Un edificio poco edificante
En lo que fue la Direcci¨®n General de Seguridad durante el franquismo no hay se?al alguna de la tragedia ni de la historia
En Presos contra Franco (Galaxia Gutenberg, 2019) Mario Mart¨ªnez Zauner despliega una investigaci¨®n en profundidad de la senda del militante antifranquista, desde la clandestinidad a la c¨¢rcel, pasando por el obligado periodo de detenci¨®n y torturas en la Direcci¨®n General de Seguridad.
Hablo en masculino porque, a pesar de que hay alguna menci¨®n a las mujeres antifranquistas, no aborda su an¨¢lisis. He recordado otros testimonios como los de Juana Do?a y Lidia Falc¨®n, quienes tambi¨¦n pasaron por la DGS y fueron all¨ª salvajemente torturadas. Despu¨¦s de leer el libro me han entrado ganas de acercarme a las inmediaciones del edificio en el que se alberg¨® este organismo del franquismo, dependiente del Ministerio de Gobernaci¨®n y situado en la mism¨ªsima Puerta del Sol, kil¨®metro cero de Espa?a. Es uno de los edificios m¨¢s conocidos del pa¨ªs, no tanto por esta historia o porque fuera Casa de Correos o ahora la sede de la Presidencia de la Comunidad de Madrid, sino por su campanario donde est¨¢ (y ha estado siempre, tambi¨¦n mientras era la DGS y se torturaba a los presos y presas en su s¨®tano) el reloj que da las campanadas cada 31 de diciembre. Ese reloj. Ese edificio. Esa historia.
Ese fue el edificio donde Antonio Gonz¨¢lez Pacheco, alias Billy el Ni?o, o Roberto Conesa toturaban
Salgo de casa (no vivo lejos) y me encamino en busca de alg¨²n rastro del pasado represivo en el edificio. No me gusta pasear por la Puerta del Sol. Me parece uno de los espacios p¨²blicos m¨¢s feos que conozco, en Madrid, en Espa?a, en Europa y allende los mares. Por muy bonitos y se?oriales que sean los edificios, la plaza en s¨ª es una explanada seca de cemento abarrotada de gente, sin una sombra que cobije, sembrada de publicidad y con esos pobres trabajadores enfundados en disfraces de Minnie Mouse y el Pato Donald, sofoc¨¢ndose en verano, aguantando el fr¨ªo en invierno. Miro a mi alrededor y veo gente con bolsas de franquicias, sentados en la fuente helados de fr¨ªo mirando sus tel¨¦fonos m¨®viles o haci¨¦ndose selfis, hoy no hay nadie tocando m¨²sica, tampoco ning¨²n predicador evangelista.
El edificio de la antigua Direcci¨®n General de Seguridad hoy est¨¢ desnudo. Durante el puente de la Constituci¨®n desplegaron unas banderas de Espa?a kilom¨¦tricas, para que no se nos olvide d¨®nde estamos, me imagino, y recordarnos que Madrid es muy espa?ola. A estas las sustituyeron despu¨¦s, durante el periodo navide?o, otras grandes banderolas (en vertical) con el Feliz Navidad y el ni?o Jes¨²s y su virgen madre, para que no nos olvidemos, supongo, que estamos en un pa¨ªs cat¨®lico. De lo que parece que no quieren que nos acordemos los que habitan la antigua DGS, ahora edificio de la Comunidad y por tanto del PP, es que ah¨ª se torturaba, que ese fue el edificio donde Antonio Gonz¨¢lez Pacheco, alias Billy el Ni?o, o Roberto Conesa hac¨ªan que las mujeres se arrodillaran sobre garbanzos, met¨ªan sus cabezas en barre?os llenos de mierda, las amenazaban con violarlas por rojas y putas, les pegaban de forma que no se notaran los golpes, las sobaban, vejaban e insultaban. Me doy un paseo alrededor, busco una se?al, una explicaci¨®n, un reconocimiento, una medida de la tragedia y de la historia. Me asomo a esas ventanucas del s¨®tano desde las que los presos dec¨ªan que o¨ªan pasar a la gente, como si nada, ve¨ªan sus pies, o¨ªan el taconeo de las mujeres y me imagino que, en los 31 de diciembre, contaban las campanadas y esperaban a que llegara un a?o mejor, libre del dictador y sus funcionarios torturadores.
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