Trampantojo

Se public¨® en portada de este diario una foto en la que aparec¨ªa Nicol¨¢s Maduro con un miniejemplar de la Constituci¨®n venezolana en la mano (no exagero, v¨¦anla, no era m¨¢s grande que un paquete de cigarrillos).

Aqu¨ª han pasado dos cosas: o bien han reducido el n¨²mero de los art¨ªculos que la componen, o bien el tama?o de la letra. Si es esto ¨²ltimo est¨¢ claro que Maduro no tiene presbicia y ve perfectamente lo que tiene delante de sus narices. Pero sucedi¨® que a primera vista experiment¨¦ un trampantojo, creyendo que el libro era normal y Maduro el que ten¨ªa unas proporciones monstruosas. Acto seguido lo imagin¨¦ pisando la ciudad de Caracas, cual Godzilla caribe?o. No pretendo frivolizar, no est¨¢ el horno para bollos.

Nos lo recuerdan continuamente todos los analistas pol¨ªticos, algunos con m¨¢s profusi¨®n que otros. De los que he visto, el que se lleva la palma a la hora de relatar las desgracias que viven los venezolanos es Eduardo Inda. ¡°Hay trescientos o cuatrocientos presos pol¨ªticos¡±, dijo textualmente en la tertulia de El programa de Ana Rosa.

Obviando que entre una cifra y otra hay cien personas de diferencia, la noticia, de ser cierta, es estremecedora desde luego. Pero no quisiera detenerme en el fondo, m¨¢s bien en la forma, porque cuando Inda enumera todas las catastr¨®ficas consecuencias del actual gobierno venezolano, alterna miradas a uno de los monitores (los hay distribuidos por todo el plat¨® para comprobar la emisi¨®n): quiere revisar su imagen constantemente. Est¨¢ claro que el tema le indigna, le duele y que su alma se aflige, pero nada impide esas pinceladas de vanidad. ¡°Venezuela sufre una narcodictadura¡±, y entonces piensa: "?Espera! ?Estar¨¦ saliendo guapo?".

Se?or Inda, no debe preocuparse, la verdadera belleza est¨¢ en el interior, por cierto, no haga caso a lo que dice la gente, no parece usted mucho m¨¢s mayor que Brad Pitt.

Y hablando de ilusiones que enga?an haciendo ver lo que no es: ?Ya ha salido la nueva encuesta del CIS!