Ya est¨¢n aqu¨ª
Si la publicidad de la tele tortura, la de los pol¨ªticos en campa?a martiriza
Cualquiera que desee enterarse de los sucesos del d¨ªa por la radio o la tele sabe que ha de pagar un alt¨ªsimo precio trabajando para las empresas de publicidad. Todo lo que es gratis sale car¨ªsimo. De modo que aguantamos la tortura con resignaci¨®n cautiva. Suelen durar entre cinco y diez minutos y luego vienen cinco o diez minutos de noticias y luego cinco o diez minutos de tortura, y as¨ª sucesivamente.
Como ellos saben que buena parte de los clientes cambiamos de emisora y de canal, o nos vamos a visitar la cocina, los anunciantes suben el volumen y a¨²llan como lobos hambrientos. Tengo estudiado que los que m¨¢s gritan son los m¨¢s desesperados. En algunos canales de la tele han inventado ahora poner los anuncios antes del desenlace de las pel¨ªculas, una pr¨¢ctica de sadismo psicop¨¢tico.
Da lo mismo, porque sabemos que casi todo es mentira. Si en los alimentos etiquetados se ocultan los ingredientes mortales, si en lo que comemos mezclan sustancias prohibidas, si no hay apenas control, ?c¨®mo lo va a haber en las emisoras y las cadenas? La publicidad es el amo.
Todo esto me viene al ¨¢nimo (y lo sobrecoge) porque hemos entrado en periodo electoral, o sea, en una org¨ªa de mentiras, ocultaciones, disimulos, renuncias, falsificaciones, imposturas o eso que llaman fake news y que son solo fraudes masivos e impunes. A partir de hoy est¨¢ permitido enga?ar a la pobre gente que a¨²n hace caso de los pol¨ªticos. Veremos a tipos que se han paseado de la mano de asesinos notorios, vestidos ahora con ropitas de orfanato mendigando un voto. Y si la publicidad de la radio chilla, estos berrean. Y si la de la tele tortura, estos martirizan. ?Qu¨¦ podemos hacer? Ya lo dije hace unas semanas: estar vigilantes y, tras honda reflexi¨®n, votar al menos da?ino.
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