos en nuestras ¨ªnsulas. Discutimos sobre la distribuci¨®n del poder, pero eso es normal en toda sociedad compleja y no nos debe llevar a caer en la unidimensionalidad nacionalista. Es la que peor se adecua a Espa?a. Incluso para entenderla.
Jos¨¦ Mar¨ªa Ruiz Soroa es abogado.
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