El ¨²ltimo refugio del lobo marino
Se extinguieron del Mediterr¨¢neo cercadas por la caza masiva para conseguir su piel y su grasa. Hoy, gracias a la colonia que ha pervivido en Mauritania, las focas monje tienen una oportunidad de regresar a Espa?a
CUENTA HOMERO en La odisea que el dios Proteo dorm¨ªa cada d¨ªa en una ¡°honda gruta¡± y all¨ª vigilaba a las focas, ¡°hijas de la hermosa Halosidne, que salen del espumoso mar exhalando el acerbo olor de las aguas profund¨ªsimas¡±. Esta cita es una de las primeras referencias escritas sobre la presencia en el Mediterr¨¢neo de focas monje, tambi¨¦n llamadas lobos marinos. De hecho, se sabe que en la Antig¨¹edad miles de ejemplares viv¨ªan en playas situadas entre el estrecho de Gibraltar y el mar Negro, as¨ª como en la costa atl¨¢ntica norteafricana.
Hoy en d¨ªa es casi imposible verlos: oficialmente extinguido en Espa?a, es uno de los mam¨ªferos marinos m¨¢s amenazados del planeta. Perseguidos durante siglos para obtener piel y grasa, exterminados por los pescadores que los consideraban competencia, arrinconados por la presencia humana en las costas, en la actualidad solo sobreviven unos 700 individuos. La mitad de ellos se concentran en la pen¨ªnsula de Cabo Blanco, entre Mauritania y el S¨¢hara Occidental. Esta aglomeraci¨®n es un riesgo, pues cualquier epidemia o accidente comprometer¨ªa la supervivencia de la especie.
La buena noticia es que esta colonia se recupera de forma sostenida. Solo en 2018 han nacido ya m¨¢s de 71 cr¨ªas, la poblaci¨®n es cada vez m¨¢s viable y se encuentra en buen estado de salud. La experiencia mauritana ha permitido a los expertos comenzar a pensar en la creaci¨®n de nuevas colonias en su antigua ¨¢rea de distribuci¨®n para garantizar la supervivencia de la especie. Uno de los primeros lugares podr¨ªa ser la playa de Cofete, en la isla de Fuerteventura, en lo que ser¨ªa la primera reintroducci¨®n de un mam¨ªfero extinto en Espa?a, aunque a¨²n pasar¨¢ alg¨²n tiempo hasta que los primeros ejemplares sean trasladados. Antes hay que redactar el plan de acci¨®n de la especie, discutir los detalles con las autoridades, la poblaci¨®n local, los pescadores, la industria tur¨ªstica.
Amanece en Nuadib¨², capital econ¨®mica de Mauritania e importante puerto pesquero. Hamdy M¡¯Bareck, director adjunto del Programa de Conservaci¨®n de la Foca Monje, sube a un veh¨ªculo que conduce Abba M¡¯Bareck, t¨¦cnico. Tras avituallarse, ponen rumbo a la reserva de la Costa de las Focas atravesando el desierto por una pista de tierra en apariencia impracticable. Apenas media hora despu¨¦s emerge entre las dunas la silueta de la estaci¨®n biol¨®gica Las Cuevecillas, una construcci¨®n de piedra adaptada al ¨¢rido paisaje.
En alguna playa situada no muy lejos de aqu¨ª desembarc¨® en 1436 el explorador portugu¨¦s Afonso Gon?alves Baldaia, cuyos relatos sobre la presencia de miles de focas desencadenan la fiebre de hacerse con sus pieles y grasa para elaborar aceite. Ya diezmadas en el Mediterr¨¢neo, tocaba el turno a ?frica Occidental. Tan devastadora fue la caza que desaparecieron de las playas, y no fue hasta 1945 cuando el investigador espa?ol Eugenio Morales reencontr¨® un peque?o grupo en sus nuevas zonas de cr¨ªa, unas cuevas con playas interiores situadas al pie de un acantilado e inaccesibles desde tierra.
Es aqu¨ª donde se desarrolla el Programa de Conservaci¨®n de la Foca Monje gestionado por la fundaci¨®n espa?ola CBD-H¨¢bitat en colaboraci¨®n con la ONG mauritana Annajah. ¡°Nuestro objetivo es proteger esta colonia y favorecer su recuperaci¨®n¡±, asegura Hamdy M¡¯Bareck. Los guardas recorren cada d¨ªa los seis kil¨®metros de costa incluidos en la reserva para controlar la presencia de pescadores o cualquier otra anomal¨ªa. Es f¨¢cil verlas, basta asomarse a los acantilados.
Todas las focas de la colonia tienen nombre: Lacito, Epoxy, Sof¨ªa... ¡°Son animales muy curiosos y en cuanto detectan la presencia humana se acercan¡±, explica un experto
¡°Son animales muy curiosos y en cuanto detectan la presencia humana se acercan¡±, explica el director adjunto del proyecto. Una decena de focas mira hacia lo alto del acantilado mientras Abba M¡¯Bareck las observa con prism¨¢ticos. Cada una tiene su nombre: Lacito, Epoxy, Nike, Pangea, Gabriela Mistral, Herradura y Sof¨ªa. Esta ¨²ltima, bautizada as¨ª por el inter¨¦s de la Reina em¨¦rita de Espa?a en esta especie, es una de las estrellas de la colonia, pues fue la primera en d¨¦cadas que naci¨® en una playa a cielo abierto, en 2009.
