?Taxi!
A m¨ª no me enga?a con melindres, seguro que ahora haci¨¦ndose el despistado empieza a transitar por caminos inveros¨ªmiles
![Un taxi estacionado en la estaci¨®n de Sants en Barcelona.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/6DEAADCU73EOMQX6MCPP5K7CPQ.jpg?auth=4964ed0d07f6eca53fb66eaf77439c2aae7e99ce6734bfa261df3683b07e42d4&width=414)
?Obligado he tenido que coger este taxi (lleg¨® silencioso y sin echar humo)! No era mi primera opci¨®n, claro est¨¢. ?Qui¨¦n quiere tratar con un taxista? Son hoscos, tienen dificultad para comunicarse, evitan mirar a los ojos cuando se habla con ellos, experimentan cambios bruscos en el estado de ¨¢nimo, etc¨¦tera. Mi primo Juanfran me cont¨® que una vez fue a pagar una carrera con 50 euros y el taxista le pregunt¨® que si no ten¨ªa algo m¨¢s peque?o. Ante la negativa, se le pusieron los ojos en blanco, empez¨® a echar espuma por la boca e incluso se le gir¨® la cabeza 180 grados. Me he arrellanado en el asiento, por lo tanto, sin saludar, serio como alguien que lo que desea es llegar a su destino y nada m¨¢s.
?l me ha dicho: ¡°Buenas tardes¡±, muy educadamente y, despu¨¦s de indicarle la direcci¨®n, ha rematado con un ¡°gracias¡±. Pero a m¨ª no me enga?a con melindres, me han advertido bien, seguro que ahora haci¨¦ndose el despistado o apelando a no s¨¦ que obras, atascos y dem¨¢s contingencias, empieza a transitar por caminos inveros¨ªmiles. A mi primo Juanfran, en otra ocasi¨®n, para llevarle al Parque del Retiro dieron una vuelta que pasaron por el parador de Sig¨¹enza. A m¨ª no me la vas a meter dobl¨¢, me digo a m¨ª mismo: soy manchego. En mi dispositivo m¨®vil trazo por geolocalizador el trayecto m¨¢s corto y me r¨ªo ¨ªntimamente por lo audaz que soy: Ja, ja, ja (risas sard¨®nica) voy a desenmascarar a este malandr¨ªn... ?Vaya por Dios! Resulta que va exactamente por el mismo sendero.
Bueno, pues ya que he sacado el m¨®vil voy a atender un asunto prioritario: ayudar a la ranita magenta a cruzar la carretera sin que le atropellen, se precipite al r¨ªo o la aprese un ¨¢guila gigante. No lo consigo y me muerdo el labio. La verdad es que no s¨¦ por qu¨¦ juego a esto si me pongo tan nervioso.
¡°?Es usted el famoso c¨®mico Joaqu¨ªn Reyes?¡±, interrumpe el taxista, ¡°pues quiero que sepa que me encantan sus mon¨®logos y que me alegra la vida. M¨¢s personas como usted hacen falta en este pa¨ªs, mejor nos ir¨ªa si nos ri¨¦semos m¨¢s¡±. Debo decir que he llegado puntual y que, adem¨¢s, el taxista ha vuelto r¨¢pidamente porque me hab¨ªa dejado el m¨®vil tirado en el asiento de atr¨¢s.
Cuando lo veo alejarse me parece que el taxi se eleva y se mezcla con las nubes.
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