La debilidad de Europa es la debilidad de Alemania
Berl¨ªn ha contribuido al lamentable estado de la UE a menos de 100 d¨ªas de las elecciones europeas
Solo faltan tres meses para las elecciones europeas y el paciente sigue tendido en la camilla del m¨¦dico. Europa sufre un desvanecimiento duradero, y los d¨¦biles intentos de administrarle infusiones han acabado en fracaso. En pleno a?o electoral, nadie ha sido capaz de despertar una nueva euforia por Europa y sus instituciones.
Berl¨ªn se aferra con fuerza al gaseoducto Nord Stream 2, pero depender del gas ruso significa
quedarse sin influencia sobre Putin
La mayor parte de la ciudadan¨ªa ya no ve a la UE como parte de la soluci¨®n, sino del problema. Y eso que los pa¨ªses que la integran est¨¢n en peores condiciones que nunca de enfrentarse solos a los desaf¨ªos que plantean la guerra comercial latente con EE?UU, una alianza defensiva occidental en crisis, un socio comercial que act¨²a cada vez con m¨¢s desaprensi¨®n, como es China, y la cuesti¨®n no resuelta de c¨®mo va a gestionar Europa la afluencia de refugiados desde el sur de manera sostenible. La simultaneidad de las crisis agudiza el problema. Europa tiene que ser capaz de actuar. Sin embargo, est¨¢ m¨¢s lejos de ello que nunca. Los Estados miembros comparten la responsabilidad de esta par¨¢lisis, pero principalmente hay un pa¨ªs que podr¨ªa guiar a los dem¨¢s fuera del atolladero. Ese pa¨ªs es Alemania.
En su condici¨®n de miembro de la UE con la poblaci¨®n m¨¢s numerosa y la mayor econom¨ªa, a la Rep¨²blica Federal le corresponder¨ªa llenar el vac¨ªo de liderazgo. Como m¨ªnimo, Berl¨ªn deber¨ªa intentar superar los bloqueos. Sin embargo, ocurre todo lo contrario. En vez de invertir en capital pol¨ªtico, el Gobierno federal retrocede y debilita a Europa con sus iniciativas unilaterales, sus promesas incumplidas o su simple desaliento.
Un ejemplo de ello es la poco consecuente relaci¨®n con Rusia. En lugar de oponer un frente cerrado a la conducta expansionista de Vlad¨ªmir Putin, Alemania ablanda la postura europea. En contra de las reservas de buena parte de sus socios de Europa, Berl¨ªn se aferra al altamente controvertido proyecto de gaseoducto Nord Stream 2. Sin embargo, acceder a depender del gas ruso en el suministro de energ¨ªa significa quedarse sin influencia sobre Putin.
En la incipiente guerra digital con China, hasta ahora ha llamado la atenci¨®n sobre todo la desconcertante ingenuidad del Gobierno federal. Mientras los franceses ya est¨¢n pensando c¨®mo podr¨ªan excluir a la empresa china de telecomunicaciones Huawei del despliegue de la red 5G debido a las sospechas de espionaje, el Gobierno alem¨¢n se f¨ªa de las garant¨ªas de seguridad del ofertante.
Igualmente pobre es el balance en lo que respecta a la configuraci¨®n de las relaciones transatl¨¢nticas. Tras la salida de Reino Unido de la Uni¨®n Europea, Alemania pasar¨¢ a ser definitivamente el socio m¨¢s importante de los estadounidenses en Europa. En vez de negociar inteligentemente con Trump en nombre de los europeos, la Rep¨²blica Federal le ofrece el flanco d¨¦bil. El presidente de Estados Unidos reclama con raz¨®n que Berl¨ªn respete sus compromisos con la OTAN en cuanto a gasto en defensa. El estilo de la comunicaci¨®n es discutible, pero, en lo fundamental, Trump est¨¢ en lo cierto. Quien quiera defender la seguridad y los intereses de Occidente de manera cre¨ªble tiene que proporcionar una base material a sus pretensiones.
Con todo, lo que m¨¢s pesa es la falta de liderazgo de Alemania en el seno de la Uni¨®n Europea. Que miembros como Hungr¨ªa o Polonia pongan cada vez m¨¢s en entredicho principios como el Estado de derecho, la independencia de la justicia o la libertad de expresi¨®n mina los fundamentos de la Uni¨®n. A un miembro de la UE grande e influyente como Alemania le corresponde la funci¨®n decisiva de establecer l¨ªneas rojas y sancionar a quien las traspase. En cambio, el partido de la canciller permite que Fidesz, la formaci¨®n de Viktor Orb¨¢n, con la que, de todas maneras, comparte grupo en el Parlamento Europeo, salga indemne de su desmantelamiento de la democracia. Con ello, la ¨²nica se?al que se env¨ªa a los dem¨¢s es que nuestros valores son negociables, y que hace tiempo que hemos dejado de tomarnos en serio nuestra palabra.
Todo ello da testimonio de una pusilanimidad y un des¨¢nimo por los cuales quiz¨¢ alg¨²n d¨ªa tengamos que justificarnos ante nuestros nietos, suponiendo que nos planteen la pregunta de por qu¨¦ abdicamos de Europa con tanta frivolidad cuando todav¨ªa pod¨ªamos defenderla.
Silke M¨¹lherr es subdirectora de Internacional del diario berlin¨¦s 'Die Welt'.
Traducci¨®n de News Clips.
? Lena (Leading European Newspaper Alliance)
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