En los a?os noventa, un grupo de investigadores espa?oles liderados por Luis Mariano Gonz¨¢lez construyeron un campamento, instalaron un sistema de videovigilancia y comenzaron a trabajar de manera permanente en la zona. Las im¨¢genes de las c¨¢maras que hoy cuelgan sobre la entrada de las grutas naturales son las que contempla el t¨¦cnico Moulaye Haye desde la estaci¨®n de Las Cuevecillas. De esta manera puede ver los nacimientos, la evoluci¨®n de las cr¨ªas o si hay alg¨²n problema, como cuando un ejemplar juvenil se qued¨® atrapado una semana entre dos piedras y mandaron especialistas desde Madrid a rescatarlo, descolg¨¢ndose por la pared rocosa.
Sin embargo, eso no fue nada comparado con la mortandad de 1997. Ese a?o, el m¨¢s tr¨¢gico en la historia reciente del lobo marino, una marea roja casi acab¨® con ellos. ¡°Se debi¨® al crecimiento exponencial de una microalga que forma parte del fitoplancton y cuyas toxinas se acumulan en la cadena tr¨®fica¡±, dice Pablo Fern¨¢ndez de Larrinoa, director del programa de conservaci¨®n. ¡°En dos meses perdimos a m¨¢s de 200 ejemplares y la colonia se redujo a un centenar. Fue una cat¨¢strofe¡±.
Ante la seria amenaza que corr¨ªa la especie, en 1999 naci¨®, impulsado por Espa?a, un Plan de Acci¨®n Internacional al que se sumaron Portugal, Mauritania y Marruecos. CBD-H¨¢bitat comenz¨® a trabajar en la zona y en 2001 se cre¨® la reserva de la Costa de las Focas en colaboraci¨®n con los pescadores artesanales. Los barcos que faenan en el caladero sahariano contribuyen en la actualidad informando de avistamientos. ¡°La principal amenaza que sufren¡±, a?ade M¡¯Bareck, ¡°es la pesca. Hay muchas redes y los [ejemplares] juveniles pueden quedar atrapados¡±.
¡°Existen otras dos poblaciones en el mundo, una entre Grecia y Turqu¨ªa y otra en Madeira. Pero la de Cabo Blanco es la ¨²nica con estructura colonial, el resto son peque?os grupos en islas dif¨ªciles de ver. All¨ª son como animales fantasma¡±, dice Fern¨¢ndez de Larrinoa. ¡°El futuro de la foca monje depende en gran medida de lo que ocurra aqu¨ª¡±. El programa de conservaci¨®n, financiado por la fundaci¨®n suiza MAVA, el Ministerio de Transici¨®n Ecol¨®gica, la Fundaci¨®n Parques Reunidos, Bacomab y otras entidades, ha permitido averiguar muchos detalles sobre la foca monje, pero sobre todo le ha dado la calma y protecci¨®n necesaria para que la poblaci¨®n se haya recuperado de 100 individuos a m¨¢s de 350. La experiencia adquirida en Cabo Blanco est¨¢ sirviendo para la conservaci¨®n y seguimiento de las otras poblaciones, as¨ª como para empezar a dise?ar su reintroducci¨®n en Espa?a. Dif¨ªcil ser¨¢ ver al lobo marino reinar de nuevo en las masificadas playas mediterr¨¢neas, pero el dios Proteo debe sentirse satisfecho al ver c¨®mo sus compa?eros de anta?o se aferran con fuerza a la vida.
La geograf¨ªa espa?ola est¨¢ llena de referencias al pasado glorioso de la foca monje del Mediterr¨¢neo, cuyo nombre cient¨ªfico es Monachus monachus. Punta del Lobo, cueva del Lobo Marino o isla de Lobos son solo algunos de los top¨®nimos que recuerdan su presencia. Catalu?a, Levante, Baleares, donde era conocida como vell mar¨ª, Andaluc¨ªa oriental y Canarias formaban parte del h¨¢bitat natural de este animal. La ¨²ltima foca monje de la que se tiene constancia en Espa?a fue el famoso Peluso en las islas Chafarinas, desaparecido en los a?os noventa, adem¨¢s del avistamiento de un ejemplar en Mallorca en 2008.
En Canarias su extinci¨®n fue anterior, en el siglo XV. Pero estas islas atl¨¢nticas, y en concreto Fuerteventura, pueden ser el escenario de su reintroducci¨®n en Espa?a. La idea es que la colonia de Cofete sirva de puente entre las poblaciones de la costa norteafricana y Madeira. Como concluye Fern¨¢ndez de Larrinoa: ¡°La consideraci¨®n de la foca monje como extinta en Espa?a y la progresiva recuperaci¨®n de la poblaci¨®n de Cabo Blanco hacen posible que sea objeto de un plan de reintroducci¨®n en los pr¨®ximos a?os¡±.?
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