Lluvia m¨¢gica
El pensamiento que identificaba la lluvia de animales con una plaga b¨ªblica sigui¨® funcionando hasta que el f¨ªsico franc¨¦s Andr¨¦-Marie Amp¨¨re consider¨® el fen¨®meno en su dimensi¨®n real
Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez imagin¨® Macondo como un reflejo de la realidad sudamericana. Seg¨²n ¨¦l, Macondo es un estado de ¨¢nimo que no s¨®lo permite ver lo que uno quiere ver, sino tambi¨¦n c¨®mo quiere verlo.
Quiz¨¢ sea por ello, que cada vez que en la realidad sucede algo asombroso, de inmediato, lo identificamos con el estado de ¨¢nimo que permite hacer de la imaginaci¨®n algo m¨¢s grande que la realidad entera. Es entonces cuando, de seguido, nos viene a la cabeza Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez.
La lluvia de animales es un ejemplo de realidad no exenta de componente m¨¢gico. De vez en cuando, las noticias nos sorprenden con el tema de una lluvia de ranas o de sapos o de camarones. No se conoce la causa exacta que provoca dichas lluvias, aunque las hip¨®tesis apunten a la velocidad de las masas de aire contenidas en las tormentas que, a su paso, absorben grandes cantidades de agua, succionando con ello todo lo que el agua contiene.
Cuando estas masas de aire pierden velocidad y paran, dejan caer su carga de agua con todo lo que el agua lleva, ya sean ranas, peces o gambas, como ocurri¨® en el a?o 2012, en el sur de Sri Lanka, cuando una tormenta vino a descargar su peso en forma de marisco.
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— ¼ø»ÆʦYM (@YM_Ghost) June 13, 2018
El pasado mes de junio, en China, en la ciudad de Qingdao, se vieron caer del cielo pulpos, erizos, camarones y langostinos. En una de las im¨¢genes del suceso aparecen unos langostinos pegados al parabrisas de un coche, como si el coche hubiera estado mariscando. Meses antes, en septiembre del 2017, la ciudad mexicana de Tampico tambi¨¦n se vio sorprendida por una lluvia parecida. La tromba marina hab¨ªa descargado peces de la misma manera que cont¨® Alejandro Dumas en su novela m¨¢s animal, la titulada El Capit¨¢n P¨¢nfilo. En esta novela, Dumas nos cuenta la vida as¨ª como el destino de todo animal que el Capit¨¢n P¨¢nfilo captura en sus viajes. Los monos y los osos aparecen en una narraci¨®n donde la pirater¨ªa y la falta de piedad son atributos de un personaje que aborda todo barco que se le cruza en el camino. En esta novela de Dumas se incluye la noticia de un peri¨®dico en la que se cuenta c¨®mo una lluvia de sapos cubri¨® las calles y los tejados de las casas.
Hasta bien entrado el siglo XIX, el citado fen¨®meno fue considerado como sobrenatural. El pensamiento que identificaba la lluvia de animales con una plaga b¨ªblica sigui¨® funcionando hasta que el f¨ªsico franc¨¦s Andr¨¦-Marie Amp¨¨re consider¨® el fen¨®meno en su dimensi¨®n real. Buscando una explicaci¨®n cient¨ªfica, se acerc¨® a la causa. Seg¨²n Ampere, el efecto de la lluvia de animales era debido a la fuerza de los vientos que los captura y que los desplaza.
Con todo, el rigor cient¨ªfico que se requiere para construir la explicaci¨®n de una realidad, nunca llega a todos los rincones. Sin ir m¨¢s lejos, tenemos el caso de un suceso que se produjo en el a?o 371, en la regi¨®n francesa de Artois y que ha dado lugar al culto del Santo Man¨¢ que se sigue en la actualidad, transmitido de padres a hijos como una herencia del pensamiento m¨¢gico.
Lo ocurrido aquel a?o fue que una tromba de agua descarg¨® su peso de grasa despu¨¦s de haberlo hecho de lana. Tras el acontecimiento, la tierra est¨¦ril se convirti¨® en f¨¦rtil por obra y gracia de la naturaleza y de su derecho intr¨ªnseco: el azar. Bien mirado, el azar es tambi¨¦n la casualidad presente en un juego que se denomina Macondo y que se juega en el distrito colombiano de Aracataca con una peonza que lleva grabadas una serie de figuras. Entre tales figuras, destaca el ¨¢rbol que se designa con el nombre de Macondo (Cavanillesia platanifolia) por ser el que hace ganar el juego
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