Europa confrontada por el nacionalpopulismo
La apuesta de la uni¨®n debe fortalecer sus bases con un proyecto renovado y, sobre todo, solidario
En la Europa de hoy se perciben tres fisuras graves, que la corriente nacionalpopulista, siempre a la ofensiva, instrumentaliza. En primer lugar, utiliza la inmigraci¨®n como arma de destrucci¨®n masiva del conjunto de la UE; se aprovecha de la impotencia del Consejo Europeo ante la vulneraci¨®n de las leyes europeas; rechaza los acervos de supranacionalidad. Sin embargo, los inmigrantes y refugiados no constituyen, en el fondo, su objetivo principal, ¨¢mbito ¡ªlo saben los dirigentes de estos movimientos¡ª que no admite soluciones f¨¢ciles ni estrictamente nacionales. El objetivo real no es sino la UE, considerada una instituci¨®n opuesta no solo a la soberan¨ªa tradicional, sino a los modelos de organizaci¨®n que prevalecen dentro de la naci¨®n. Dos factores justifican su argumentaci¨®n: la disciplina presupuestaria impuesta por la Comisi¨®n, que recorta los gastos p¨²blicos, y la disciplina monetaria determinada por el Banco Central, que beneficia a los pa¨ªses ricos con capacidad de exportaci¨®n, endeudando m¨¢s al resto. Ante ello, se abre la decisi¨®n de cambiar la pol¨ªtica europea, reduciendo su dimensi¨®n supranacional, o bien se apuesta por crear una situaci¨®n de crisis profunda para provocar el estallido del conjunto europeo. El ejemplo del Brexit fortalece a los movimientos nacionalpopulistas, que lo aplauden. Y su eco es id¨®neo para propagarse al programa pol¨ªtico de un pa¨ªs como Italia.
En segundo lugar, frente a este desaf¨ªo, la UE reacciona a la defensiva. En lugar de ofrecer una respuesta econ¨®mica capaz de neutralizar los problemas que han dado alas a los movimientos nacionalpopulistas, y cortarlos de ra¨ªz, se limita a vigilar su pol¨ªtica de estabilidad sin crecimiento; no afronta seriamente la materia migratoria, dejando correr la din¨¢mica de nacionalizaci¨®n en este contexto; acepta impert¨¦rrita la ruptura de solidaridad por parte de los Estados miembros del Este, etc¨¦tera. Con el Brexit sobre la mesa, que la supera, se encarga de recordar que cualquier cambio de orientaci¨®n estrat¨¦gica global depender¨¢ del Consejo Europeo. No obstante, el papel de la Comisi¨®n es salvaguardar el inter¨¦s general de los europeos, lo que debe implicar hoy proponer sin demora una respuesta econ¨®mica y social s¨®lida frente a la demagogia nacionalista en Europa.
En tercer lugar, aparecen se?ales peligrosas: la contienda diplom¨¢tica entre Francia e Italia por el respaldo expreso del Gobierno italiano a los chalecos amarillos, demuestra que la intervenci¨®n directa en asuntos interiores de otro pa¨ªs ha devenido un arma del nacionalpopulismo para debilitar al adversario del momento, lo que constituye un golpe mayor a los principios del acuerdo hist¨®rico europeo. Aunque la intromisi¨®n no trascienda a los intereses econ¨®micos, la desconfianza mutua permanecer¨¢.
Son tres l¨ªneas de fractura que condicionan el porvenir. La apuesta europea debe fortalecer sus bases con un proyecto renovado y, sobre todo, solidario.
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