Tiempo perdido

El fracaso de la Comisi¨®n del Pacto de Toledo, que no ha podido llegar a un acuerdo sobre 21 recomendaciones para reformar el sistema de pensiones, no tiene una explicaci¨®n satisfactoria. Es verdad que las enmiendas de Podemos a algunos de los art¨ªculos fundamentales que ya hab¨ªan acordado PSOE, PNV, Comprom¨ªs y PDeCAT es la causa inmediata del fiasco; pero hay que considerar tambi¨¦n que PP y Ciudadanos eran muy reticentes a conceder una baza electoral importante al Gobierno y, por otra parte, la convocatoria de los comicios ha trastocado profundamente el ritmo de las negociaciones, que nunca fue muy intenso, puesto que ha obligado a acelerar la b¨²squeda de un acuerdo de urgencia para soslayar el par¨¦ntesis electoral.

Sea como fuere, el hecho es que los intereses pol¨ªticos han irrumpido de forma estruendosa en el funcionamiento de una Comisi¨®n que naci¨® para apartar el debate sobre las pensiones, un instrumento de equilibrio econ¨®mico intergeneracional imprescindible y un factor de crecimiento econ¨®mico a corto plazo, fuera del debate pol¨ªtico y de los intereses partidistas. No es de recibo que Podemos se descuelgue de la firma con el argumento de que algunas de las recomendaciones perjudican a los pensionistas, porque ya sab¨ªan a finales de 2018 cu¨¢l era el sentido de las propuestas y tambi¨¦n que el funcionamiento del consenso exige ciertas renuncias a cambio de una reforma que beneficiar¨¢ a los pensionistas en casi todos sus aspectos. Para empezar, garantizando la sostenibilidad del sistema. Tambi¨¦n es reprochable que PP y Cs se hayan sumado r¨¢pidamente al desguace del Pacto con la coartada de Podemos. Si el virus de la polarizaci¨®n ha entrado en el Pacto de Toledo, llegar a un acuerdo en el futuro, despu¨¦s de las elecciones, ser¨¢ muy dif¨ªcil.

La ruptura del Pacto conduce a una situaci¨®n pol¨ªtica delicada. Para empezar, el Gobierno tendr¨¢ que apresurarse a garantizar que las pensiones futuras se actualizar¨¢n, quiz¨¢ con la f¨®rmula de la recomendaci¨®n ¡°con el IPC como referente¡±, porque esa actualizaci¨®n est¨¢ garantizada solo para los a?os 2018 y 2019, seg¨²n los t¨¦rminos del acuerdo inicial firmado entre el PP y el PNV. Pero no hay que minusvalorar el da?o que produce la intromisi¨®n pol¨ªtica en una instituci¨®n pensada para buscar un acuerdo social al margen de la confrontaci¨®n diaria de los partidos. Hoy no es posible valorar las consecuencias de este desacuerdo pol¨ªtico despu¨¦s de las elecciones, cuando un nuevo Parlamento tenga que reconstituir la Comisi¨®n. Porque habr¨¢ que partir de una p¨¦rdida real de confianza arrastrada desde este fracaso.

El fiasco del Pacto significa tambi¨¦n tiempo perdido; y un tiempo valioso. Durante casi tres a?os, los partidos han sido incapaces de ponerse de acuerdo en proposiciones tan razonables como acabar con el d¨¦ficit de la Seguridad Social mediante la aportaci¨®n presupuestaria, aumentar la edad real de jubilaci¨®n o computar toda la vida laboral para el c¨¢lculo de la prestaci¨®n. Resulta inquietante suponer que se tardar¨¢n otros tres a?os, a partir de la formaci¨®n del Parlamento y del Gobierno, en lograr un nuevo consenso. Hay que recordar que en el caso de las pensiones las decisiones importantes tienen que tomarse hoy para que tengan efectos sobre las prestaciones y el balance general del sistema. Cuanto m¨¢s tiempo se tarde en corregir la inercia del sistema m¨¢s probabilidad hay de un recorte en las pensiones futuras.