Adi¨®s, amigo Rodrig¨¢lvarez

¡°Carmelo, Or¨²e, Garay, Canito; Mauri, Maguregui; Iriondo, Venancio, Zarra, Panizo y Ga¨ªnza¡±, era la alineaci¨®n del Atl¨¦tico de Bilbao que sab¨ªamos todos los cr¨ªos asturianos de los a?os cincuenta. En aquellos tiempos del siglo XX no hab¨ªan llegado Kubala y Di St¨¦fano a Espa?a, y Barcelona y Madrid no eran los predilectos para la mayor¨ªa de los ni?os astures. Sab¨ªamos la alineaci¨®n del Sporting de Gij¨®n (Sion¨ªn, Cabal, Tamayo, Germ¨¢n...), o la del Real Oviedo (Si¨®n, Ricardo y Pena; Granda, Villita y Sirio; Ant¨®n ¡ªel de la boina¡ª, Goy¨ªn...). Tiempos de la ¡°delantera el¨¦ctrica¡±, de la secci¨®n deportiva de La Nueva Espa?a: ¡°Cinco equipos asturianos en Segunda Divisi¨®n¡±, con Avil¨¦s, Caudal y el C¨ªrculo Popular de La Felguera formando el quinteto futbol¨ªstico del Principado. Estoy seguro de que Eduardo Rodrig¨¢lvarez se sab¨ªa muchas de estas alineaciones hist¨®ricas, as¨ª como muchas otras historias del ciclismo que ¨¦l amaba. Las aventuras y rivalidades entre Jes¨²s Loro?o y Federico Mart¨ªn Bahamontes, los triunfos de Eddy Merckx, de Anquetil, de El Tarangu y los de Contador. A Rodrig¨¢lvarez no parec¨ªa entusiasmarle dirigir la secci¨®n de Deportes. Modesto y callado, le gustaba contar y analizar los hechos deportivos. Adi¨®s, compa?ero.

Fernando Granda. Madrid