Gobernar con o sin independentistas
El problema catal¨¢n explica gran parte de los problemas de gobernanza del pa¨ªs
Las elecciones de los pr¨®ximos meses cerrar¨¢n del primer ciclo electoral del nuevo multipartidismo espa?ol. Un ciclo caracterizado por el relativo ¨¦xito de pactos de gobierno a nivel local y regional, que contrasta con la marcada inestabilidad de los pactos en el nivel nacional. Una diferencia que seguramente se deba a que, en los niveles regionales y municipales los pactos de gobierno no han necesitado del apoyo de los independentistas catalanes para formar coaliciones de gobierno ideol¨®gicamente coherentes. La cabezona aritm¨¦tica parlamentaria gener¨® un equilibrio de poder en el que, si PP o PSOE (o Podemos y Ciudadanos) no quer¨ªan tener que gobernar juntos por la incompatibilidad de sus proyectos, se necesitaba el apoyo ERC y PDeCAT.
El problema catal¨¢n explica gran parte de los problemas de gobernanza del pa¨ªs en los ¨²ltimos a?os. Y es probable que tambi¨¦n explique su futuro desarrollo en el nuevo ciclo. O los electores hacen un giro ideol¨®gico que genere una mayor¨ªa absoluta clara en alguno de los dos espacios, o los partidos independentistas catalanes seguir¨¢n siendo un actor capaz de vetar y hacer imposible la generaci¨®n de mayor¨ªas con capacidad para implementar reformas de calado. La b¨²squeda de soluciones al problema catal¨¢n es importante, no s¨®lo por lo que implica tener un conflicto de estas caracter¨ªsticas abierto. Tambi¨¦n porque est¨¢ dificultando la gobernanza y la generaci¨®n de alternativas de gobierno en el estado.
El problema es que, como nos han ense?ado los ¨²ltimos a?os en Catalu?a, las personas tendemos a actuar muy condicionadas por nuestro comportamiento pasado. Resulta muy dif¨ªcil romper las din¨¢micas de polarizaci¨®n una vez han empezado, especialmente si los votantes les dan su apoyo. La soluci¨®n del conflicto pasa porque unos y otros reconozcan la imposibilidad de imponer su soluci¨®n para Catalu?a, que se sienten en una mesa y empiecen a buscar espacios de di¨¢logo que permitan volver a la normalidad democr¨¢tica. Por ahora parece que resulta m¨¢s rentable electoralmente, y m¨¢s f¨¢cil psicol¨®gicamente, negar esta realidad y boicotear cualquier intento de di¨¢logo. Las soluciones no son f¨¢ciles, y para muchos resulta m¨¢s c¨®modo no buscarlas.
El 28 de abril abriremos un nuevo ciclo electoral, parece que con un partido m¨¢s en la mesa. Los espa?oles vamos a tener la primera palabra a la hora de decidir qu¨¦ lo va a caracterizar. De las elecciones saldr¨¢ la respuesta a tres preguntas: ?Hay una mayor¨ªa Vox-PP-Ciudadanos que permita la creaci¨®n de un gobierno estable de derechas? ?Hay una mayor¨ªa PSOE-Podemos que permita la creaci¨®n de un gobierno estable de izquierdas? ?Hay un mensaje claro de los votantes independentistas en favor de abandonar las demandas autodeterminaci¨®n en la negociaci¨®n? Si, la respuesta a las tres preguntas es no, nos encontraremos en una situaci¨®n muy similar a la de 2016, y nuestros representantes volver¨¢n a tener la responsabilidad de definir el futuro del ciclo. ?Forman coaliciones que crucen el centro ideol¨®gico? ?Se abre de nuevo la posibilidad de pacto con los partidos independentistas? El precedente catal¨¢n no invita a ser optimistas. Pero todos deber¨ªan tener claro que el futuro funcionamiento de la gobernabilidad y la alternancia en Espa?a est¨¢ sobre la mesa.
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