De la c¨¢rcel a la reinserci¨®n felina: El ¡®caso Patuco¡¯
Nacido en una prisi¨®n madrile?a, es hoy un gato feliz y que hace feliz a los que le queremos
Patuco L¨®pez es un gato com¨²n europeo que de com¨²n tiene poco. Quiz¨¢ sea, en parte, por su pasado presidiario. Naci¨® hace 13 a?os en la c¨¢rcel de Soto del Real. Una de mis hermanas, que es abogada, fue a visitar a un cliente y se encontr¨® con aquel peque?ajo rubito que ten¨ªa el tama?o de una mano. De una mano grande, s¨ª, pero de una mano. Hizo un comentario a los guardias civiles que all¨ª trabajaban y que muy h¨¢bilmente le soltaron la frase m¨¢gica: ¡°Pues si te gusta te lo puedes llevar, s¨®lo quedan dos de esta camada, y si no conseguimos un hogar para ellos seguramente no logren sobrevivir¡±. Dicho y hecho, a la salida de su entrevista con el cliente ya hab¨ªan preparado una caja de zapatos con agujeros en la tapa que har¨ªa las veces de trasport¨ªn. Patuco se resisti¨®, como sigue haciendo a d¨ªa de hoy, y en aquella ocasi¨®n fueron necesarios tres guardias civiles para reducirlo. En una parada durante el trayecto en coche al que ser¨ªa su nuevo hogar, mi hermana levant¨® un poco la tapa de la caja para ver si se encontraba bien y ¨¦l la amenaz¨® con un bufido y una garra como diciendo ¡°me has secuestrado, pero no me doblegar¨¢s¡±. Es comprensible, una desconocida de un tama?o inmensamente mayor que el suyo le saca de tu h¨¢bitat y le mete en un artilugio que se mueve a toda velocidad y hace un ruido horrible.
Una vez en casa, en un principio pareci¨® que su reinserci¨®n en la sociedad iba a ser complicada. Intent¨® fugarse un par de veces. Una de ellas lo consigui¨®. Tras horas de b¨²squeda lo encontramos escondido en unos setos. Sus quejidos lastimeros lo delataron y nos llevaron hasta ¨¦l. Y han pasado los a?os y nunca ha desaparecido su vena escapista: es especialista en la apertura de puertas con picaporte, no importa lo pesadas que sean. Tambi¨¦n las puertas correderas de los armarios, aunque en este caso la intenci¨®n no es otra que sacar jers¨¦is y camisetas y ponerse a jugar con ellos. Siempre ha sido un poco ¡°trasto¡±, y de nada han servido nuestras reprimendas tipo ¡°?As¨ª nos agradeces que te hayamos reinsertado en la sociedad?¡±. Lo ¨²nico que lo? doblega y consigue que deje de hacer gamberradas es una pistola de agua de colores chillones, s¨®lo hay que apuntarlo con ella y ¨¦l se sacude el agua incluso antes dispararle.
Siempre me ha sorprendido su habilidad para hacerse entender cuando necesita algo, por ejemplo, que le saques la nuez con la que estaba jugando al f¨²tbol de debajo de la estanter¨ªa; pero m¨¢s sorprendente aun es su capacidad para saber lo que t¨² necesitas sin que tengas que ped¨ªrselo. Si est¨¢s triste, enferma, lo que sea, ¨¦l lo dejar¨¢ todo para hacerte caranto?as, acurrucarse a tu lado y peinarte con sus garras.
Me hab¨ªa propuesto no hacer ning¨²n alegato, pero no lo puedo evitar: Soy de las que piensan que los animales de compa?¨ªa no deber¨ªan comprarse ni venderse. Acabar¨ªamos, entre otras cosas, con esas mafias que traen cachorros en condiciones tan lamentables que pocos sobreviven al viaje. Hay muchos perros y gatos que est¨¢n esperando compa?eros humanos que los quieran y los cuiden. Recuerdo que, los primeros d¨ªas, Patuco com¨ªa tan r¨¢pido que se atragantaba. Luego se fue dando cuenta de que pod¨ªa dejar la comida que deseara porque nadie se la iba a quitar y seguir¨ªa all¨ª cuando ¨¦l volviera.
Y como desenlace de esta historia, lo que podemos decir con rotundidad es que a d¨ªa de hoy est¨¢ completamente reinsertado. Vive feliz y hace feliz, especialmente a mi madre.
Lorena Catalina L¨®pez, amiga y compa?era de Patuco
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