El parad¨®jico autor de ¡®La indigencia espiritual del sexo femenino¡¯
Una biograf¨ªa rescata la contradictoria figura de Roberto N¨®voa, pionero del machismo pseudocient¨ªfico
"No puedo concebir la belleza femenina sino como un fruto del pobre ¨¢rbol de su esp¨ªritu; los elementos est¨¦ticos de la mujer asientan precisamente sobre la indigencia de su alma, y su tono de voz, su cabellera larga y espesa, la suculencia de sus pechos, el amor profundo, la fecundidad¡ no puedo comprenderlos desatados y sin relaci¨®n con su inteligencia casi est¨¦ril", escribi¨® Roberto N¨®voa Santos en uno de los libros m¨¢s machistas de la historia: La indigencia espiritual del sexo femenino (Las pruebas anat¨®micas, fisiol¨®gicas y psicol¨®gicas de la pobreza mental de la mujer. Su explicaci¨®n biol¨®gica), editado en 1908.
N¨®voa, nacido en A Coru?a en 1885, ten¨ªa 23 a?os cuando public¨® un libro que hoy se considera infame y que ya por entonces era muy controvertido. En sus p¨¢ginas, aquel simple estudiante de Medicina de la Universidad de Santiago de Compostela aseguraba que, ¡°anat¨®micamente y psicol¨®gicamente, el cerebro de la hembra humana est¨¢, en general, entre el de las bestias y el del macho¡±. Pero, adem¨¢s de ser un ¡°empedernido machista¡±, N¨®voa acabar¨ªa siendo ¡°un m¨¦dico excepcional¡±, un intelectual comprometido y un precursor del tratamiento de la diabetes, seg¨²n reivindica una nueva biograf¨ªa del personaje, Genio indomable (Espacio Cultura Editores), escrita por Xos¨¦ Ant¨®n Fraga.
El autor, exdirector de los Museos Cient¨ªficos Coru?eses, sit¨²a a N¨®voa en su contexto, el de la urbe gallega que ten¨ªa poco m¨¢s de 40.000 habitantes en 1898 y recibi¨® a 33.000 soldados repatriados tras el desastre de la Guerra de Cuba. ¡°Podemos imaginarnos el gran impacto en la ciudad de esa enorme avalancha de dolor. La masa de soldados retornados volv¨ªa en un estado lamentable: desnutridos, fam¨¦licos, vestidos con harapos, muchas veces en camillas o cajones, sin poder andar¡±, relata Fraga.
N¨®voa era hijo de una costurera y de un militar chusquero que fue destinado a Cuba. Milit¨® desde muy joven en el anarquismo, denunci¨® el caciquismo universitario, se licenci¨® en Medicina con matr¨ªculas de honor y en 1916 public¨® su Manual de Patolog¨ªa General, un libro que se convertir¨ªa en texto de referencia en universidades de Espa?a y Am¨¦rica Latina. Galicia era ya la tierra de la poeta Rosal¨ªa de Castro, que en 1859 hab¨ªa denunciado que ¡°todav¨ªa no les es permitido a las mujeres escribir lo que sienten y lo que saben", y de la novelista Emilia Pardo Baz¨¢n, coru?esa nacida en 1851, quien pensaba que ¡°no puede, en rigor, la educaci¨®n actual de la mujer llamarse tal educaci¨®n, sino doma, pues se propone por fin la obediencia, la pasividad y la sumisi¨®n¡±.
Pese a esas luminarias tan cercanas, Roberto N¨®voa Santos bebi¨® de pensadores mis¨®ginos internacionales, como el psiquiatra alem¨¢n Paul Moebius, autor en 1900 de una obra titulada La inferioridad mental de la mujer. En su propio libro, La indigencia espiritual del sexo femenino, el joven N¨®voa cita a Moebius y afirma que ¡°la pobreza mental de la hembra debe mirarse no s¨®lo como un hecho real, sino como un hecho necesario¡±, porque ¡°la difusi¨®n de la cultura est¨¢ en relaci¨®n con el decrecimiento de la fecundidad¡± y ¡°la mujer culta, erudita, alimenta su cerebro, pero desnutriendo sus ovarios¡±.
