Tres trovadores que no saben de fronteras
Ubuntu Roads, el proyecto creado por el polifac¨¦tico artista senegal¨¦s Alibeta que explora los v¨ªnculos musicales entre las culturas africanas, hace escala en Saint Louis
Tres trovadores, una carretera y un alto en el camino en la ciudad de Saint Louis, que les fascina por su car¨¢cter mestizo, su esp¨ªritu de cruce de caminos, de encuentro entre los diferentes pueblos. El artista senegal¨¦s Saliou Sarr, conocido como Alibeta, el griot mauritano Cheikhou Ba y el m¨²sico marroqu¨ª Khalid Sansi, procedentes de tres culturas diferentes, serer, peul y gnaoua, presentaron su proyecto Ubuntu Roads para demostrar que la m¨²sica une, que las fronteras s¨®lo est¨¢n en la mente y que, frente a esa tenebrosa corriente que intenta mostrarlas como un problema, las migraciones son indisolubles del avance del ser humano.
Saliou Sarr, cineasta, activista, pensador, int¨¦rprete, compositor, es un malabarista de la palabra. Sus mensajes son directos, rotundos. Es el padre de la criatura. ¡°Queremos aproximar a los pueblos y eso empieza por nosotros mismos, por ?frica. Somos lo mismo, un gran conjunto. Las migraciones, el nomadismo, nos definen. La m¨²sica la concebimos como una terapia frente a la amnesia de esta realidad¡±, asegura. La gira, que cuenta con el apoyo del Instituto Franc¨¦s, comenz¨® en Marruecos y Senegal y prosigue en los pr¨®ximos d¨ªas por tierras mauritanas.
Antes del concierto de Saint Louis se proyect¨® el documental Life Saraaba Illegal, tambi¨¦n obra de Alibeta, en el que cuenta la historia de dos hermanos de su pueblo, Niodior, uno de ellos emigrante en Espa?a y el otro fascinado con la idea de serlo. Asomarse a este relato audiovisual es abrir la mente a entender casi todo, la importancia de las remesas, el rol del migrante en los pueblos de origen, su condici¨®n de h¨¦roe, la dureza del viaje, la realidad del que llega. ¡°Europa tiene que asumir su responsabilidad en este fen¨®meno como gran explotador de los recursos africanos, sufre una grave crisis de hospitalidad y no ha entendido que debe abrirse al mundo, que los tiempos han cambiado. Y los gobiernos de aqu¨ª son c¨®mplices¡±, dispara Sarr.
Ritmo hipn¨®tico
Tan vibrante como sus palabras es su m¨²sica. Sobre el escenario, los tres trovadores presentan una propuesta s¨®lida y din¨¢mica a la vez en la que se buscan las cosquillas de su identidad para gestar algo diferente. El hipn¨®tico guembri de tres cuerdas, usado en los rituales m¨ªsticos de la cultura gnawa, se mezcla as¨ª con la guitarra el¨¦ctrica, la bater¨ªa o los tambores fulani formando un bogol¨¢n al que no se le notan las costuras. La m¨²sica como terapia.
Pese a su juventud, Khalid Sansi es un maestro. La palabra gnawa sirve tanto para designar su cultura singular, que sobrevive en el Marruecos y otros pa¨ªses del Magreb y que procede de los esclavos negros, como su m¨²sica peculiar. ¡°Tambi¨¦n est¨¢ presente en algunas palabras y expresiones. Yo crec¨ª en ese ambiente, pero para llegar a toca el guembri hay que pasar por varias etapas, primero la disciplina, luego el estudio y finalmente el rezo, as¨ª como por otros instrumentos como las karkabou o el tbal (tambor) y por el uso de la voz en unos c¨¢nticos de gran contenido m¨ªstico y religioso¡±, explica.
Su relaci¨®n con Alibeta dura ya dos a?os y fue un aut¨¦ntico flechazo. ¡°En mi pa¨ªs sigue habiendo rechazo a los negros, no todo el mundo ni en todas las ciudades, pero hay problemas. Por eso queremos cambiar las cosas a trav¨¦s de la m¨²sica¡±, a?ade. La tercera pata de Ubuntu Roads es el griot peul Cheikhou Ba, natural de la regi¨®n de Gorgol, en el sur de Mauritania. ¡°Mi padre, Seydou Ba, era un gran maestro del hoddo y yo lo mam¨¦ desde ni?o¡±, aclara. Adem¨¢s, es un gran percusionista. ¡°Este proyecto es una familia, es el reencuentro de la m¨²sica africana. Entre Mauritania y Senegal no exist¨ªan fronteras, eso vino despu¨¦s, lo hicieron para separarnos¡±.
Mientras los presidentes africanos no solucionen el paro y la educaci¨®n nada va a cambiar, los j¨®venes se juegan la vida en el intento
Su pa¨ªs es parte de la ruta hacia Europa desde hace a?os. ¡°Mientras los presidentes africanos no solucionen el paro y la educaci¨®n nada va a cambiar¡±, asegura, ¡°los j¨®venes se juegan la vida en el intento¡±. Pero Mauritania tambi¨¦n es conocida por la discriminaci¨®n que sufren las poblaciones negras. ¡°Hay mucho racismo, tanto de los blancos hacia los negros como entre nosotros mismos, no estamos unidos, cada uno se atrinchera en su cultura y eso no es bueno para el desarrollo de nuestro pa¨ªs¡±, a?ade.
Alibeta opina que son los l¨ªderes africanos quienes est¨¢n vendiendo las ¡°riquezas¡± del continente. ¡°Hay destellos de l¨ªderes desacomplejados, como los presidentes Kagame (Ruanda) y Akufo-Addo (Ghana) y el primer ministro et¨ªope Abiy Ahmed, pero el panorama general es de desesperanza, de presidentes manejados por Europa¡±. Pese a todo, se muestra optimista. ¡°Creo que est¨¢ surgiendo una conciencia colectiva desde abajo, lo veo por todos lados. Hace falta que los pueblos asuman tambi¨¦n su responsabilidad y exijan cambios¡±, dice.
Para el concierto de Saint Louis se ha unido tambi¨¦n la joven francesa Marcia Higuelan (piano y coros). ¡°La colonizaci¨®n no ha terminado. Me encanta tener la oportunidad de decir que no estoy de acuerdo con eso y proponer algo alternativo, juntarme con personas que piensan como yo. Me invitan por inteligencia cultural, pero es su proyecto. Francia lo que debe hacer, antes que nada, es pedir perd¨®n y no lo ha hecho¡±, asegura.
Tras el concierto del Instituto Franc¨¦s de Saint Louis, los tres trovadores recogen sus instrumentos y sus atarecos y se echan de nuevo a la carretera. Toca cruzar la frontera de Rosso y llegar a Nuakchot para preparar el pr¨®ximo concierto. Como dice la filosof¨ªa ubuntu del pueblo xhosa, que Nelson Mandela hizo llegar al mundo y de la que toma su nombre el proyecto, ¡°soy porque somos¡±. ¡°Dependemos unos de otros y eso est¨¢ bien, siempre ha sido as¨ª. Pero en este mundo de hoy se han generado relaciones malsanas de dependencias, entre personas y pa¨ªses. Eso es lo que nos gustar¨ªa curar¡±, termina Alibeta.
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