El viaje del PP
Abrazar ideas ultras ha tra¨ªdo malos resultados a otros partidos de derechas
La Convenci¨®n Nacional del Partido Popular ha demostrado que el discurso duro de su presidente, Pablo Casado, no es el ¨²nico dentro de la formaci¨®n conservadora, aunque s¨ª el dominante. Despu¨¦s de haber controlado en solitario el centroderecha desde su refundaci¨®n, hace ahora 30 a?os, el PP debe compartir su espacio pol¨ªtico en el centro con Ciudadanos y, sobre todo, a su derecha con Vox, que no deja de ser una escisi¨®n del ala dura de los populares. Casado lo dej¨® claro cuando hizo un llamamiento a unir bajo sus siglas ¡°a todos los que est¨¢n a la derecha del PSOE¡±. Otra cosa es que pueda conseguirlo sin dejarse el alma, y los votantes, por el camino.
Durante la convenci¨®n se escucharon discursos que reflejan las diferentes voces del PP. Fue especialmente relevante la intervenci¨®n del presidente de la Xunta, Alberto N¨²?ez Feij¨®o, que renunci¨® a competir por la presidencia popular, pero que fue el coordinador de la convenci¨®n y que sigue siendo uno de los pesos pesados del partido. ¡°No estamos aqu¨ª para reinventar el PP, estamos aqu¨ª para reafirmarlo, reforzarlo y reivindicarlo¡±, afirm¨® en clara contradicci¨®n con las ideas de ¡°derecha sin complejos¡± y de refundaci¨®n.
Tambi¨¦n fue muy significativo que el expresidente del Gobierno Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, el referente indiscutible de la actual direcci¨®n, pidiese el voto para el PP, despu¨¦s de haber marcado una distancia cada vez m¨¢s grande con el partido durante la etapa de Mariano Rajoy. Este ¨²ltimo tambi¨¦n tuvo su espacio, que aprovech¨® para reivindicar su legado y, sobre todo, pedir huir de ¡°sectarismos¡±.
Sin embargo, estas llamadas a la centralidad chocan de lleno con el resultado de la convenci¨®n, que culmin¨® con un discurso de Casado claramente escorado hacia el rearme ideol¨®gico desde la derecha dura y cercano al tono empleado por las figuras ascendentes del PP durante la negociaci¨®n con Vox en Andaluc¨ªa. Un ejemplo es Isabel D¨ªaz Ayuso, candidata del PP a la Comunidad de Madrid y muy cercana a Casado, que en una entrevista asegur¨® que Vox no propone nada que no est¨¦ ya dentro del PP y, sobre todo, que hubiese abandonado el partido si llega a ganar Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa, que fue vicepresidenta de un Gobierno de su propia formaci¨®n. Se trata de declaraciones que casan dif¨ªcilmente con un partido institucional, que ocupa importantes esferas de poder y que tiene una enorme responsabilidad, en el poder y en la oposici¨®n.
Otros partidos europeos conservadores han pasado por el mismo trance. El PP de Pablo Casado debe elegir si quiere seguir el modelo de Angela Merkel en Alemania, que no ha dado ni agua a la ultraderecha y se ha mantenido firme en asuntos como la inmigraci¨®n, desde principios morales m¨¢s s¨®lidos que cualquier c¨¢lculo electoral, o del canciller austriaco Sebastian Kurz, que gobierna sin complejos, nunca mejor dicho, con los ultras. En Francia o en las elecciones en Baviera, los partidos conservadores que han coqueteado con ideas que no pertenecen, ni deber¨ªan pertenecer, a su acervo tradicional han acabado por pagar una factura en las urnas. Abrazar ideas ultras para tratar de combatir aquello que se teme no es una buen principio. En ese sentido, el pacto andaluz tiene algo de espejismo, porque el PP obtuvo un resultado malo, con el que parad¨®jicamente ha logrado el poder, y porque ha confirmado que los populares deber¨¢n compartir su espacio electoral con Vox. En esa dial¨¦ctica se juegan el PP su futuro y Casado su liderazgo.
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