El misterio de Han¨®i
A pesar del tono conciliatorio con el que ambas partes quisieron amortiguar el brusco final de la cumbre, las posibilidades de reanudaci¨®n de las negociaciones son casi nulas
La cumbre termin¨® bruscamente. Sin comunicado final. Sin acuerdos. Estados Unidos y Corea del Norte todav¨ªa siguen formalmente en guerra, puesto que no hay acuerdo de paz ni restablecimiento de relaciones bilaterales. Este era el fruto m¨ªnimo que Donald Trump pensaba cosechar con sus zalamer¨ªas para Kim Jong-un. Fue un rotundo fracaso, pero muchos aliados asi¨¢ticos de Washington respiraron aliviados como si hubiera sido todo un ¨¦xito. Una gran sordina se ha instalado sobre el desenlace imprevisto de la segunda reuni¨®n entre el presidente de EE UU y el joven dictador norcoreano. La principal conclusi¨®n es que todav¨ªa hay alg¨²n adulto en la Casa Blanca que impidi¨® el jueves pasado el desastre de un p¨¦simo y peligroso acuerdo, que hubiera regalado al r¨¦gimen norcoreano el reconocimiento diplom¨¢tico y el levantamiento progresivo de las sanciones a cambio del desmantelamiento de una ¨²nica y probablemente obsoleta instalaci¨®n nuclear.
Trump parec¨ªa preparado para hacer estas concesiones, seguro de sus virtudes negociadoras y animado por la necesidad de r¨¢pidos y brillantes ¨¦xitos que compensaran su desastrosa presidencia y el calvario que le espera en cuanto se estreche el asedio en los tribunales y en el Congreso. Tambi¨¦n estimulado por su mezquina idea de las alianzas internacionales. Est¨¢ harto de que su pa¨ªs gaste dinero en la OTAN o en las maniobras militares conjuntas con Corea del Sur, hasta el punto de que ha cancelado las dos de grandes dimensiones que suelen celebrarse cada primavera, y as¨ª ha mandado de paso y gratis un mensaje amistoso a Pyongyang, a pesar del fracaso de la cumbre.
La respuesta norcoreana no se ha hecho esperar. El mismo martes en que entraba en la estaci¨®n de Pyongyang el tren especial que conduc¨ªa a Kim de regreso a casa, el r¨¦gimen daba a conocer la reconstrucci¨®n de las instalaciones parcialmente desmanteladas donde se experimentan los misiles intercontinentales. Tambi¨¦n se conoc¨ªa, gracias a McAfee, una compa?¨ªa dedicada a la ciberseguridad, que los servicios secretos norcoreanos siguieron atacando en los mismos d¨ªas de la cumbre a empresas europeas y estadounidenses, entre las que se hallan bancos, servicios, petr¨®leo y gas, tal como han venido haciendo durante el ¨²ltimo a?o y medio de deshielo entre Washington y Pyongyang.
A pesar del tono conciliatorio con el que ambas partes quisieron amortiguar el brusco final de la cumbre, las posibilidades de reanudaci¨®n de las negociaciones son casi nulas. Todo desde la primera cumbre de Singapur, en junio de 2018, ha sido un enorme espejismo, un enga?o, fruto de la habilidad trumpista a la hora de crear realidades alternativas. No se conocen cumbres que no lleguen precedidas de acuerdos firmemente trabajados y ligados por sus exploradores y Trump no iba a ser el primero en descubrirse como presidente taumaturgo, que consigue acuerdos sin preparaci¨®n previa, solo gracias a las virtudes negociadoras desarrolladas en el sector inmobiliario de Nueva York.
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