Un cerebro ¨²nico
En ese mundo cognitivo de alto nivel, en esa estratosfera del pensamiento humano, vive Uhlenbeck
Los grandes matem¨¢ticos son gente poco normal, y eso incluye a las grandes matem¨¢ticas, como Karen Uhlenbeck, la primera mujer que ha ganado el Premio Abel, uno de los dos nobeles de las ciencias exactas (el otro es la Medalla Fields, y es justo que los matem¨¢ticos tengan dos premios de m¨¢ximo nivel en vez de uno). Es muy dif¨ªcil para nosotros, los cerebros del mont¨®n, imaginar en qu¨¦ consiste el trabajo de Uhlenbeck o de cualquier otro supermatem¨¢tico. Tendr¨ªamos que estudiar durante a?os solo para entenderlo, no hablemos ya de practicar ese pin¨¢culo del pensamiento humano, una cumbre que solo est¨¢ al alcance de gente con un gran talento, y que est¨¢ dispuesta a sacrificar su vida y su sosiego para encontrar el santo grial de las verdades inmutables. Esa es Uhlenbeck: una gran matem¨¢tica como cualquier otro.?
Me gustar¨ªa explicarte los avances de Uhlenbeck, que son enormes seg¨²n sus colegas. No puedo, porque no los entiendo. Intentar¨¦ profundizar en ellos en las pr¨®ximas semanas y meses, pero ahora mismo no estoy a la altura de ese reto. ?Por qu¨¦ escribo sobre Uhlenbeck, entonces? ?Para ponerme una medalla feminista que no merezco? Sin duda. ?Para imprimir un poco de variedad a estas p¨¢ginas de an¨¢lisis? De eso vivo. Pero mi objetivo principal es compartir contigo una perplejidad profunda sobre la naturaleza corp¨®rea de las matem¨¢ticas, la cualidad m¨¢s hechicera de esta cumbre del conocimiento humano.
Entre las muchas definiciones de las matem¨¢ticas que he le¨ªdo durante d¨¦cadas, mi favorita sigue siendo la de la Encyclopaedia Britannica: son ¡°la ciencia de la estructura, el orden y la relaci¨®n¡±. Da que pensar, porque la estructura, el orden y la relaci¨®n son seguramente los tres cimientos de todo conocimiento abstracto, o que venga un fil¨®sofo y lo vea. Las dem¨¢s ciencias reciben todo el rato informaci¨®n del mundo, y sus teor¨ªas tienen que ir adapt¨¢ndose a la tiran¨ªa de la realidad o humillarse frente a ella. La f¨ªsica, la qu¨ªmica y la biolog¨ªa solo buscan verdades provisionales, ideas que nacen con una obsolescencia programada en su misma l¨®gica interna. Eso es lo que convierte a la ciencia en el mecanismo de conocimiento m¨¢s poderoso de la historia.
Los matem¨¢ticos como Uhlenbeck van mucho m¨¢s all¨¢. No se conforman con menos de una verdad necesaria. El teorema de Pit¨¢goras ¡ªdescubierto por los mesopot¨¢micos dos milenios antes de Pit¨¢goras¡ª sigue siendo hoy tan cierto como hace 4.000 a?os. E incluso cuando falla nos sigue enviando un mensaje m¨¢s interesante a¨²n: que el espacio se ha curvado, como hace en el mundo real en presencia de un objeto masivo como el Sol o la Tierra. Kepler descubri¨® que el movimiento de Marte en el cielo nocturno sigue una elipse, una curva simple y elegante que ya hab¨ªan estudiado los griegos tirando un gorro de bruja al mar (si flota recto, forma un c¨ªrculo con el mar; si torcido, una elipse). Las ecuaciones del espacio curvo que formul¨® Riemann engendraron 60 a?os despu¨¦s, en manos de Einstein, la teor¨ªa de la relatividad que fundamenta la cosmolog¨ªa moderna. Lo realmente incomprensible es que el mundo sea comprensible, dijo Einstein en referencia al inmenso poder de las matem¨¢ticas para predecir la realidad.
En ese mundo cognitivo de alto nivel, en esa estratosfera del pensamiento humano, vive Uhlenbeck. No es la primera matem¨¢tica que llega all¨ª, tan arriba, pero nos sirve como una comprobaci¨®n de que el genio no tiene sexo. Dejadlas pensar y nos devolver¨¢n un mundo.
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