La carrera digital
Europa se est¨¢ quedando demasiado lejos de EE UU y China, los dos gigantes que dominan la industria de la digitalizaci¨®n
Es un ejercicio de europe¨ªsmo activo sumarse a opiniones, como por ejemplo las de The Economist, que insisten en el flaco historial de la UE en la digitalizaci¨®n, entendida como el conjunto de ingenier¨ªas y de nuevos h¨¢bitos nacidos con el uso del formato digital. La relaci¨®n de estos fallidos es larga y desagradable: hace 10 a?os Quaero quiso ser una alternativa europea a Google; Galileo y sus sat¨¦lites han incumplido estar en servicio a inicio de esta d¨¦cada; el Proyecto Cerebro Humano va camino de costar 1.000 millones de euros, a pesar de sus magros resultados, etc¨¦tera. Repase el lector en los escasos o nulos desarrollos europeos presentes en los sistemas digitales que utiliza en su labor profesional y en su vida diaria. Angela Merkel puso el dedo en la llaga: ?puede asegurar la UE una presencia razonable entre los superpoderes de EE?UU y China? Una pregunta que explica la actual falta de entusiasmo alem¨¢n sobre nuevas respuestas europeas.
La digitalizaci¨®n supera lo que conocemos como cuarta revoluci¨®n industrial afectando plenamente a la geopol¨ªtica. Sirva como ejemplo el episodio que vivimos desde hace meses entre la china Huawei y parte de la Administraci¨®n estadounidense, con la seguridad nacional como raz¨®n principal aunque el proteccionismo tambi¨¦n est¨¦ presente. La duda no es banal: si China exige a sus ciudadanos y corporaciones que realicen espionaje para el Estado ?Huawei ha obedecido? El hecho de que la empresa, al igual que otras de alta tecnolog¨ªa, se mueva en el ¨¢mbito del Partido Comunista Chino, no le impide presentar un impresionante balance: primer proveedor mundial de equipos de telecomunicaciones; segundo en tel¨¦fonos inteligentes, una filial, HiTech, de dise?o y fabricaci¨®n de chips, s¨¦ptima del mundo; un presupuesto de I+D que en el reciente Mobile World Congress de Barcelona, con sus 110.000 asistentes, la ha elevado a l¨ªder indiscutible en tecnolog¨ªa 5G. A pesar de los amenazantes ruidos sobre posibles puertas traseras, hubo consenso en que sus equipos pueden ser los mejores y los m¨¢s baratos. En paralelo con estos resultados en materia de microelectr¨®nica, las empresas chinas de software (Alibaba, Tencent, ZTE, Baidu, JD, etc¨¦tera) ya est¨¢n al nivel de sus referentes estadounidenses. Es el resultado de una pol¨ªtica creada en el marco de un peculiar capicomunismo 2.0 decidido a liderar la digitalizaci¨®n.
Desgraciadamente, en la UE se han creado muy pocas empresas novedosas en Internet de consumo, redes sociales o aplicaciones m¨®viles
Por su parte, EE?UU sigue con la brillante senda iniciada tras la Segunda Guerra Mundial, cuando en sus laboratorios y empresas se gener¨® una revoluci¨®n silenciosa con una constante colaboraci¨®n interdisciplinaria entre tecn¨®logos: la gente de semiconductores ayudando a gente de PC ayudando a gente de software ayudando a gente de Internet ayudando a gente de medios sociales ayudando a gente de e-m¨®vil ayudando a la gente de inteligencia artificial y todo indica que va a seguir. A pesar de todas las contradicciones que acumula la actual Administraci¨®n republicana, EE?UU sigue fuerte tanto en I+D como en implementaci¨®n; acoge grandes escuelas de ingenier¨ªa, mantiene el mejor ecosistema de capital-riesgo y cuenta con el quinteto m¨¢gico: Google, Amazon, Facebook, Apple y Microsoft (GAFAM).
China, desde su Partido Comunista, y EE?UU, con su colaboraci¨®n p¨²blico-privada, han consolidado sendos sistemas transversales imbatibles. Europa, a pesar de sus viejas glorias b¨¢lticas (Nokia y Erickson) y de sus potentes operadoras procedentes de antiguos monopolios estatales, solo puede jugar el papel de observador privilegiado y melanc¨®lico. Desgraciadamente, desde la UE se han creado muy pocas empresas novedosas en la Internet de consumo, redes sociales o aplicaciones m¨®viles. En la digitalizaci¨®n no son suficientes ni las pilas de art¨ªculos acad¨¦micos ni los m¨¦todos eurocr¨¢ticos con docenas de comit¨¦s funcionariales.
No es cuesti¨®n de optimismo o pesimismo, simplemente exponer un an¨¢lisis desde un Estado europeo. Aunque escribirlo suene a gran incorrecci¨®n pol¨ªtica, Europa, trag¨¢ndose su orgullo, deber¨ªa reconocer que la distancia que la separa de EE?UU y China es demasiado grande. Invertir acr¨ªticamente en busca de una problem¨¢tica e in¨²til medalla de bronce en la carrera digital supone incrementar el euroescepticismo. Afortunadamente, existen otros sectores, como el biotecnol¨®gico, el m¨¦dico-sanitario, el cultural y, sobre todo, el energ¨¦tico, vital ante el calentamiento global, donde la posici¨®n europea es mucho m¨¢s s¨®lida que en lo digital, que ya empieza a mostrar un cierto agotamiento.
En el orden digital, Europa deber¨ªa priorizar sus escasos puntos fuertes, como los derivados de industria 4.0, y sobre todo llegar a acuerdos razonables con los dos gigantes. Si al final hubiera que elegir, a pesar de Trump, EE?UU, culturalmente, nos resulta mucho m¨¢s cercano que China.
Gregorio Mart¨ªn Quetglas es catedr¨¢tico de Ciencias de la Computaci¨®n de la Universidad de Valencia.
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