C¨®mo salvar nuestra democracia
La sobrerreacci¨®n de la izquierda a los pactos con Vox es sim¨¦trica a la exaltaci¨®n de Casado y Rivera contra S¨¢nchez
La democracia en Espa?a no est¨¢ en peligro. Por eso tenemos que salvarla. Si se deteriora al nivel no ya de Polonia o Hungr¨ªa, sino simplemente de Italia, las opciones de recobrar una vida democr¨¢tica sana ser¨¢n dif¨ªciles.
El bucle en el que ha entrado Italia desde hace un cuarto de siglo no es excepcional, sino parte de un patr¨®n bien conocido en todo el mundo. La ley de hierro de los populismos es que, tras un l¨ªder electo que, para rescatar al pa¨ªs de una crisis, desprecia a la clase pol¨ªtica y coquetea con discursos populistas, viene otro l¨ªder todav¨ªa m¨¢s populista. Tras Berlusconi, un hereje del sistema, ha llegado Salvini, un fundamentalista del odio. Y, en Venezuela, tras un Rafael Caldera que se rasg¨® las vestiduras, abjurando de la ¨¦lite partidista y apelando directamente al pueblo, ascendi¨® al poder Hugo Ch¨¢vez. Gran parte de la Europa excomunista ha padecido el mismo fen¨®meno: pol¨ªticos que alcanzan el Gobierno con el objetivo de limpiar el sistema y que son sustituidos por detergentes a¨²n m¨¢s contundentes.
Frente a esta degeneraci¨®n, los controles constitucionales son necesarios, pero no suficientes. Una democracia requiere que sus actores se comporten siguiendo unas reglas informales. Morales, no jur¨ªdicas. En su reciente y ya famoso C¨®mo mueren las democracias, Steven Levitsky y Daniel Ziblatt subrayan dos normas que las ¨¦lites partidistas deben seguir para proteger a una democracia de reveses autoritarios: la tolerancia mutua y la autocontenci¨®n institucional.
Los l¨ªderes pol¨ªticos tienen que tolerarse. Deben respetar a sus adversarios electorales, y considerarlos tan patriotas, ajustados a la ley y decentes como ellos. A grandes rasgos, nuestros partidos mayoritarios se han tolerado rec¨ªprocamente desde la Transici¨®n, a diferencia de sus antecesores en la Segunda Rep¨²blica. Y, por cierto, eso es lo que la mat¨®, no los fusiles. Pero el respeto mutuo se est¨¢ perdiendo a pasos agigantados. Y las culpas est¨¢n repartidas. La sobrerreacci¨®n de la izquierda a los pactos con Vox es sim¨¦trica a la exaltaci¨®n de Casado y Rivera contra S¨¢nchez. El segundo dique moral frente al caos es evitar acciones que, aunque legales, sean excesivas e imprudentes. Como decretos leyes in extremis o querer aplicar en Catalu?a un art¨ªculo 155 con esteroides.
Cuando nuestra democracia muera sola, recordemos que entre todos la mataron. @VictorLapuente
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