Las instituciones y la calle
Reiterar que el poder es del pueblo, solo del pueblo y nada m¨¢s del pueblo, negando la intermediaci¨®n que supone la democracia representativa, solo tiene un nombre: populismo
Manifestarse es un derecho fundamental de titularidad universal. Es uno de los derechos centrales del estado democr¨¢tico porque es un mecanismo de participaci¨®n y de control ciudadano respecto de la toma de decisiones p¨²blicas. La libertad de expresi¨®n tambi¨¦n es un derecho fundamental, que reconoce la posibilidad de cualquier persona de expresar ideas, pensamientos, opiniones libremente, con el l¨ªmite de insultar o vejar a terceros. Conforma, igualmente, el n¨²cleo duro del orden democr¨¢tico en tanto que canaliza el pluralismo pol¨ªtico y social sin el cual no hay democracia.
Los representantes pol¨ªticos ejercen el poder soberano que nosotros les confiamos para gestionar la cosa p¨²blica en las instituciones. Los pol¨ªticos, tambi¨¦n titulares de derechos ¡ªfaltar¨ªa m¨¢s¡ª, est¨¢n llamados a exteriorizar sus opiniones y a ejercer presi¨®n en los procesos de toma de decisiones en el marco institucional previsto para ello. La cr¨ªtica pol¨ªtica, la competici¨®n electoral y la voluntad de cambio de los profesionales de la pol¨ªtica tienen unos cauces espec¨ªficos.
Estos elementos de teor¨ªa constitucional deber¨ªan servir para recordar que la calles son para la ciudadan¨ªa y que las instituciones son para los pol¨ªticos. De otra forma, los representantes p¨²blicos, los partidos, acaban copando tambi¨¦n los espacios e instrumentos con los que cuenta la ciudadan¨ªa para controlar la actividad de aquellos. La reivindicaci¨®n de mayor permeabilidad democr¨¢tica supone m¨¢s canales de participaci¨®n de la ciudadan¨ªa en la pol¨ªtica, y no a la inversa.
La pol¨ªtica debe procurar la soluci¨®n de los problemas y de los conflictos sociales, no crearlos. Y algo no est¨¢ funcionando cuando los datos muestran que, como explica Juan Rodr¨ªguez en Agenda P¨²blica, estamos en el mayor nivel de polarizaci¨®n ideol¨®gica de los partidos pol¨ªticos desde la transici¨®n. Llevar la polarizaci¨®n a las calles no deber¨ªa ser la funci¨®n de los representantes p¨²blicos.
Los planteamientos dicot¨®micos, binarios, sin grises, sin duda, polarizan. La apropiaci¨®n de la idea de Espa?a, de su Constituci¨®n y de sus s¨ªmbolos de los partidos de la derecha espa?ola es exactamente lo mismo que han hecho los partidos pol¨ªticos independentistas en Catalu?a. Polarizadores, unos y otros, parecen empe?ados en una visi¨®n p¨¦trea y nada plural de las sociedades de las que forman parte. Cosa que tambi¨¦n representa, por cierto,"NoVoyConElFascismo".
Solo una cosa m¨¢s: la informaci¨®n protege y exige la narraci¨®n de hechos ver¨ªdicos. Cuando son periodistas los encargados de transmitir un determinado argumentario pol¨ªtico, se les presume el cumplimiento del deber de diligencia en el relato de la verdad. Por ello no casa con el ejercicio de la libertad de la informaci¨®n por profesionales los relatos plagados de medias verdades o directamente mentiras (la supuesta asunci¨®n por el Gobierno de los 21 puntos de la Generalidad) f¨¢cilmente contrastables. Asimismo, reiterar que el poder es del pueblo, solo del pueblo y nada m¨¢s del pueblo, negando la intermediaci¨®n que supone la democracia representativa, solo tiene un nombre: populismo.
Argelia Queralt Jim¨¦nez es profesora de Derecho Constitucional, Universitat de Barcelona. Este art¨ªculo ha sido elaborado por Agenda P¨²blica, para EL PA?S.
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