"La pobreza mental de la hembra debe mirarse no s¨®lo como un hecho real, sino como un hecho necesario", escribi¨® N¨®voa
¡°Pas¨® a formar parte de la amplia n¨®mina de autores mis¨®ginos, de la larga historia del antifeminismo¡±, lamenta Fraga en la nueva biograf¨ªa, presentada ayer en el Instituto de Historia del CSIC, en Madrid. El texto intenta reflejar las desconcertantes contradicciones del personaje. Fraga recuerda que dos hermanas gemelas, Jimena y Elisa Fern¨¢ndez de la Vega, fueron las primeras mujeres licenciadas en Medicina por la Universidad de Santiago, en 1919. ¡°Les gritaban por los pasillos y las echaban de las aulas de anatom¨ªa para que no vieran cad¨¢veres de hombres desnudos. Pero este catedr¨¢tico mis¨®gino fue el ¨²nico que las acogi¨®¡±, explic¨® ayer Fraga. Las dos hermanas gemelas ¡ªt¨ªas de la futura vicepresidenta del Gobierno, Mar¨ªa Teresa Fern¨¢ndez de la Vega¡ª fueron disc¨ªpulas de N¨®voa y se licenciaron con el Premio Extraordinario de su promoci¨®n.
¡°?De d¨®nde proced¨ªa, pues, esa actitud antifeminista? Obviamente, la sociedad estaba repleta de prejuicios, quiz¨¢s con eso lleg¨® para sembrar la misoginia militante en la cabeza de nuestro protagonista¡±, reflexiona Fraga, bi¨®logo, historiador de la ciencia y miembro de la Real Academia Galega.
Otro Fraga, el pol¨ªtico conservador Manuel Fraga Iribarne, escribi¨® en 2002 que N¨®voa fue ¡°uno de los personajes m¨¢s significativos de la medicina espa?ola del siglo XX, al que la muerte prematura impidi¨® ser, cuando menos, uno de los candidatos al premio Nobel¡±. El m¨¦dico ¡°se adelant¨®, al menos 70 a?os, a las ideas modernas sobre el manejo de la diabetes¡±, seg¨²n el historiador Fernando Ponte Hernando, que le dedic¨® una monograf¨ªa en 2009. N¨®voa descubri¨® que una hormona duodenal, la secretina, disminu¨ªa la glucosa en la sangre y lleg¨® a proponer su uso como terapia antidiab¨¦tica, ¡°adelant¨¢ndose ochenta a?os a la realidad actual¡±, seg¨²n coincidi¨® en el mismo estudio Felipe Casanueva, entonces presidente de la Sociedad Internacional de Endocrinolog¨ªa.
Pese a su machismo, N¨®voa acogi¨® como disc¨ªpulas a las hermanas gemelas Fern¨¢ndez de la Vega, las primeras mujeres licenciadas en Medicina
En los ¨²ltimos a?os de su vida, ya c¨¦lebre, Roberto N¨®voa Santos salt¨® a la pol¨ªtica y, tras la proclamaci¨®n de la Segunda Rep¨²blica en 1931, acab¨® siendo diputado en Madrid por la Federaci¨®n Republicana Gallega. En la capital intervino en la pugna entre el centralismo conservador y los nacionalismos catal¨¢n, vasco y gallego. ¡°El v¨ªnculo que liga a los individuos y a los pueblos no est¨¢ representado por la religi¨®n, ni por la raza, ni por el idioma, ni por el pensamiento pol¨ªtico, ni por la cultura, ni siquiera por una constelaci¨®n de estos factores. A los hombres y a los pueblos nos liga un sentimiento m¨¢s profundamente humano, una emoci¨®n de humanidad, de solidaridad universal ante la vida¡±, proclam¨® el catedr¨¢tico el 2 de septiembre de 1931, seg¨²n consta en el Diario de Sesiones del Congreso. Espa?a, defendi¨® el catedr¨¢tico, deb¨ªa ser ¡°una Rep¨²blica integral y pluritaria¡±.
