El algoritmo igualitario
Parte del incremento de la desigualdad en nuestras sociedades se explica con el cambio tecnol¨®gico
Una parte del incremento de la desigualdad en nuestras sociedades se explica con el cambio tecnol¨®gico. La llegada de la robotizaci¨®n y los algoritmos, que ordenadores puedan hacer tareas rutinarias y repetitivas, est¨¢ alterando nuestra estructura ocupacional. Como consecuencia, la polarizaci¨®n salarial no ha dejado de crecer desde 1970 y cada vez hay m¨¢s diferencias entre lo que gana un trabajador con formaci¨®n universitaria ¡ªespecialmente tecnol¨®gica¡ª y aquel que no la posee. Una desigualdad que tiene importantes efectos pol¨ªticos. Si para que nuestras democracias funcionen bien debe haber una capacidad de influencia pareja de todos los colectivos sociales, cada vez se nos filtran m¨¢s desequilibrios.
La enmienda a esta situaci¨®n, siquiera levantar diques que la contengan, es algo que depende de los poderes p¨²blicos y de tener ciudadanos que apoyen sus pol¨ªticas redistributivas. El problema es que el cambio tecnol¨®gico podr¨ªa tanto generar m¨¢s desigualdad como aumentar la aversi¨®n a corregirla. Si cada vez hay m¨¢s distancia econ¨®mica ¡ªy social¡ª entre las clases medias y las menos acomodadas es muy probable que estas no empaticen entre s¨ª, generando menos apoyo a corregir las desigualdades. Din¨¢mica que junto con la mayor interdependencia global y el alcance limitado de las pol¨ªticas nacionales desencadenar¨ªa una tormenta perfecta.
Sin embargo, hay investigaciones como las de Thewissen y Rueda que cuestionan esta tesis. Su argumento es que con la revoluci¨®n tecnol¨®gica crece el riesgo de desempleo para trabajadores que tienen ocupaciones rutinarias, algo que no solo amenaza a los trabajadores menos cualificados, sino tambi¨¦n a puestos de trabajo con niveles de ingresos y formaci¨®n medias ¡ªdesde oficinistas a empleados de cara al p¨²blico¡ª. Esto implicar¨ªa que, por su propio inter¨¦s, estos sectores prefieran que los gobiernos tomen medidas que reduzcan la desigualdad para que el gasto p¨²blico les sirva como un ¡°seguro¡± ante la volatilidad del mercado laboral. Un apoyo que hasta ser¨ªa m¨¢s intenso entre aquellos trabajadores expuestos a la robotizaci¨®n con m¨¢s ingresos dado que su p¨¦rdida de renta y estatus podr¨ªa ser mayor.
Es conocido que en las sociedades occidentales el trabajo no s¨®lo vertebra nuestro modo de vida, sino tambi¨¦n nuestra identidad social e incluso pol¨ªtica. Ahora bien, parece que el puesto de trabajo para toda la vida est¨¢ en v¨ªas de extinci¨®n, de modo que cada vez m¨¢s acad¨¦micos hablan de la pre-distribuci¨®n, de intervenir sobre la econom¨ªa antes del mercado laboral con regulaciones, rentas y salarios m¨ªnimos que corrijan desigualdades en origen. Lo llamativo es que estas pol¨ªticas pueden tener un aliado inesperado en el cambio tecnol¨®gico; el potencial para una coalici¨®n inter-clase entre los ciudadanos de ingresos m¨¢s modestos y las clases medias / altas expuestas a ese cambio. Un inesperado algoritmo igualitario.
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