Lucha

No es una fiesta, es una lucha. Para m¨ª, este fue el grito m¨¢s importante, m¨¢s certero, del 8M 2019. Y no se me ocurre un lema mejor para el 8M 2020. Porque, por m¨¢s que intenten presentarlo as¨ª quienes se han subido al carro en el ¨²ltimo segundo, el 8M no es, y nunca ha sido, una fiesta. El feminismo es una lucha y, por supuesto, una lucha pol¨ªtica, y por descontado, una lucha ideol¨®gica. Hablar de feminismo ideol¨®gico, combativo o de izquierdas, no es ningunearlo, ni despreciarlo, ni posicionarse en su contra. Es, simplemente, describirlo, contar la historia del movimiento que trabaja en Espa?a por la igualdad y los derechos de las mujeres desde que el 8 de marzo convocaba a cuatro gatas en Atocha, desde que la manifestaci¨®n iba por el carril izquierdo de la calle de Alcal¨¢ y no lo llenaba. Eso pasaba no hace mucho, cuatro a?os escasos, y cualquiera puede consultar a qu¨¦ partidos y organizaciones pertenec¨ªan las pancartas de entonces. La transversalidad es la clave del ¨¦xito de esta movilizaci¨®n. La toma de conciencia personal de miles de mujeres que hasta ahora nunca se hab¨ªan planteado c¨®mo se sent¨ªan, si hab¨ªan sufrido o no, c¨®mo, cu¨¢ndo y en qu¨¦ grado, violencia o discriminaci¨®n a lo largo de sus vidas, es lo que hace del feminismo una lucha verdaderamente imparable. Porque somos la mayor¨ªa m¨¢s indiscutible de este pa¨ªs, y ya va siendo hora de que nosotras mismas lo tengamos en cuenta. Las mujeres que han despertado pueden ser conservadoras o liberales, votar a cualquier partido, pero el feminismo no admite esas etiquetas. Quienes pretenden impon¨¦rselas son los mismos que han abierto la puerta de las instituciones a un partido orgullosamente machista. No podemos olvidarlo ni admitir sus torpes manipulaciones.