Joven con experiencia de mendigo busca empleo
Los ni?os talib¨¦s de las escuelas cor¨¢nicas de Senegal crecen sin formaci¨®n reglada, a excepci¨®n de la ense?anza religiosa y la vida mendicante en la calle. Y as¨ª intentan sobrevivir en el mercado laboral sin sucumbir a la explotaci¨®n o la migraci¨®n clandestina
Pelan cebollas o limpian pescado en el mercado. Est¨¢n agachados en el suelo de las casas para dar brillo a las baldosas. Dan de comer a los animales. Se les puede ver a orillas del r¨ªo Senegal transportando piraguas de un lado a otro. No ganan ni 10 euros al mes, ni pueden disponer libremente de todo su sueldo. Criados exclusivamente con el estudio del Cor¨¢n, los llamados grands talib¨¦s se asoman al mercado del trabajo sin ning¨²n otro tipo de formaci¨®n. Con estas premisas, encontrar un trabajo que les permita vivir de manera digna no es tarea f¨¢cil, a pesar del sostenido crecimiento econ¨®mico que vive el pa¨ªs africano desde hace algunos a?os.
Se estima que en la regi¨®n de Saint Louis, una ciudad costera del norte a escasa distancia de la frontera con Mauritania, hay alrededor de 15.000 talib¨¦s, alumnos de escuelas cor¨¢nicas (daaras) que siguen uno de los casi 300 marab¨²es ¡ªl¨ªderes religiosos¡ª que se han asentado en la zona. Un estudio realizado en 2014 por la Comisi¨®n Nacional de Lucha contra la Trata de Personas ha revelado que existen enormes diferencias entre daaras. Mientras algunas ofrecen una ense?anza de calidad, en otras los alumnos ¡ªque son exclusivamente varones¡ª son v¨ªctimas de todo tipo de abusos. En numerosas ocasiones, viven en condiciones precarias, en edificios abandonados y sin servicios higi¨¦nicos, forzados a mendigar en las calles varias horas al d¨ªa.
Yoro Bald¨¦ asegura que en su escuela no hay problemas. Tiene apenas 18 a?os, pero su cuerpo est¨¢ machacado. Se siente constantemente cansado y le duele mucho la espalda. Cada d¨ªa se levanta temprano, estudia el Cor¨¢n y trabaja como empleado dom¨¦stico en casa de una familia de Saint Louis. Gana unos 7.000 francos al mes (poco m¨¢s de 10 euros), de los cuales unos 2.000 son para el marab¨². ¡°El trabajo es muy duro, pero es lo que hay¡±, cuenta con la ayuda de su amigo y traductor, Alioun Balo. Bald¨¦ ha acudido a Maison de la Gare, una asociaci¨®n sin ¨¢nimo de lucro que ayuda a la infancia vulnerable, para que le visite una enfermera. Se despide con un pu?ado de pastillas de vitaminas bien agarradas en la mano.
Este talib¨¦ originario de Guinea-Bis¨¢u no lleva ni un a?o en Senegal y ya sue?a con marcharse. Espera ir a Italia. Muchos j¨®venes que como ¨¦l cruzaron las fronteras en compa?¨ªa de un marab¨² a menudo no disponen de papeles que garanticen su estancia en el lugar de acogida, ni de permisos para regresar a su pa¨ªs y acaban en un limbo legal. Subirse a una patera rumbo a Europa a menudo es su ¨²nica elecci¨®n.
Se estima que en la regi¨®n de Saint Louis, hay alrededor de 15.000 talib¨¦s
¡°Vienen de Guinea o Gambia y sue?an con marcharse, pero no tienen pasaporte ni formaci¨®n y no conocen los peligros que esconde el viaje. En nuestra asociaci¨®n, Keur Talib¨¦ Ndar, organizamos un taller en el que les preguntamos qui¨¦n quer¨ªa irse a Europa. Casi todos levantaron las manos. Despu¨¦s de explicarles lo que realmente conlleva la migraci¨®n clandestina, repetimos la pregunta. Todos hab¨ªan cambiado de idea¡±. As¨ª lo cuenta Mouhamadou Samb, responsable de la organizaci¨®n que ofrece atenci¨®n sanitaria b¨¢sica a ni?os y j¨®venes, les entrega ropa limpia, se encarga de la renovaci¨®n de daaras y lleva adelante un trabajo de sensibilizaci¨®n para mejorar las condiciones de vida de los talib¨¦s.
¡°Construir dormitorios est¨¢ bien, pero no lo es todo y hay que cambiar de perspectiva¡±, se?ala Samb. ¡°Es importante hablar con los marab¨²es y con la poblaci¨®n en general, ya que se trata de un problema delicado, relacionado con la cultura y la tradici¨®n. A¨²n no podemos cambiar el hecho de que haya ni?os en la calle, es un trabajo muy a largo plazo. Pero s¨ª podemos cambiar la situaci¨®n en las daaras y modernizar la tradici¨®n para que se respeten los derechos de la infancia¡±.
Un d¨ªa toc¨® a la puerta de su casa un grand talib¨¦ de unos 17 a?os que acompa?aba a uno m¨¢s peque?o que se hab¨ªa abierto la cabeza jugando. ¡°Al volver del hospital, me pregunt¨® qu¨¦ pod¨ªa hacer para llevar a cabo nuestro mismo trabajo. Qued¨¦ muy impactado: era la primera vez desde que me dedico a esta profesi¨®n que me preguntaban algo as¨ª. Le fichamos en el equipo¡±. Keur Talib¨¦ Ndar est¨¢ trabajando para montar un centro socio-profesional en el que se impartan clases de alfabetizaci¨®n y de formaci¨®n profesional. ¡°Hay que preparar a los j¨®venes para que est¨¦n listos para el mercado de trabajo, ya que no hay iniciativas de Gobierno en este sentido. Muchos chavales se quedan en las daaras porque no tienen otra formaci¨®n y solo les queda convertirse en marab¨²es¡±, a?ade.
