Ling¨¹ista
Nos estamos pensando y no se puede pensar sin el lenguaje. Sin sus normas y sus distorsiones
El feminismo no es decir portavoza, es hacer pol¨ªticas¡±. Sin embargo, las ciudadanas se ven obligadas a hacer virguer¨ªas con el lenguaje: a?adirle a la palabra feminismo el adjetivo especificativo liberal para apropiarse de un concepto y un impulso socialmente movilizador. Estas estrategias calificativas son m¨¢s taimadas para la salud sem¨¢ntica de una comunidad que el estridente zapateao morfosint¨¢ctico de las portavozas. Las ciudadanas abusan de los adjetivos especificativos hasta caer en la redundancia: huelga pol¨ªtica, dicen. Como si las huelgas fuesen reuniones de gente encantadora y no instrumentos pol¨ªticos de presi¨®n para mejorar las condiciones laborales. Ciudadanas ¡ªy ciudadanos¡ª cuidan m¨¢s de las facilidades para el consumo que de las buenas condiciones para la producci¨®n y lo que no les gusta son las huelgas. Lenguaje, es decir, pol¨ªtica. El lenguaje nos delata y nos construye. El discurso virtuosamente acad¨¦mico de las feministas liberales encubre la posibilidad de que jugar con las palabras ¡ªcl¨¦miso, corifea, escolopendro, firdulicio¡ª sea una manera de mostrarles respeto: lenguaje, cultura, literatura son performativos y agrandan los ojos del lobo, disfrazado de abuelita, cuando dice: ¡°Son para verte mejor¡±. Luego al lobo le abren la tripa y lo arrojan al r¨ªo con el mondongo lleno de piedras. Virginia Woolf tambi¨¦n llen¨® sus bolsillos de piedras. El ox¨ªmoron feminista liberal disfraza la circunstancia de que, aunque Camille Paglia se empe?e en que el liberalismo inventa la lavadora y el centrifugado libera a las mujeres, las pr¨¢cticas liberales ¡ªno utilizo el derivado con prefijo neoliberales¡ª ensanchan las brechas de g¨¦nero, raza, clase, salud, opci¨®n sexual, procedencia¡ Lo explican Arruzza, Bhattacharya y Fraser en Manifiesto de un feminismo para el 99%. Las autoras quieren evitar ¡°una versi¨®n (del feminismo) elitista y corporativa para proyectar una apariencia emancipadora sobre un programa olig¨¢rquico y depredador: un feminismo solo apto para la poderosa minor¨ªa acomodada¡±. Los techos de cristal son nauseabundos, pero hay que enfocar hacia Las Kellys y hacia la pobreza femenina en hogares monoparentales. Quiz¨¢ el inter¨¦s de las ciudadanas por los vientres de alquiler reproduzca una mirada donde importan menos las granjas de mujeres en Ucrania que los deseos de una pareja del primer mundo.
El feminismo liberal olvida el pan y las rosas. Nuestra genealog¨ªa. Un feminismo espa?ol ¡ªy a las ciudadanas lo espa?ol les preocupa¡ª que se llama Justa Montero, Lidia Falc¨®n, Bego?a San Jos¨¦, Manuela Carmena, Cristina Almeida¡ Feministas que vinculan la violencia econ¨®mica con la violencia cultural: la devaluaci¨®n del cuerpo y la fuerza de trabajo de las mujeres en el espacio p¨²blico se traduce en una malversaci¨®n del cuerpo en el espacio privado. Los cuerpos de las mujeres se rompen en sentido recto y figurado, en la realidad y sus representaciones, y el feminismo se convierte en plataforma para denunciar y transformar deficiencias sist¨¦micas globales, cansancio cr¨®nico, enfermedades, el sentirse poca cosa, miedo, violaci¨®n, silencio. Las ciudadanas repentizan bulos de ultraderecha cuando confunden la discriminaci¨®n de los hombres ¡ªdiosa nos libre¡ª con la reformulaci¨®n de privilegios incompatibles con la igualdad. Si no somos iguales jur¨ªdica, laboral, socialmente, nunca dispondremos de libertad para reivindicar nuestras hermosas diferencias. Nos estamos pensando y no se puede pensar sin el lenguaje. Sin sus normas y sus distorsiones. Muchas felicidades por la exitosa jornada de huelga ¡ªpol¨ªtica¡ª, y las alegres y multitudinarias manifestaciones.
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