Espa?a rota
El problema se multiplica cuando el eje ideol¨®gico se cruza con el nacional
Ocurri¨® hace muchos a?os, aunque en circunstancias pol¨ªticas que alg¨²n parecido guardan con las actuales. Presid¨ªa el Gobierno Joaqu¨ªn Chapaprieta, un antiguo liberal que hab¨ªa pasado, tras la ca¨ªda de la Monarqu¨ªa, a la Derecha Liberal Republicana y que hab¨ªa sucedido a Alejandro Lerroux en septiembre de 1935 cuando estallaron varios esc¨¢ndalos de corrupci¨®n, entre ellos el conocido como estraperlo. Sin mayor¨ªa en la que sostenerse, dependiendo de los votos de la CEDA, con los l¨ªderes socialistas y nacionalistas catalanes en la c¨¢rcel condenados por la revoluci¨®n de octubre de 1934, su Gobierno estaba destinado a desaparecer sin pena ni gloria.
Se multiplicaron, pues, los m¨ªtines de precampa?a y en el front¨®n Urumea, el 11 de noviembre, Jos¨¦ Calvo Sotelo, ante la crecida exigencia del nacionalismo vasco de dotar a Euskadi de su estatuto de autonom¨ªa, ya plebiscitado pero todav¨ªa no aprobado por las Cortes, pronunci¨® una de esas frases para la historia: ¡°No he dado la mano a ning¨²n diputado nacionalista porque veo en ellos la tendencia a la desmembraci¨®n de Espa?a, y entre una Espa?a rota por el separatismo y una Espa?a roja, me quedo con esta ¨²ltima porque el solar quedar¨ªa intacto¡±.
La frase recal¨® unas semanas despu¨¦s, el 5 de diciembre, en el Congreso de diputados, cuando Calvo Sotelo volvi¨® a repetirla, a pesar ¡ªseg¨²n dijo¡ª de que los comunistas hab¨ªan pedido su cabeza y anunciado que ¨¦l y los suyos acabar¨ªan ante el pelot¨®n de fusilamiento. A m¨ª, afirm¨®, ¡°nada de eso me importa si en definitiva hab¨ªa de subsistir la Patria, mientras que en una Espa?a rota, la Patria quedar¨ªa para siempre muerta¡±. Espa?a rota era igual a Espa?a muerta, una afirmaci¨®n que lleg¨® a conmover al presidente del Gobierno, que, en su respuesta, dijo al diputado que no solo el Gobierno le felicitaba por su discurso: ¡°Le felicita Espa?a¡±. Y a?adi¨®: ¡°Si la hubiera o¨ªdo cuando la dec¨ªa, yo le hubiera aplaudido hasta romperme las manos¡±; las manos, es necesario aclarar, de un pol¨ªtico espa?ol, honesto, liberal y republicano, Joaqu¨ªn Chapaprieta, rotas por que no se rompiera Espa?a.
Es curioso que tantos a?os despu¨¦s, Espa?a rota se haya convertido en Espa?a se rompe, grito de alarma compartido por los tres partidos que luchan por alcanzar en esta adelantada primavera la hegemon¨ªa en el campo de una derecha fragmentada. Sabemos bien lo que ocurre cuando se inicia la pugna por un poder hegem¨®nico dentro de un mismo campo pol¨ªtico: todos los contendientes pujan al alza en todo aquello que les separa del campo contrario, convirtiendo as¨ª al adversario con el que es preciso negociar en el enemigo al que es preciso destruir. El problema se multiplica cuando el eje ideol¨®gico se cruza con el nacional, pues entonces el lenguaje se extrema y cada cual quiere aparecer m¨¢s de derecha que nadie, m¨¢s nacionalista que ninguno. Ocurri¨® as¨ª en los a?os treinta y ha vuelto a suceder en la plaza de Col¨®n, con la foto de los tres tenores de la nov¨ªsima representaci¨®n nacional-populista espa?ola: sonrisas hacia dentro, cuchillos hacia fuera.
Desde la Espa?a rota de los tiempos de la Rep¨²blica a la Espa?a se rompe de hoy hemos conocido una Guerra Civil de 3 a?os, una dictadura de 40 y una democracia que lleva 40 reci¨¦n cumplidos. Durante estas d¨¦cadas, de Espa?a una pasamos a Espa?a plural, cuando rojos compartieron tribuna con cat¨®licos, y separatistas se sentaron en mesas redondas con autonomistas. De aquellos encuentros, iniciados en los a?os sesenta, multiplicados en los setenta, sali¨® la Constituci¨®n de 1978: Espa?a entonces no estaba rota ni se romp¨ªa; de una que era se convert¨ªa en plural, se diversificaba. Hasta se dio el caso de que historiadores marxistas que hoy militan en el nacionalismo independentista publicaron varios vol¨²menes de una historia de los pueblos de Espa?a, dando as¨ª una legitimaci¨®n extra al proyecto de construcci¨®n de la Espa?a plural.
De todo esto no quedan m¨¢s que cenizas. Y es por eso, quiz¨¢, por lo que escuchando estos d¨ªas lo que cuentan los j¨®venes l¨ªderes de la derecha espa?ola, solo se puede abrigar el temor de que la discordia cerril que est¨¢n provocando con su lenguaje extremo, su Espa?a se rompe, la vamos a pagar todos muy cara, como demasiado cara pagamos ya la discordia no menos cerril alimentada por los secesionistas catalanes cuando entre ellos decidieron competir a ver qui¨¦n pujaba m¨¢s alto.
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