Samba Diao, de 21 a?os, nunca se separa de su libreta negra. En la primera p¨¢gina tiene apuntado en espa?ol: ¡°Esa boquita que tienes t¨² y esa actitud que enamora¡±. Junto con las frases de amor, campan a sus anchas apuntes de vocabulario relacionado con peleas y robos. Diao aprendi¨® espa?ol a trav¨¦s de v¨ªdeos en YouTube y con la ayuda del traductor autom¨¢tico. Como muchos de sus coet¨¢neos de todas las latitudes, se muere por conocer a sus ¨ªdolos, los jugadores del Real Madrid.
Vino de Casamance con ocho a?os con su marab¨². ¡°La vida en la daara no fue nada f¨¢cil¡±, recuerda. ¡°No hab¨ªa duchas; ten¨ªa que pedir dinero en las calles y todo lo que ganaba iba a parar en el bolsillo del marab¨²¡±. Hoy trabaja como peluquero, mientras sigue frecuentando cursos de ingl¨¦s y franc¨¦s en Maison de la Gare.
Baka Fall, de 27 a?os, dirige el taller de costura de la asociaci¨®n en el que participan una decena de personas. ¡°Son j¨®venes y ambiciosos, como todos, y quieren hacer bien su trabajo. Hace unos meses, cuando llegaron, no sab¨ªan pasar ni el hilo por la aguja¡±, dice. ¡°Sin embargo, han aprendido muy r¨¢pido¡±. El gambiano Souleyman Ndiayo, de 21 a?os, es uno de los alumnos de primera hora del curso. Dej¨® su anterior empleo en el mercado para dedicarse a la costura. Su compa?ero Kalidou Balde, de 20 a?os, compagina la formaci¨®n profesional y el estudio del ingl¨¦s con el aprendizaje del Cor¨¢n. ¡°Me gustar¨ªa viajar por el mundo para visitar a mis amigos, pero no quiero quedarme a vivir en el extranjero¡±, cuenta mientras corta un trozo de tela amarilla para un bolso que viajar¨¢ hasta Canad¨¢.
Baye Ndaraw Diop ha sido funcionario p¨²blico toda la vida. A sus 64 a?os, pese a estar jubilado, trabaja como responsable de recursos humanos en Maison de la Gare. ¡°Cada d¨ªa pasan por el centro alrededor de 300 ni?os y j¨®venes vulnerables, en su mayor¨ªa talib¨¦s. Son cada vez m¨¢s. Saint Louis es una ciudad religiosa, aqu¨ª se edificaron las primeras mezquitas, por eso hay muchos marab¨²es¡±, detalla desde su despacho. ¡°Nuestro trabajo puede mejorar la situaci¨®n, pero no puede cambiarla. Hay mucha hipocres¨ªa: la sociedad condena la explotaci¨®n de los menores, pero al mismo tiempo les da dinero o les emplea como sirvientes en sus casas a cambio de un sueldo muy bajo. Falta voluntad pol¨ªtica para erradicar el problema¡±.
Arouna Kande admite que el primer a?o de instituto fue duro. ¡°Me miraban con recelo, me menospreciaban como a un chico de la calle¡±, relata este talib¨¦ de 18 a?os de Kolda. Maison de la Gare le ayud¨® para que tuviera acceso a la educaci¨®n formal. ¡°Quiero ser un l¨ªder pol¨ªtico para luchar en contra del maltrato infantil. Me duele cuando veo a otros chicos que no estudian o que viven en p¨¦simas condiciones. Quiero convertirme en presidente de Senegal y ayudarles¡±.
El negocio de los 'talib¨¦s'
Las escuelas cor¨¢nicas est¨¢n muy arraigadas en Senegal, ya que en el pasado fueron los primeros centros de educaci¨®n basados en adquirir conocimientos sobre la base de escritura, lectura y memorizaci¨®n de textos. Las daaras ¡ªescuelas cor¨¢nicas por excelencia centradas en aprender de memoria el texto sagrado¡ª siguen representando el n¨²cleo duro del sistema de ense?anza araboisl¨¢mico del pa¨ªs.
La proliferaci¨®n de escuelas cor¨¢nicas va del brazo del constante aumento de la mendicidad infantil, vinculada tambi¨¦n al incremento de la pobreza entre los habitantes de las zonas periurbanas, argumenta la Comisi¨®n Nacional de la Lucha en contra de la Trata de Personas (CNLTP). La adopci¨®n de distintas medidas en los ¨²ltimos a?os por parte del Gobierno ¡ªincluida la prohibici¨®n de la mendicidad aprobada en 2010¡ª no ha conseguido contener el problema.
Solo en la regi¨®n de Dakar, en 2013 hab¨ªa alrededor de 1.000 daaras, con m¨¢s de la mitad de sus 54.000 estudiantes (53%) forzados a mendigar, sobre todo dinero. Este ¨²ltimo factor, seg¨²n la CNLTP, muestra la predominancia del car¨¢cter de explotaci¨®n de la infancia sobre los aspectos pedag¨®gicos de la colecta que est¨¢ en el origen de la pr¨¢ctica.
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