Mucho por destruir
Los l¨ªderes de la crispaci¨®n aspiran a gobernar degradando la vida p¨²blica
El Ministerio del Interior pondr¨¢ en marcha el 1 de abril una unidad policial para prevenir que eventuales ataques cibern¨¦ticos y propagaci¨®n de noticias falsas puedan influir en los pr¨®ximos procesos electorales. Estos esfuerzos para impedir la acci¨®n corrosiva de las mentiras sobre las instituciones democr¨¢ticas contrastan con el hecho de que sean algunos de los propios l¨ªderes pol¨ªticos que aspiran a gobernarlas los que, entregados a la estrategia de la crispaci¨®n, las est¨¦n creando y propalando, sumando a los ataques exteriores los que ellos perpetran desde dentro. La degradaci¨®n de las campa?as electorales en jornadas de impunidad para el insulto y la descalificaci¨®n, y ahora tambi¨¦n para la mentira, viene de lejos. Pero la consolidaci¨®n de una pr¨¢ctica aberrante, que el inicio oficial de la campa?a puede llevar al paroxismo, no es un argumento para la resignaci¨®n.
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Ni en campa?a ni fuera de ella puede un l¨ªder pol¨ªtico arrogarse frente a otros el monopolio de la democracia, el amor a la patria o el sentido com¨²n. Entre otras razones porque, como han demostrado las primarias de un partido que se dec¨ªa decidido a regenerar la vida pol¨ªtica, la exhibici¨®n farisaica de la virtud est¨¢ fatalmente condenada a convertirse en ocultaci¨®n del propio vicio. Pero menos a¨²n que apropiarse de principios ¨¦ticos o morales pueden los l¨ªderes que apuestan por la crispaci¨®n decidir qui¨¦n cumple o incumple la Constituci¨®n. Al hacerlo, no solo usurpan con triviales fines de propaganda funciones trascendentales que corresponden a los tribunales, en particular, al ¨²nico Tribunal que es su int¨¦rprete leg¨ªtimo, sino que, adem¨¢s, perpetran una apropiaci¨®n pol¨ªtica indebida: convierten la Constituci¨®n de todos en un programa electoral de partido, interponiendo contra ella una encubierta enmienda a la totalidad cada vez que se proclaman sus exclusivos defensores.
Mentir con premeditaci¨®n para obtener el voto en campa?a, achacando a los adversarios hechos o intenciones a sabiendas de su falsedad, dice mucho de las convicciones ¨²ltimas de los l¨ªderes que consideran justificado este recurso con solo invocar causas superiores como la unidad de Espa?a o la supuesta necesidad de derrocar a representantes electos que ellos mismos declaran intrusos o traidores, erigi¨¦ndose nuevamente en jueces y parte. Pero dice m¨¢s todav¨ªa de la consideraci¨®n que les merecen los ciudadanos y su voto, al preferir reclam¨¢rselo excitando la indignaci¨®n antes que apelando a la responsabilidad. Ese pa¨ªs exasperado que los l¨ªderes de la crispaci¨®n aspiran a gobernar con una estrategia que degrada la vida p¨²blica, no solo la pol¨ªtica, y que provoca tensiones innecesarias en el sistema institucional, no es el pa¨ªs que existe, sino el que est¨¢n decididos a crear fomentando la divisi¨®n interna y la insidia contra el adversario, y declarando obligatorios valores que en democracia no lo son.
El pa¨ªs que existe es, por el contrario, el mismo que derrot¨® al terrorismo preservando sus instituciones desde una unidad que los l¨ªderes de la crispaci¨®n har¨ªan hoy imposible, que afront¨® el mayor atentado yihadista en Europa sin recurrir a expresiones de xenofobia como las de sus aliados, que reforz¨® generosamente las redes de solidaridad frente a una recesi¨®n devastadora solo combatida con c¨¢lculos abstractos, y tambi¨¦n el que asume la igualdad reclamada por las mujeres como el principio que debe regir para todos. Ese es el pa¨ªs a cuyos ciudadanos los l¨ªderes de la crispaci¨®n pedir¨¢n el voto, y ese es el pa¨ªs que parecen dispuestos a impugnar recurriendo a la mentira como m¨¦todo y al fanatismo de los partidos ultranacionalistas como excusa. Un pa¨ªs en el que, sin duda, queda mucho por hacer, pero un pa¨ªs en el que, tambi¨¦n, es mucho lo que la crispaci¨®n amenaza destruir.
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