Aquel d¨ªa, tras su discurso humanista, N¨®voa tambi¨¦n tom¨® la palabra para rechazar el derecho de las mujeres a votar. ¡°?Cu¨¢l ser¨ªa el destino de la Rep¨²blica si en un futuro pr¨®ximo, muy pr¨®ximo, hubi¨¦semos de conceder el voto a las mujeres?", se pregunt¨®. "Esto tender¨ªa a convertirse quiz¨¢ en un Estado conservador o teocr¨¢tico. Es posible o es seguro que hoy la mujer espa?ola, lo mismo la mujer campesina que la mujer urbana, est¨¢ bajo la presi¨®n de las instituciones religiosas¡±, sentenci¨®. ¡°El histerismo no es una enfermedad, es la propia estructura de la mujer; la mujer es eso: histerismo; y por ello es voluble".
N¨®voa muri¨® por un c¨¢ncer de p¨ªloro el 9 de diciembre de 1933, con solo 48 a?os. No lleg¨® a ver la guerra civil, pero casi dos a?os despu¨¦s de la victoria del bando franquista, el 31 de enero de 1941, el Tribunal Regional de Madrid de Responsabilidades Pol¨ªticas lo acus¨® de izquierdista, incaut¨® su casa y orden¨® su ¡°depuraci¨®n postmortem¡±, seg¨²n recuerda Fraga con sorna. El tribunal consideraba que N¨®voa estaba en paradero desconocido, pero su cad¨¢ver llevaba m¨¢s de siete a?os enterrado en un cementerio de Santiago de Compostela. ¡°Fue un episodio macabro pero bien indicativo del esp¨ªritu vengativo de la represi¨®n franquista¡±, se?ala el escritor.
Como diputado, en 1931, N¨®voa pele¨® contra el derecho de las mujeres a votar
Xos¨¦ Ant¨®n Fraga finaliza la biograf¨ªa ¡°dese¨¢ndole vida eterna a lo mejor de las ideas, compromisos y realizaciones de un ser humano aut¨¦ntico y audaz, con carencias y errores¡±. Algunas de esas equivocaciones monumentales pudieron evitarse f¨¢cilmente, como mostr¨® el propio N¨®voa en el pr¨®logo de La Indigencia espiritual del sexo femenino. En esas primeras p¨¢ginas, el joven autor confesaba que en el verano de 1906 hab¨ªa conocido a Lydia Guppel, ¡°una se?orita extranjera, linda y elegante, que se dedicaba al estudio de la Medicina¡±. En un pueblo de la costa gallega, ella le habl¨® de ¡°la floraci¨®n espiritual de la mujer¡± y N¨®voa, tras mostrar sus opiniones antifeministas, le prometi¨® solemnemente que publicar¨ªa un libro sobre el tema.
¡°Har¨¢ usted muy mal, querido amigo. Sembrar y despu¨¦s alimentar ese juicio en la multitud es darle un arma m¨¢s para esclavizar a la mujer, ya bastante desdichada¡±, le advirti¨® la estudiante. ¡°Ofender¨¢ usted a sus colegas, la memoria de muchas inteligencias inmortales y¡ me ofender¨¢ usted a m¨ª¡±, le alert¨®. ¡°Los defensores de la mujer se reir¨¢n de usted; las escritoras y el resto de mujeres cultas geniales dir¨¢n justamente que no las tuvo presentes al escribir su libro¡±. Un cuarto de siglo despu¨¦s de aquella conversaci¨®n ante el mar, el 1 de octubre de 1931, el diputado N¨®voa fue testigo de la aprobaci¨®n del derecho al voto de las mujeres en Espa?a.
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